El Génesis : La Creación orígenes del mundo y la humanidad

 

El Antiguo Testamento lo vamos a dividir en dos grandes periodos: desde Adán hasta Abrahán y el segundo desde Abrahán hasta el nacimiento de Jesús de Nazaret. Así mismo, el primer periodo lo dividiremos en dos épocas: la primera, antes del diluvio y la segunda, después del diluvio. Todo se inicia con el libro del Génesis que nos habla, en su comienzo, de la Creación. EL origen del mundo. El mundo que habitamos no es eterno; hubo un tiempo en que no existían ni el cielo, ni la tierra, ni nada de lo que ahora vemos. Dios, con su omnipotencia, sacó de la nada la materia y todos los seres del universo. La Sagrada Escritura nos dice que empleó seis días en realizar esta gran obra. Con la palabra día -el autor- quiere designar aquí un periodo de tiempo más o menos largo, que la ciencia moderna hace ascender a muchos millares de años.

La obra de la creación. Hoy es ya evidente la semejanza que existe entre la cosmogonía científica y la mosaica. De acuerdo con la Biblia, la Ciencia y la Lógica exigen, ante todo, la creación de la materia, porque siendo esta evolutiva no puede ser eterna. El primer día dijo Dios, sea hecha la luz. Y la luz quedó hecha. Después separó la luz de las tinieblas: a la luz le dio el nombre de día y a las tinieblas el de noche. Hablar de la luz antes de la aparición del Sol, parecáa una paradoja en siglos pasados, y sin embargo, la Ciencia ha confirmado espléndidamente la afirmación de Moisés en el Génesis, lo cual revela en el autor de este libro sagrado una intuición extraordinaria, que no puede explicarse sin una inspiración especial.

El segundo día hizo el firmamento, que llamó cielo. En los primeros periodos de la edad primaria se formaron los mares. Parte de la enorme cantidad de vapores acuosos que rodeaban la tierra se condensó y una capa de agua cubrió toda la superficie del globo. La parte no condensada queda suspendida y separada de la inferior, formándose la atmósfera, a la que la Vulgata llama firmamento.

Al tercer día reunió las aguas que cubrían la superficie de la tierra y formó con ellas el mar, despuéss apareció el suelo árido, al que llamó tierra. A su mandato se cubrió la tierra de plantas y árboles de toda especie. Numerosos y violentos movimientos de la corteza terrestre provocaron la emersión de los continentes y en estos aparecieron luego las plantas.

Al cuarto día hizo Dios los astros que brillan en el firmamento, entre ellos el Sol, globo inmenso de luz que alumbra al mundo presidiendo durante el día y la Luna para que alumbrara y presidiera durante la noche. Hasta fines de la edad primaria la atmósfera era densísima y cargadísima de carbono y de vapor acuoso; la tierra sólo era iluminada por una luz difusa, diferente de la del sol, según reconoce la Ciencia. Pero cuando la temperatura hubo bajado mucho y la extraordinaria vegetación del periodo carbonífero hubo absorbido la mayor parte del carbono de la atmósfera, esta se clarifico, condensándose cada vez mas vapores acuosos, y al fin apareció el Sol, iluminando y calentando la superficie terrestre; luego la Luna, y, mas tarde, las estrellas.

El quinto día creó los monstruos marinos, los reptiles acuáticos, y las aves, a las que luego bendijo diciendo: creced y multiplicaos y llenad las aguas del mar, y multipléquense las aves sobre la tierra. Con el tiempo se va purificando la    atmósfera; el periodo pérmico (último de la edad primaria), durante el cual aparecieron los astros, preparó la venida de los animales de respiración pulmonar. En la edad secundaria aparecieron los monstruos marinos o grandes cetáceos, los reptiles acuáticos y las aves.

El sexto día dijo Dios: Produzca la tierra animales vivos de toda especie, y aparecieron en la tierra animales de muchas formas. Por fin, durante la edad terciaria, según comprueban la Geología, hicieron su aparición los animales terrestres; y durante la edad cuaternaria el hombre poblaba ya gran parte de la tierra.

De todas formas, la concordancia entre la cosmografía mosaica y la científica sólo existe a grandes rasgos, pero no en los detalles; lo cual nada dice en contra de la Biblia, pues Moisés, al escribir este capítulo, no pretendió dar una lección de Geología, sino un resumen de Teología.