La intimidad es la parte personalísima, por lo común reservada, de los asuntos o afectos de una persona. Todos tenemos nuestra intimidad que no conoce nadie. En todo caso, aquella persona o personas a quienes queramos manifestarles una parte de la misma.
Tenemos derecho a nuestra intimidad que nadie debe violar y la obligación de mantenerla, para nosotros y para quién creamos conveniente.
Ya de niños se inicia de una forma natural el reconocimiento por nuestra parte de aspectos de nuestra vida que pertenecen a nuestra intimidad. En los niños pequeños es corriente encontrar que empiezan a reservar la intimidad de su cuerpo. Que no dejan a nadie entrar en el cuarto de baño cuando se están bañando, por ejemplo. Parece que hay pudor natural en este sentido.
Al descubrir su intimidad, el adolescente puede pasar fácilmente al extremo de encerrarse en su propio mundo, rechazando las influencias de sus padres que ahora considera como intrusiones en su intimidad.
Por otra parte, puede que a la vez se abra incondicionalmente con sus compañeros o amigos por no responsabilizarse de su mundo personal.
Es conveniente que ya en esta edad empecemos a distinguir entre información que queremos comunicar a los padres, y la información que guardamos para otras relaciones o que guardamos para nosotros mismos.
Ahí es donde entra el pudor. EL pudor no consiste a un aislamiento de comunicación con otras personas. Esto únicamente conducirá a la soledad. El pudor es el guardián de nuestra intimidad. El pudor se refiere, más bien, a la contemplación del propio ser para una entrega oportuna. Conocerse a fondo, saber de nuestros más profundos sentimientos, apreciar nuestra intimidad y por lo tanto guardarla celosamente.
Por eso, otra señal positiva de la virtud del pudor podría ser la capacidad de la persona para estar con ella misma sin evadir la responsabilidad de su propio ser. Esa capacidad de estar tranquilo sin ruido externo, estar en silencio algún tiempo…
Los tres rasgos que podemos tener en cuenta para ver si apreciamos nuestra intimidad son:
1.- Si existen zonas en que empezamos a reservar algo de nuestro ser, emociones o cuerpo, a cubierto de los demás.
2.- Si somos capaces de estar un rato a solas con nosotros mismos en silencio.
3.- Si mantenemos sano el contenido de nuestra intimidad mediante la orientación que nos prestan las personas adecuadas.
Los tres ámbitos más importantes del pudor son: la vivienda, el vestido y el lenguaje.
La vivienda es el lugar de mi intimidad invitar alguien a mi casa es abrirle parte de mi intimidad. Mi habitación es el “santa santorum” de mi intimidad personal.
El vestido que cubre nuestro cuerpo tiene el sentido de que mi cuerpo es mío que no está a disposición de nadie mas que de mi mismo, que no estoy dispuesto a compartirlo con todo el mundo y por consiguiente estoy en condiciones de entregarlo a una persona o de no entregarlo a nadie..
Hoy el problema de la moda. La falta de pudor ¿como se determina?: poniéndose en el lugar del otro, hombreo mujer, y considerar si vistiéndose de ese modo se va a excitar sus instintos de tal modo que participe aunque sólo sea mentalmente de la propia intimidad. Por eso el criterio a tener en cuenta no es si cubrir mucho o poco, sino también de cómo se lo cubre.
Con respecto a la expresión del pudor en el lenguaje nos encontramos en un terreno muy amplio. Cuando uno dice “no se lo que me pasa” esta reconociendo que no posee objetivamente la propia intimidad. La posibilidad de expresión verbal del estado de ánimo es la posibilidad de posesión objetiva del mismo, y, por consiguiente, la posibilidad de comunicación o de entrega de lo que se posee.”Cuando se dice de una persona que no tiene pudor porque se refiere indiscriminadamente a aspectos íntimos de su vida afectiva, se quiere indicar que la intimidad de esa persona es de dominio publico”.
La propia intimidad sólo debe manifestarse en aquellos casos en que ello pueda favorecer la mejora personal o el bien del prójimo.
Es saludable muestra de pudor el callar ante extraños las propias intimidades y mantener a cubierto de la curiosidad o de la especulación ajena, no ya sólo los problemas, sino las emociones, sentimientos y estados de animo que constituyan la trama de la vida afectiva de cada uno. También lo es el no hablar a la ligera y sin razón suficiente de acontecimientos o temas que habitualmente afectan a la esfera intima de las personas. En este sentido, está claro que el de cierto tipo de interjecciones y frases muestra falta de pudor en quien las dice.
La virtud del pudor pede resultar seriamente dañada por influencias externas a la persona. El ambiente, las luces, el cine, la música, la televisión, las lecturas pueden influir negativamente en nuestra intimidad, ya de forma inmediata o bien con efecto retardado,¡ las pasiones son las pasiones!, si no hacemos caso del pudor, que nos advierte del riesgo que podemos correr con dejarnos llevar por estas influencias externas.
De otra parte hemos de advertir que movidos por los sentimientos es posible dejar a otras personas abusar de la propia intimidad e incluso, sin querer, abusar de la intimidad de otros. De ahí que volvamos a reiterar que el pudor es el guardián de nuestra intimidad que nos advierte del peligro de saltarnos las fronteras.
Un aspecto relacionado con el pudor es la llamada educación sexual. Para ello hay que evitar que rodeemos de malicia esta materia, que aprendamos algo que es en si mismo noble y santo- de mala manera por amigos desinformados y maliciosos. La virtud del pudor nos lleva a tener el debido respeto por nuestro propio cuerpo.
La virtud de la pureza que nos lleva a sentir la necesidad de poseernos a nosotros mismos para poder después poder llegar a entregarnos. El que no se posee no se puede entregar Y el pudor nos ayuda a discernir que hay un qué, un donde, un cuando, y un a quién en todos los actos. El pudor requiere atención a las circunstancias y miramiento con las personas, las obras y a las palabras.
El pudor ha de fomentarse desde pequeños para que cuando se descubra la intimidad el “guardián“ esté preparado para ejercer su función. Si de una manera natural uno reconoce la necesidad de desarrollar el pudor y ha entendido los criterios para comprender el sentido de esta virtud, las normas de protección de la misma tendrá para nosotros un aspecto positivo ¡tenemos pudor! ¡Tenemos un buen guardián para lograr defender y vivir las virtudes!
La virtud del pudor tiene una parte de conocimiento y otra de voluntad. Es un error pensar que basta el razonamiento o por contrario que es suficiente la voluntad. Sabemos que es esta virtud y cuando hay que utilizarla, pero ahí te quiero ver, ahora hace falta la fuerza de voluntad para aplicarla. Es necesario el esfuerzo personal, la lucha. Esto es especialmente cierto en lo que se refiere al uso correcto de la sexualidad. Esto vale principalmente para la juventud en la cual la fuerza de las tendencias sexuales y la poca madurez de la personalidad del joven exigen una lucha más rigurosa. Por otra parte la juventud es también la época mas adecuada para entenderla vida como lucha, para despreciar la comodidad. Fortalecer a la juventud la conciencia de que una vida humana sólo se realiza a través de la lucha es poner uno de los fundamentos mas firmes para le educación en el aspecto sexual.
Habrá que enseñar a los jóvenes a evitar las ocasiones que pueden llegar a dañarles, a guardar los sentidos, a controlarse dominando su cuerpo con la razón.
“el pudor es el área de seguridad del individuo –el indivisible- y de sus valores específicos, y delimita el ámbito del amor al no permitir que se desencadene la sexualidad cuando la unidad interna del amor no haya nacido aún.”
Con la educación de la virtud del pudor, conjuntamente, con la virtud de la generosidad ponemos los cimientos para el desarrollo del amor.
“Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios “ y Dios es Amor. En el silencio de nuestro corazón, en lo mas intimo de nuestra intimidad, si nuestro corazón, con la ayuda de Dios, está limpio nosotros veremos a Dios todos y cada uno de los días de nuestra vida.