Un ingeniero aragonés patenta un prototipo de respirador para la UCI que Balay ayudará a producir

Aragón avanza en la lucha contra el covid-19, gracias al esfuerzo conjunto de distintos colectivos. Aragón Digital ha podido conocer que distintas instituciones de la  Comunidad están a punto de  probar un revolucionario prototipo de respirador para la UCI, que ha sido patentado por el ingeniero caspolino Jorge Cubeles. De certificarse oficialmente su funcionamiento, la empresa aragonesa Balay se ha comprometido a ofrecer su maquinaria para producir el prototipo de Cubeles. La compañía estima que la capacidad de producción podría ser de unas 500 unidades al día.

El propio Cubeles ha relatado a este diario cómo inició todo el proceso. El proyecto surgió de su más profunda inquietud, después de una conversación que mantuvo con un amigo natural de Florencia sobre la desesperante situación que encaraba el país italiano. Jorge se dedica a la fabricación de botellas, pero las máquinas que usa son de diseño propio. Ante su destreza industrial, explica, “se me ocurrió que podría hacer lo mismo con los aparatos de respiradores que tanta falta estaban haciendo”.

A partir de ahí, se empezó a movilizar a través de las redes sociales, haciendo un llamamiento a todo aquel que estuviera dispuesto a colaborar en su proyecto. Obtuvo respuesta del veterinario Luis García, quien le cedió su clínica para empezar a trabajar. Ambos, después, se juntaron con el anestesista Fernando Beltran. Los tres, en equipo, siguiendo las indicaciones técnicas, se pusieron manos a la obra para desarrollar el prototipo, “en función de lo que hacía falta para este tipo de enfermos”, matiza Cubeles.

Una vez refrendaron sus posibilidades de aplicación y el ingeniero creara patente de la máquina, contactaron con el exterior para solicitar ayuda “a un nivel más alto”, notificando públicamente Cubeles que cedería su patente de forma voluntaria “a cualquier empresa que me ayudara a construirlos, sin ánimo de lucro”. Al final, recuerda el ingeniero, el espíritu del proyecto no es otro que intentar “ayudar a la gente” de manera altruista. Encontraron el respaldo de la compañía de electrodomésticos aragonesa Balay-BSH, quien, dice Cibeles, “aceptó las condiciones que les habíamos puesto”, y fue el punto de partida para “ponernos a trabajar”.

También recibieron apoyo del Colegio de Veterinarios de Aragón. Desde ese momento, la institución, según explica su gerente, Luis Javier Yus, empezó a llamar a las puertas de las altas esferas clínicas para darles parte de la prometedora noticia. Serían los organismos médicos y administrativas competentes los encargados de dar luz verde a las pruebas de esfuerzo de los primeros prototipos. Por ahora, tan solo existe el llamado “prototipo cero”, cuenta Cubeles, que fue el que él mismo diseñó, aunque espera que “a lo largo de este miércoles” puedan terminarse otros cinco para mandar a la fase de pruebas y homologación.

Yus aclara que el Itannova se encargará de hacer ensayos con un pulmón artificial, al mismo tiempo en que el servicio de electrometría y anestesiología del Clínico se ocupará de lo propio en sus instalaciones. Una vez se fuercen los resultados, el siguiente paso será tocar a la Agencia Española del Medicamento, quien se encargará de gestionar un posible inicio de ensayos clínicos. Cuando llegue ese punto, la cadena de producción de Balay se pondrá en marcha para elaborar los respiradores de Cubeles. Desde la propia compañía revelan que internamente hay “muchas ganas” de sacar adelante esta iniciativa, que sin duda supondría un vuelco esperanzador para muchos pacientes.

Sobre el índice de fiabilidad de sus máquinas, Cubeles confiesa creer que será “altísimo”, aunque reconoce que no está claro todavía “hasta dónde vamos a poder llegar con todo esto”. Aún deben quemarse muchas etapas, pues siguen “en el aire” algunas cuestiones, como, por ejemplo, “conseguir materiales y piezas para hacer una fabricación seriada”. De momento, hay prevista una primera línea de cinco respiradores y el siguiente paso será ejecutar una serie de 50. En cualquier caso, “hay que pasar como sea la homologación”, apunta para concluir el ingeniero, pues el objetivo final es que “no haya ninguna persona que no tenga una oportunidad”. Una para salir de esta.