«Con Iglesias en Moncloa, el PP nunca pactará los presupuestos»

La aprobación esta semana del eufemístico decreto de «nueva normalización» tras la crisis sanitaria ha servido para rehabilitar un mínimo entendimiento entre el PSOE y el PP, que no se percibía desde que en diciembre de 2018 ambos partidos pactaron el relevo de Carlos Lesmes al frente del Poder Judicial por el magistrado Manuel Marchena. Aquella operación quedó finalmente frustrada por un cúmulo de torpezas políticas, y por oscuras maniobras de boicot de sectores del PSOE y del PP, pero desde entonces los acercamientos sinceros entre Pedro Sánchez y Pablo Casado han sido nulos.

El «no es no» pasa de moda

El voto afirmativo -y condicionado- del PP al decreto de «nueva normalización» ha contribuido a rebajar la tensión entre Moncloa y Génova, y en ello tienen mucho que ver el creciente rechazo ciudadano que los sondeos atribuyen a la falta de consensos tras una tragedia como la vivida en España con más de 40.000 fallecidos, y la necesidad de los partidos presentar un perfil más constructivo en plena campaña electoral gallega y vasca. De momento, los tiempos del «no es no» taxativo quedan congelados.

Sin embargo, el pronóstico no es halagüeño. Pedro Sánchez puede presumir de no haber perdido una sola votación en tres meses de estado de alarma y de mantener lubricado el engranaje de su «aritmética variable» en el Congreso, especialmente tras haber consagrado un apoyo constante de Ciudadanos y PNV a sus iniciativas, en detrimento de ERC. Más aún, Ciudadanos ha asumido como «nueva normalidad», y sin que Inés Arrimadas se sienta incómoda, la celebración de la «mesa de diálogo» Moncloa-Generalitat con todo el recetario independentista sobre el mantel.

«Le hemos hecho el plan B»

Pero las ofertas de diálogo del PP son finitas. Tienen un límite. De un lado, el llamado «plan Cajal» es un elaborado proyecto de medidas planteadas por Génova cuyo último objetivo es evitar un nuevo confinamiento masivo en el caso de que surja un fuerte rebrote otoñal de la pandemia.

En Génova la preocupación socio-sanitaria es una prioridad, y su fórmula de acuerdo a Sánchez tiene su lógica: no puede volverse a reproducir una «guerra ideológica» entre las autonomías en caso de rebrotes serios, los decretos aprobados por Salvador Illa han sido «chapuceros» e insuficientes, y en adelante «ya no bastará con separarnos metro y medio y lavarnos mucho las manos». «Nosotros hemos redactado a Sánchez el plan B que siempre se negó a tener», argumentan fuentes de Génova.

«Que pierda toda esperanza»

La segunda oferta de acuerdo es el «plan de choque» económico -Activemos España- que ha diseñado el equipo de Pablo Casado para tratar de paliar los efectos de la recesión que ha llegado a España. Sin embargo, difícilmente habrá más consensos en el futuro. Y menos aún, para la eventual aprobación de los presupuestos generales del Estado.

El factor desestabilizador de cualquier acercamiento en ese sentido es Pablo Iglesias porque «mientras esté en La Moncloa, es imposible que el PP los apruebe». «Con Iglesias en el Gobierno no hay absolutamente nada que pactar… que Sánchez pierda toda esperanza». En todo caso, las posibilidades de que el PP y el PSOE alcanzaran un acuerdo en materia presupuesta son lejanísimas, por dos motivos: hay una evidente incompatibilidad de criterios sobre cómo deben ser esas cuentas públicas, y el PP trabaja en la convicción de que su labor es conformar una alternativa real y sólida al Gobierno, y no ser corresponsable de su gestión.

El análisis de situación que hace la dirección del PP es que hasta ahora Sánchez no ha percibido en toda su crudeza el perjuicio que le supone mantener un acuerdo de gobernabilidad con Podemos porque «va a ser imposible que saque adelante cualquier proyecto económico o financiero para España con la presión de Bruselas».

«Los condicionantes que imponga la UE ante cualquier préstamo, ante cualquier rescate, van a ser incompatibles con Podemos. Por eso Sánchez está jugando a acercarse a Ciudadanos, y por eso lanza al PP órdagos biensonantes y de corrección política. Pero él optó por unos socios, y ahora sabe que unos nuevos presupuestos difícilmente podrán pasar por ellos con el aval de Europa. La disyuntiva para Sánchez, con España en quiebra, puede llegar a ser delirante».

Las tijeras de podar europeas

A ello se suma otro factor explosivo en el seno del Gobierno, donde el PP percibe «una pugna a bofetadas» entre ministros como José Luis Escrivá, Margarita Robles y, sobre todo Nadia Calviño -a quien Génova atribuye muchas opciones de presidir el Eurogrupo- frente al «clan de Podemos».

«Las noticias que en confianza nos transmiten algunos miembros del Gobierno apuntan a un lío interno terrible porque objetivamente PSOE y Podemos son la noche y el día. Hay problemas internos muy serios, y nadie sabe qué ocurrirá cuando Bruselas aterrice en España con las tijeras de podar», sostiene una fuente próxima a Casado.

No obstante y de momento, Sánchez ejerce de equilibrista en el alambre: supera las votaciones coyunturales con más o menos éxito, pero sin diseñar un plan solvente de futuro. «Carpe diem».