Los últimos días del doctor Mata: «Era más que un médico, era confesor de familias»

Todas las muertes nos vacían. Pero cuando la enfermedad aprieta, la pérdida del médico deja un hueco imborrable en la comunidad. Sobre todo si este, además de notario clínico, ejerce de consejero de familias enteras. Así era el doctor Jaime Mata Guijarro, el muy querido especialista de medicina general de la colonia militar de Ciudad del Aire en Alcalá de Henares. El doctor Mata, como le conocen sus vecinos, falleció el lunes enel hospital Príncipe de Asturias por coronavirus. Había estado pasando consulta a sus vecinos hasta que él mismo enfermó.

Su vocación era total. Tenía 72 años y hacía tres décadas que había abierto con su mujer, Elisa, una clínica privada en un bajo del número 6 de la calle Barberán y Collar, en la colonia militar. Durante muchos años lo compaginó con su plaza de médico de cabecera en el centro de salud del Val, en la capital complutense. Desde que se jubiló, se centró en cuerpo y alma a sus pacientes de la Ciudad del Aire. «Aquí era una institución. Todos íbamos a verle. Era más que un médico, un confesor de familias en Alcalá», asegura Roberto, residente del barrio que hoy llora su muerte. Un vecino, Aspi, colocó el martes unas flores en la ventana de la clínica y un cartel: «Eternamente agradecidos».

«Era su vida»

«El quería mucho a sus pacientes y vecinos de la colonia. Era su vida», relata con enorme tristeza Carolina, su hija. En el vecindario se ha especulado con que el doctor Mata estuvo de voluntario en el hospital los últimos días, pero lo cierto es que la enfermedad le impidió seguir cuidando de los demás. El médico colgó la bata el viernes 13 tras pasar consulta.

«El lunes siguiente (día 15) ya no pudo asistir a su clínica porque empezó tosiendo, seguido de fiebre, y ya el viernes siguiente le ingresamos. Tenía neumonía bilateral. Esta semana sufrimos que un paciente que había estado unos días antes también había fallecido», afirma su viuda, que agradece las muestras de cariño del barrio. «Estamos muy orgullosos de él, era único y su pérdida es irreparable».

Improvisado altar de sus vecinos
Improvisado altar de sus vecinos

Toñi fue una de sus últimas pacientes. Acudió a la consulta ese día 13, la víspera de que el Gobierno decretase el estado de alarma en todo el país. Llevaba tiempo con una bronquitis y el doctor le había recetado un antibiótico. Pero tras finalizar el tratamiento empezó a sentir un dolor en el pecho. «Mata me estuvo auscultando y me mandó una radiografía ese viernes. Como vivo al lado, me acerqué el lunes a llevársela pero vi que tenía cerrado. Y no me extrañó por la situación de alarma. Pensé en volver la semana siguiente», afirma sin creer aún que su médico ya no esté. «Siempre decíamos, ¿pero Jaime, todavía estas trabajando? Y nos contestaba: Yo moriré con las botas puestas».

Aquel viernes el médico y su mujer llevaban mascarilla y guantes y proporcionaban otra a los pacientes, aunque su familia asegura que le costó unos días conseguirlas. El farmacéutico, José, confirma el desabastecimiento de material de protección y se une al pesar del barrio. «Era un médico ejemplar, altruista, íntegro y servicial». Otra vecina, María José, también estuvo ese día en la clínica. «Yo fui porque tenía tos. Al despedirse me dijo, cuídate que con la que tenemos encima… Estaba jovial, normal. Tantos años con él… Era un hombre bueno», afirma. Aquel día también atendió a Carlos, que le recuerda «afable y cordial».

No habrá aún misa de despedida en la cercana Parroquia de Nuestra Señora del Loreto, donde también lloran a otro vecino voluntario de Cáritas, contagiado. Pero un torrente de solidaridad y cariño recorre el barrio. La muerte del doctor Mata no había trascendido, pero debe sumarse a la lista de bajas del ejército de sanitarios que forman la primera línea de defensa ante la pandemia. Esta misma semana fallecieron dos médicos de familia en Córdoba y Salamanca. Y antes, una enfermera en Vizcaya.