Dispersión de los hombres: La torre de Babel

Los hijos de Noé que salieron del arca eran Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán. Estos tres fueron los hijos de Noé, y a partir de ellos se pobló toda la tierra. Noé se dedicó a la labranza y plantó una viña. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, cogió unos racimos, y del jugo de las uvas hizo vino. Noé, que no sabía lo malo que es beber mucho vino, se embriagó, y se quedó dormido completamente desnudo. Cam, al verle así, comenzó a burlarse de su padre. Llamó a los otros dos hermanos para que se rieran también; pero ellos, más respetuosos, lo cubrieron con una capa sin mirarle. Cuando Noé se despertó y se enteró de lo que había pasado, bendijo a Sem y Jafet, y maldijo a la raza de Cam, condenándola a vivir en la esclavitud.

Con el tiempo se multiplicaron mucho los descendientes de Noé, y se fueron extendiendo por los territorios vecinos a Armenia. Los hijos de Jafet o jafetitas, poblaron la Media, Persia, Asia Menor, las islas del Mediterráneo Oriental, Grecia, Tracia, la región del Caúcaso y las costas del Mar Negro, hasta Crimen, desde donde se extendieron por Europa. Los camitas se establecieron, principalmente, en las cuencas del Tigres y del Éufrates, en las costas del golfo Pérsico, en el país de Canaán, en Egipto, Abisinia y Libia. También los semitas bajaron, a su vez, de la región montañosa de Armenia, y después de vencer a los camitas que habían fundado los reinos más antiguos de Sumeria y Babilonia, se establecieron en la llanura de .

La fertilísima llanura de Senaar, desprovista por completo de piedra de construcción, poseía arcilla de excelente calidad para hacer ladrillos. Establecidos ya en ella los hijos de Sem, aumentando tanto sus familias que se vieron precisados a extenderse por otros países. Antes de separarse, quisieron levantar un monumento que fuera testimonio de su poder; y, al efecto, se dijeron unos a otros: Venid, hagamos ladrillos, los cocemos al fuego y edifiquemos una ciudad, y una torre que llegue hasta el cielo para hacer célebre nuestro nombre antes que nos separemos. Pusieron manos a la obra, y cuando el edificio llegó a gran altura, confundió el Señor el orgullo de aquellos hombres, y para que no creciera su soberbia introdujo tal diversidad de lenguas entre ellos, que, no pudiendo entenderse, se vieron obligados a dispersarse, sin haber llevado a cabo la empresa. La torre que dejaron sin acabar se llamó Babel, porque allí embrolló Dios el lenguaje de todo el mundo, y desde allí los desperdigó Dios por toda la faz de la tierra.

Dispersados así los hombres, se perdieron pronto las tradiciones primitivas, mezclándose con fábulas más o menos acertadas. Cegados por las pasiones, tributaron los honores de la divinidad a sus reyes, a los guerreros más notables, al Sol, a la Luna, a estatuas y a las criaturas más pintorescas; de modo que la idolatría llego a ser casi universal. En la descendencia de Sem (familia de Arfaxad) se conservaron el conocimiento y la práctica de la verdadera religión.

Dios, que había determinado enviar al mundo el Redentor prometido en el Paraíso terrenal, se escogió un pueblo que fuese fiel a su doctrina. De dicho pueblo nacería el Salvador del mundo. El padre de ese pueblo escogido por Dios fue Abrahán. El Señor se le apareció y le dijo: Sal de tu país, deja a tu familia y ve a la tierra que te mostraré. Obediente, Abrahán se puso en camino con su mujer, sus sirvientes, su sobrino Lot y los ganados. Llegó hasta las fértiles llanuras de Canaán, que luego se llamaron Palestina o Judea.

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Esta es la descendencia de los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, a quienes les nacieron hijos después del diluvio: Hijos de Jafet: Gomer, Magog, los medos, Yaván, Túbal, Mések y Tirás.  Hijos de Gomer: Askanaz, Rifat, Togarmá. Hijos de Yaván: Elisá, Tarsis, los Kittim y los Dodanim.

A partir de éstos se poblaron las islas de las gentes. Estos fueron los hijos de Jafet por sus territorios y lenguas, por sus linajes y naciones respectivas. Hijos de Cam: Kus, Misráyim, Put y Canaán. Hijos de Kus: Seba, Javilá, Sabtá, Ramá y Sabteká. Hijos de Ramá: Seba y Dedán. Kus engendró a Nemrod, que fue el primero que se hizo prepotente en la tierra. Fue un bravo cazador delante de Yahveh, por lo cual se suele decir: «Bravo cazador delante de Yahveh, como Nemrod.» Los comienzos de su reino fueron Babel, Erek y Acad, ciudades todas ellas en tierra de Senaar. De aquella tierra procedía Asur, que edificó Nínive, Rejobot Ir, Kálaj y Resen, entre Nínive y Kálaj (aquella es la Gran Ciudad). Misráyim engendró a los luditas, anamitas, lehabitas y naftujitas, a los de Patrós, de Kasluj y de Kaftor, de donde salieron los filisteos.

. Más tarde se propagaron las estirpes cananeas. La frontera de los cananeos iba desde Sidón, en dirección de Guerar, hasta Gaza; y en dirección de Sodoma, Gomorra, Admá y Seboyim, hasta Lesa. Estos fueron los hijos de Cam, según sus linajes y lenguas, por sus territorios y naciones respectivas.

También le nacieron hijos a Sem, padre de todos los hijos de Héber y hermano mayor de Jafet. Hijos de Sem: Elam, Asur, Aparksad, Lud y Aram. Hijos de Aram: Us, Jul, Guéter y Mas. Arpaksad engendró a Sélaj y Sélaj engendró a Héber. A Héber le nacieron dos hijos: el nombre de uno fue Péleg, porque en sus días fue divida la tierra. Su hermano se llamaba Yoqtán. Yoqtán engendró a Almodad, a Selef, a Jasarmávet, a Yéraj,  a Hadoram, a Uzal, a Diclá, a Obal, a Abimael, a Sebá, a Ofir, a Javilá y a Yobab. Todos fueron hijos de Yoqtán. Su asiento se extendió desde Mesá, en dirección a Sefar, al monte del oriente. Estos fueron los hijos de Sem, según sus linajes y lenguas, por sus territorios y naciones respectivas. Hasta aquí los linajes de los hijos de Noé, según su origen y sus naciones. Y a partir de ellos se dispersaron los pueblos por la tierra después del diluvio.

Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras. Al desplazarse la humanidad desde oriente, hallaron una vega en el país de Senaar y allí se establecieron. Entonces se dijeron el uno al otro: «Ea, vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego.» Así el ladrillo les servía de piedra y el betún de argamasa. Después dijeron: «Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en los cielos, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la haz de la tierra.»

Bajó Yahveh a ver la ciudad y la torre que habían edificado los humanos, y dijo Yahveh: «He aquí que todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y este es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. Ea, pues, bajemos, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo que no entienda cada cual el de su prójimo.» Y desde aquel punto los desperdigó Yahveh por toda la haz de la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por eso se la llamó Babel; porque allí embrolló Yahveh el lenguaje de todo el mundo, y desde allí los desperdigó Yahveh por toda la haz de la tierra.

Estos son los descendientes de Sem: Sem tenía cien años cuando engendró a Arpaksad, dos años después del diluvio. Vivió Sem, después de engendrar a Arpaksad, quinientos años, y engendró hijos e hijas. Arpaksad era de 35 años de edad cuando engendró a Sélaj. Y vivió Arpaksad, después de engendrar a Sélaj, 403 años, y engendró hijos e hijas. Era Sélaj de treinta años cuando engendró a Héber. Y vivió Sélaj, después de engendrar a Héber, 403 años, y engendró hijos e hijas. Era Héber de 34 años cuando engendró a Péleg.

Y vivió Héber después de engendrar a Péleg 430 años, y engendró hijos e hijas. Era Péleg de treinta años cuando engendró a Reú. Y vivió Péleg, después de engendrar a Reú, 209 años, y engendró hijos e hijas. Era Reú de 32 años cuando engendró a Serug. Y vivió Reú después de engendrar a Serug, 207 años, y engendró hijos e hijas. Era Serug de treinta años cuando engendró a Najor. Y vivió Serug, después de engendrar a Najor, doscientos años, y engendró hijos e hijas. Era Najor de veintinueve años cuando engendró a Téraj. Y vivió Najor, después de engendrar a Téraj, 119 años, y engendró hijos e hijas.

Era Téraj de setenta años cuando engendró a Abram, a Najor y a Harán. Estos, son los descendientes de Téraj: Téraj engendró a Abram, a Najor y a Harán. Harán engendró a Lot. Harán murió en vida de su padre Téraj, en su país natal, Ur de los caldeos. Abram y Najor se casaron. La mujer de Abram se llamaba Saray, y la mujer de Najor, Milká, hija de Harán, el padre de Milká y de Jiská. Saray era estéril, sin hijos. Téraj tomó a su hijo Abram, a su nieto Lot, el hijo de Harán, y a su nuera Saray, la mujer de su hijo Abram, y salieron juntos de Ur de los caldeos, para dirigirse a Canaán. Llegados a Jarán, se establecieron allí. Fueron los días de Téraj 205 años, y murió en Jarán.