La ciencia en España (también) tiene nombre de mujer

La ciencia es el mayor tesoro de la humanidad. Permite vivir más y mejor; procura avances en medicina para sanar enfermedades; está detrás las telecomunicaciones, el deporte, la energía o la movilidad… Resuelve desde los problemas más pequeños a los más grandes retos de la Humanidad. Sin embargo, durante siglos, la ciencia fue territorio masculino y relegó a las mujeres a un segundo plano. Hoy en día, esa tendencia se revierte poco a poco, aunque, ¡ojo!, queda camino por recorrer.

La informática nació en el siglo XIX. Solo con leer esto, quizás alguna ceja se haya alzado de extrañeza. Pero es que, además, fue una mujer la que impulsó este hallazgo científico. Ada Lovelace (1815-1852) desarrolló el primer lenguaje de programación mediante la descripción de algoritmos.

Ada era hija del poeta Lord Byron y su madre, en un intento por alejarla de la literatura y las veleidades románticas de la época, se empeñó en que la pequeña recibiese una esmerada formación en ciencias y, en especial, en matemáticas. Se esforzó en formarla en la lógica racional e inculcarle el amor por los números y la ciencia. La Humanidad debe agradecérselo, porque su hija se convirtió en la primera programadora de la Historia y sentó las bases de la informática.

El caso de Ada Lovelace es singular porque la ciencia era todavía un mundo de hombres. Y eso que, para entonces, mujeres como Hipatía de Alejandría (370-416) habían contribuido de manera notable a su desarrollo con aportaciones a las matemáticas y la astronomía. Un repaso a las biografías de mujeres como Marie Curie -su primer premio Nobel tuvo que compartirlo con su marido- o Mary Edwards Walker -la primera cirujana en el ejército de EEUU- da pistas de las dificultades que tuvieron que superar para poder dedicarse a sus vocaciones.

Los datos hoy día son más esperanzadores. Según Eurostat, en España hay 743.100 mujeres del total de 1.506.200 integrantes de la comunidad científica y en 2020, España ocupaba el tercer puesto de la Unión Europea con mayor número de científicas y el quinto en paridad entre hombres y mujeres en este ámbito. Sin embargo, el Ministerio de Educación señala que el porcentaje de mujeres en carreras científicas no llega al 30%, cifra que baja al 12% en grados como informática y que en la Formación Profesional en áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) cae hasta el 9% en la especialidad de mecánica y el 4% en electrónica. Aún queda camino por andar.

“La ciencia es motor de desarrollo y hemos visto la importancia que ha tenido en la actual situación de pandemia»

Ana Martínez, científica en Repsol Technology Lab

Para entender la importancia de la ciencia, intente citar algún país que haya avanzado de espaldas a ella. Puede tomarse su tiempo, porque le costará encontrar la respuesta. “La ciencia es motor de desarrollo y hemos visto la importancia que ha tenido en la actual situación de pandemia. Aquellos mejor preparados en cuanto a tejido de investigación han respondido con más rapidez”, explica Ana Martínez, ingeniera especializada en hidrógeno que trabaja en Repsol Technology Lab. Si el conocimiento ha ejercido de brújula en estos tiempos inciertos, en la lucha contra el cambio climático su papel es similar. “Tenemos muchos retos por delante para lograr la transición energética hacia la descarbonización y solo los alcanzaremos si nos basamos en la ciencia y disponemos de tecnología solvente”, precisa Martínez.

Margarita Salas (1938-2019) es la científica más reconocida de España y una auténtica pionera en nuestro país, pero no es la única. El hecho de que la mujer ocupe ya los primeros puestos en proyectos de investigación e innovación tiene que ver con la visibilidad y con la existencia de referentes claros. Es importante transmitir la pasión por la ciencia a las nuevas generaciones de niñas y que los ejemplos sean visibles para dejar atrás el llamado efecto Matilda—así se denomina el prejuicio de reconocer los logros de las mujeres científicas, que describió la sufragista Matilda Joslyn Gage en su ensayo La mujer como inventora—.

Dolores Cárdenas, ingeniera química en Repsol Technology Lab

La vocación “puede aparecer en cualquier momento”, afirma Dolores Cárdenas, ingeniera química en Repsol Technology Lab, “en mi caso, fue cuando vi a mi hermana, también ingeniera, venir de sus prácticas de la universidad y aquello me pareció fascinante”. Cárdenas coordina el desarrollo de combustibles de competición para el quipo Repsol Honda, capitaneado por Marc Márquez. Pero junto a ella, en la energética española trabajan otras muchas mujeres en distintas disciplinas científicas. Así, en el cómputo total, el 51% de las nuevas incorporaciones en 2020 fueron mujeres. A nivel global, el 37% también lo son y un 41% ocupa los puestos de responsabilidad.

Producir energía cada vez más sostenible reduciendo emisiones, tecnologías para hacer que los edificios sean más eficientes o lograr combustibles más respetuosos con el medio ambiente son algunos de los retos en los que se trabaja entre los pasillos y laboratorios del centro de innovación de la energética, ubicado en Móstoles (Madrid). Ana Martínez desempeña también allí sus investigaciones sobre la fotoelectrofotocatálisis, una tecnología que permite producir hidrógeno renovable usando solo rayos de sol y agua.

Beatriz Domínguez, ingeniera química en Repsol Technology Lab

Beatriz Domínguez, ingeniera química, que trabaja junto a Cárdenas, desarrollando, en este caso, el lubricante del equipo de Moto GP, se recuerda rodeada de hombres en sus inicios “aunque no me supuso ninguna dificultad ni facilidad ese hecho”. Ella, como mujer STEM, tuvo vocación científica desde pequeña. Y lanza un mensaje claro a las niñas tocadas por esta vocación: «hay una frase que siempre me ha gustado: ‘como no sabía que era imposible, lo hizo’. No hay nada imposible y los límites serán los que os pongáis vosotras».

REALIZADO POR UE STUDIO

Este texto ha sido desarrollado por UE Studio firma creativa de branded content y marketing de contenidos de Unidad Editorial, para Repsol.