Historia Sagrada: Renovación de la Alianza. Nuevas tablas de la Ley.

Renovación de la Alianza. Nuevas tablas de la Ley.

Yahvé dijo a Moisés: “Tállate dos tablas de piedra como las primeras, sube donde mí, al monte y yo escribiré en ellas las palabras que había en las primeras tablas que rompiste. Prepárate para mañana; sube temprano al monte Sinaí y aguárdame allí en la cumbre del monte. Que nadie suba contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni siquiera las ovejas o las vacas pasten en el monte” Moisés labró dos tablas de piedra como las primeras, se levantó temprano y subió al monte Sinaí como le había mandado Yahvé, llevando en su mano las dos tablas de piedra. Yahvé descendió en una nube y se detuvo allí junto a él.

Aparición de Dios.

Moisés invocó el nombre de Yahvé. Yahvé pasó por delante de él y exclamó: “Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero no los deja impunes; que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos hasta la tercera y cuarta generación.”

Al instante, Moisés se inclinó a tierra y se postró. Y dijo: “Señor mío, si he obtenido tu favor, ¡dígnese mi Señor ir en medio de nosotros! Aunque éste sea un pueblo obstinado; perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y haznos tu heredad,”

La Alianza.

El respondió: “Yo voy a hacer una alianza; delante de tu pueblo realizaré maravillas, cual no se han hecho en toda la tierra o en nación alguna. Y todo el pueblo que te rodea verá lo terrible que es la obra de Yahvé que yo haré contigo.

Observa lo que yo te mando hoy; expulsaré delante de tí al amorreo, al cananeo, al hitita, al perizita, al jivita y al jebuseo.

Guárdate de hacer alianza con los habitantes del país donde vas a entrar, pues sería un lazo en medio de ti. Destruir sus altares, destrozad sus estelas y romper sus cipos.

NO te postres ante un dios extraño, pues Yahvé se llama Celoso, es un Dios celoso. No hagas alianza con los habitantes del país, pues cuando se prostituyan con sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te invitarán a participar en sus sacrificios. No tomes a sus hijas para tus hijos, pues sus hijas se prostituirán con sus dioses y prostituirán a tus hijos con sus dioses.

No te hagas dioses de metal fundido.

Guarda la fiesta de los ázimos; durante siete días comerás ázimos, como te mandé, en el tiempo señalado del mes de Abib, pues en el mes de Abib saliste de Egipto.

Todo primogénito es mío y todo primer nacido, macho, de vaca o de oveja, es mío. El primer nacido de asno lo rescatarás con una oveja; y si no lo rescatas lo desnucarás. Rescatarás todos los primogénitos de tus hijos. Nadie se presentará ante mí con las manos vacías.

Durante seis días trabajarás, pero el séptimo descansarás; en la siembra y en la siega, descansarás.

Celebrarás la fiesta de las Semanas, al comenzar la siega del trigo, y la fiesta de la Cosecha, al final del año.

Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante el Señor Yahvé, Dios de Israel.

Cuando expulse a las naciones delante de ti y ensanche tus fronteras, nadie codiciará tu tierra cuando subas, tres veces al año, a presentarte ante Yahvé, tu Dios.

No ofrezcas pan fermentado junto con la sangre de mi sacrificio, ni guardes para el día siguiente parte de la victima de la Pascua.

Lleva a la casa de Yahvé, tu Dios los primeros frutos de tu suelo. No cuezas el cabrito en la leche de su madre”

Yahvé dijo a Moisés: “Escribe estas palabras, pues a tenor de ellas hago alianza contigo y con Israel.”

Moisés estuvo allí con Yahvé cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. Y escribió en las tablas las palabras de la alianza, las diez palabras.

Moisés desciende del monte.

Luego, Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas del Testimonio en su mano. Al bajar, no sabía que la piel de su rostro se había vuelto radiante, por haber hablado con Yahvé. Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la piel de su rostro radiante y temieron acercarse a él. Moisés los llamó. Aarón y todos los los jefes de la comunidad se volvieron hacia Moisés y Moisés habló con ellos.

A continuación, se acercaron todos los israelitas y él les transmitió cuanto Yahvé le había dicho en el monte Sinaí.

Cuando Moisés acabó de hablar con ellos, se puso un velo sobre el rostro.

Siempre que Moisés se presentaba delante de Yahvé para hablar con él , se quitaba el velo hasta que salía. Al salir, transmitía a los israelitas lo que se le había mandado. Los israelitas veían la piel del rostro de Moisés radiante, y Moisés se ponía de nuevo el velo hasta que volvía a hablar con Yahvé.