Resumen: Destrucción de Sodoma y Gomorra. Agar e Ismael

Cuando Abraham despedía a los Ángeles que fueron a anunciarle el próximo nacimiento de un hijo, oyó la voz del Señor, que decía: “Las iniquidades de Sodoma han llegado a su colmo y voy a destruir esa ciudad”. Estas palabras enternecieron el corazón de Abraham, y, movido por la compasión, se atrevió a pedir gracia para los culpables, diciendo. ¿Perderéis, Señor, al inocente con el impío? Si hay cincuenta justos en Sodoma, ¿perecerán con los demás? _Por ellos, respondió el Señor, perdonaré a toda la ciudad. Abraham repuso: _Dispénsame, Señor, si me atrevo a insistir; quizá no haya más que cuarenta o treinta. _ Si se encuentran cuarenta o treinta de ellos, haré gracia a todos. _ ¿y si no se encuentran más que veinte o solo diez? _ Si se encuentran diez justos en Sodoma, no perecerá la ciudad.

Desgraciadamente, no había en ella ni siquiera diez justos, porque únicamente Lot había conservado el temor de Dios en medio de ese corrompido pueblo, y sólo él y su familia se libraron del castigo. Hallándose Lot una tarde sentado a la puerta de la ciudad, cuando vio llegar dos forasteros, que eran Ángeles en forma humana; les salió al encuentro y les ofreció hospitalidad, y ellos la aceptaron. Estos enviados del cielo dijeron a Lot: “Apresúrate con tu familia a abandonar la ciudad, porque ha llegado la hora en que va a ser destruida. Enseguida Lot fue a prevenir a sus parientes y amigos del peligro que les amenazaba, invitándoles a que se fueran con é; pero ellos se burlaron de Lot y de sus consejos. Al día siguiente, de madrugada, los Ángeles acompañaron fuera de la ciudad a Lot, su mujer y sus dos hijas, y tan pronto como hubieran salido, hizo Dios caer sobre Sodoma una lluvia de fuego y azufre, que la consumió con todos sus habitantes.

Gomorra y otras ciudades inmediatas, que se habían manchado con crímenes semejantes, tuvieron igual fin que Sodoma. La mujer de Lot que, al huir, volvió la cara para mirar el incendio, a pesar de la expresa prohibición de los Ángeles, quedó muerta en el acto, y convertida en estatua de sal. “Abraham se levantó de madrugada y fue al lugar donde había estado conversando con Dios. Dirigió la vista en dirección de Sodoma y Gomorra y de toda la región a la redonda, y, al fijarse, vio que subía de la tierra una humareda como la de una fogata. Así pues, cuando Dios destruyó las ciudades de la redonda, se acordó de Abraham y puso a Lot a salvo de la catástrofe, cuando arrasó las ciudades en que Lot habitaba”.

Un día, habiendo visto Sara que Ismael, maltrataba a su hijo Isaac cuando estaban jugando, dijo a su esposo: _”Despacha a Agar y a su hijo, porque el hijo de la esclava no debe heredar con el mío”. Abraham lo sintió muchísimo, por tratarse de su hijo, pero Dios dijo a Abraham: “No lo sientas ni por el chico ni por tu criada. Haz caso a Sara en todo lo que te dice, pues, aunque en virtud de Isaac llevará tu nombre una descendencia, también del hijo de la criada haré una gran nación, por ser descendiente tuyo”. Abraham se levantó de mañana, tomó pan y un odre de agua y se lo dio a Agar; le puso al hombro el niño y la despidió.

Agar anduvo errante por el desierto de Berseba. Cuando llegó a faltar agua del odre, empezó su hijo a encontrarse tan extenuado de sed, hambre y fatiga, que estaba a punto de morir. Para evitarse Agar el dolor de presenciar la muerte de su amado hijo, lo puso al pie de un árbol, y ella fue a sentarse a cierta distancia llena de una gran pena. Cuando estaba llorando desesperadamente “Oyó Dios la voz del chico. El Ángel de dios llamó a Agar desde los cielos y le dijo: “¿Que te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del chico en donde está. ¡Arriba!, levanta al chico y tenle de la mano, porque ha de convertirse en una gran nación.” Entonces abrió Dios los ojos de Agar y vio un pozo de agua. Fue, llenó el odre de agua y dio de beber al chico”. Asistido por el Señor, Ismael creció en el desierto, y llego a ser muy diestro arquero. Se casó tiempo después con una egipcia, y fue padre de los árabes ismaelitas, tan conocidos en la Historia con el nombre de agarenos o sarracenos.

* En cursiva el resumen y explicación. En letra normal el escrito literal de la Biblia de Jerusalén Católica.