La OTAN alerta ante la amenaza de Rusia y China y promete «defender cada centímetro del territorio aliado»

Rusia atacó Ucrania para dar salida a sus aspiraciones imperiales, para intimidar a la Alianza Atlántica y para disuadir a los posibles aspirantes de cara al futuro. Cuatro meses después, Ucrania resiste, Suecia y Finlandia están a punto de sellar la entrada en la organización después de negarse durante siete décadas y la OTAN, tras una fase de profunda debilidad y dudas, ha resucitado, redefiniendo sus prioridades para la próxima década y dejando claro qué hacer frente a Moscú es la primera y más importante prioridad, para lo que está dispuesta a la mayor movilización de tropas y rearme de su Historia. «Aunque la OTAN es una alianza defensiva, nadie debe dudar de nuestra fuerza y determinación para defender cada centímetro del territorio aliado, preservar la soberanía y la integridad territorial de todos los aliados y prevalecer contra cualquier agresor. En un entorno de competencia estratégica, vamos a aumentar nuestra conciencia global y alcance para disuadir, defender, impugnar y negar en todos los dominios y direcciones», dice el nuevo Concepto Estratégico aprobado este miércoles en Madrid

El Concepto Estratégico es la ‘hoja de ruta’ que fija las tareas y los principios de la Alianza, sus valores, los objetivos y las características de un entorno de seguridad cambiante. La tesis es que estamos en el momento más sensible desde la Segunda Guerra Mundial, un momento «crítico para nuestra seguridad, la paz internacional y la estabilidad». No en un plano abstracto, apuntan. «La zona euroatlántica no está en paz. La Federación Rusa ha violado las normas y principios que contribuyeron a un orden de seguridad europeo estable y predecible. No podemos descartar la posibilidad de un ataque contra la soberanía e integridad territorial de los Aliados», alerta el texto.

El Concepto Estratégico, apenas 16 páginas con 49 puntos, ha sido negociado y peleado durante meses. Habla de riesgos geopolíticos, de rivales sistémicos, de amenazas terroristas, híbridas o medioambientales. De la proliferación nuclear, las tecnológicas disruptivas e inestabilidad. «El uso potencial de materiales o armas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares contra la OTAN por parte de actores estatales y no estatales hostiles sigue siendo una amenaza para nuestra seguridad», se lee.

No hay ninguna sorpresa, pues las líneas generales habían sido esbozadas una y otra vez en las últimas semanas. Pero hay un tono más firme ante China, poca atención a las obsesiones del país anfitrión y un cambio de énfasis, pero no de estructura, en el esquema general. Si en 2010, en Lisboa, los aliados estipularon que la defensa colectiva, la gestión de crisis y la seguridad cooperativa eran los elementos clave, ahora han repetido, pero está claro que van a centrarse todavía con más fuerza en el primer apartado. Hay mucho de Rusia, mucho de armas nucleares pero cada vez menos de cooperación, al menos con los regímenes autoritarios y hostiles. Y algo de las nuevas preocupaciones, desde el clima con objetivos de reducción de emisiones, a la violencia contra las mujeres pasando por las implicaciones de tecnologías disruptivas.

España quería referencias mucho más concretas al llamado ‘flanco Sur’, a los peligros y riesgos para la seguridad del país y de la Alianza que vienen del Norte de África por la inestabilidad en el Sahel. Y quería, en la medida de lo posible, garantías más firmes para Ceuta y Melilla, que técnicamente no están bajo el paraguas territorial de la Alianza. No hay en el Concepto evidentemente menciones directas, ni un cambio de postura respecto a las cumbres anteriores. Hay varias referencias a la «integridad territorial» (algo que no estaba en el anterior), tanto de miembros como de aspirantes, pero cualquier decisión sobre los enclaves españoles estará siempre supeditada a la situación concreta de cada momento y a la decisión política del Consejo del Atlántico Norte. Moncloa quita importancia al hecho, diciendo que en todo caso la protección está más que garantizada, como lo está la de Hawai, que está en un caso parecido, indican.

Hay apena un párrafo de los 49 sobre el tema, frente a 10 de temas nucleares y aún más del flanco Este. «Los conflictos, la fragilidad y la inestabilidad en África y Oriente Próximo afectan directamente a nuestra seguridad y la seguridad de nuestros socios. Los vecinos del sur de la OTAN, en particular las regiones de Oriente Próximo, el Norte de África y el Sahel, se enfrentan a desafíos interconectados de seguridad, demográficos, económicos y políticos. Estos se ven agravados por el impacto del cambio climático, la fragilidad de las instituciones, las emergencias sanitarias y la inseguridad alimentaria. Esta situación proporciona un terreno fértil para la proliferación de organizaciones no estatales, grupos armados, incluidas las organizaciones terroristas. También permite la interferencia desestabilizadora y coercitiva por parte de competidores estratégicos», se limita a recapitular el documento, sin ningún tipo de compromiso, estrategia o plan para hacerle frente de manera efectiva.

CAMBIO DE OBJETIVO

En 2010, en la Cumbre de Lisboa, el Concepto Estratégico que se aprobó calificaba a Rusia de «socio estratégico», mientras que ahora se habla de «la amenaza más significativa y directa». Entonces estuvo el presidente Medvedev como invitado, mientras que ahora Putin es el protagonista, por desgracia, de todas las conversaciones. Hace 12 años no había una sola mención a China, y ahora en cambio, después de alinearse con Moscú una y otra vez, se recalca que «desafía nuestros intereses, seguridad y valores» por sus «políticas coercitivas».

Madrid entierra definitivamente el sueño de los últimos 25 años de intentar convertir a los herederos de la URSS en amigos y colaboradores. «La Federación Rusa es la amenaza más importante y directa para la seguridad de los Aliados y para la paz y la estabilidad en el área euroatlántica. Busca establecer esferas de influencia y control directo a través de la coerción, la subversión, la agresión y la anexión. Utiliza medios convencionales, cibernéticos e híbridos contra nosotros y nuestros socios. Su postura militar coercitiva, su retórica y su voluntad demostrada de utilizar la fuerza para perseguir sus objetivos políticos socavan el orden internacional basado en normas», dice el documento ratificado hoy. «A la luz de sus políticas y acciones hostiles, no podemos considerar a la Federación Rusa como nuestro socio. Sin embargo, seguimos dispuestos a mantener abiertos los canales de comunicación con Moscú para gestionar y mitigar los riesgos, evitar la escalada y aumentar la transparencia», dicen los aliados.

Sobre China, país que apareció por primera vez citado en la historia de la Alianza en la Cumbre de Londres, en diciembre de 2019, los términos son también muy duros, por presión norteamericana. Los europeos tenían más dudas, pero el texto final es muy contundente. «Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China desafían nuestros intereses, seguridad y valores. China emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su presencia global y proyectar su poder, mientras permanece opaca sobre su estrategia, intenciones y desarrollo militar. Las operaciones híbridas y cibernéticas maliciosas de la República Popular China y su retórica de confrontación y desinformación tienen como objetivo a los Aliados y dañan la seguridad de la Alianza», resume el concepto. Los aliados avisan y se avisan de que Pekín «busca controlar sectores tecnológicos e industriales clave, infraestructura crítica y materiales estratégicos y cadenas de suministro. Utiliza su influencia económica para crear dependencias estratégicas y aumentar su influencia. Se esfuerza por subvertir el orden internacional basado en reglas, incluso en los dominios espacial, cibernético y marítimo. La asociación estratégica cada vez más profunda entre la República Popular China y la Federación de Rusia y sus intentos de reforzarse mutuamente para socavar el orden internacional basado en normas van en contra de nuestros valores e intereses», recalcan.