TERCER DISCURSO Prologo histórico. La alianza en Moab. Perspectivas de destierro. Vuelta del destierro y conversión. Los dos caminos..

Estas son las palabras de la alianza que Yahvé mandó a Moisés concluir con los israelitas en el país de Moab, aparte de la alianza que había concluido con ellos en el Horeb.

Prólogo histórico.
Moisés convocó a todo Israel y les dijo: Vosotros visteis todo lo que Yahvé hizo a vuestros propios ojos en Egipto con el Faraón, sus siervos y todo su país: las grandes pruebas que tus mismos ojos vieron, aquellas señales, aquellos grandes prodigios. Pero hasta el día de hoy no os había dado Yahvé corazón para entender, ojos para ver, ni oídos para oír. Durante cuarenta años os he hecho caminar por el desierto, sin que se hayan gastado los vestidos sobre vosotros ni las sandalias en tus pies. No habéis comido pan, ni vino o licor fermentado que beber, para que supierais que yo, Yahvé, soy vuestro Dios. Luego llegasteis a este lugar. Sijón, rey de Jesbón, y Og, rey de Basán, salieron a nuestro encuentro para hacernos la guerra, pero los derrotamos. Conquistamos su país, y se lo dimos en heredad a Rubén, a Gad y a la media tribu de Manasés. Guardad, pues, las palabras de esta alianza y ponedlas en práctica, para que tengáis éxito en todas vuestras empresas.

La alianza en Moab.

Aqui estáis hoy en pie todos vosotros ante Yahvé vuestro Dios: vuestros jefes de tribu, vuestros ancianos y vuestros escribas, todos los hombres de Israel, con vuestros hijos y vuestras mujeres (y también el forastero que está en tu campamento, desde tu leñador hasta tu aguador), a punto de entrar en la alianza de Yahvé tu Dios, y en el que Yahvé tu Dios concluye hoy contigo, para que él te constituya hoy  pueblo suyo y él sea tu Dios, como te ha dicho y como juró a tus padres Abrahan, Isaac y Jacob. Y no solamente con vosotros hago yo hoy esta alianza y este juramento, sino que la hago tanto con quien está hoy aquí con nosotros en presencia de Yahvé nuestro Dios, como con quien no está hoy aquí con nosotros. Pues vosotros sabéis cómo vivíamos en Egipto, y cómo hemos pasado por las naciones por las que habéis pasado.Habéis visto sus monstruos abominables y los ídolos de madera y de piedra, de plata y de oro que hay entre ellos.

No haya entre vosotros hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Yahvé vuestro Dios para ir a servir a los dioses de esas naciones. No haya entre vosotros raíz que produzca veneno o ajenjo. Si alguien, después de haber oído las palabras de este juramento, se las promete felices en su corazón diciendo: Yo tendré paz, «Aunque me conduzca en la terquedad de mi corazón, todo me irá bien, puesto que la abundancia de agua quitará la sed», Yahvé no se avendrá a perdonarle. Porque la ira y el celo de Yahvé se encenderán contra ese hombre, todo el juramento escrito en este libro caerá sobre él, y Yahvé borrará su nombre de debajo de los cielos. Yahvé le separará de todas las tribus de Israel, para su desgracia, conforme a todos los juramentos de la alianza escrita en el libro de esta Ley.

Perspectivas de destierro.

La generación futura, vuestros hijos que vendrán después de vosotros, así como el extranjero llegado de un país lejano, verán las plagas de esta tierra y las enfermedades con que Yahvé la castigará, y exclamarán: «Azufre, sal, un brasero es su tierra entera; no se Sodoma y Gomorra, Admá y Seboín, que Yahvé asoló en su ira y su furor.»   Y todas las naciones preguntarán: «¿Por qué ha tratado así Yahvé a esta tierra? ¿Por qué el ardor de tanta ira?»
Y se dirá: «Porque han abandonado la alianza que Yahvé, Dios de sus padres, había concluido con ellos al sacarlos del país de Egipto; porque se han ido a servir a otros dioses y se han postrado ante ellos, dioses que no conocían y que él no les había asignado. Por eso se ha encendido la ira de Yahvé contra este país y ha traído sobre él toda la maldición escrita en este libro. Yahvé los ha arrancado de su tierra con ira, furor y gran indignación, y los ha arrojado a otro país donde hoy están.» Las cosas secretas pertenecen a Yahvé nuestro Dios, pero las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que pongamos en práctica todas las palabras de esta Ley.

Vuelta del destierro y conversión.

Cuando te sucedan todas estas cosas, la bendición y la maldición que te he puesto delante, si las meditas en tu corazón en medio de las naciones donde Yahvé tu Dios te haya arrojado, si vuelves a Yahvé tu Dios, si escuchas su voz en todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, Yahvé tu Dios cambiará tu suerte, tendrá piedad de ti, y te reunirá de nuevo de en medio de todos los pueblos a donde Yahvé tu Dios te haya dispersado. Aunque tus desterrados estén en el extremo de los cielos, de allí mismo te recogerá Yahvé tu Dios y vendrá a buscarte; te llevará otra vez a la tierra poseída por tus padres, para que también tú la poseas, te hará feliz y te multiplicará más que a tus padres.

Yahvé tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tu descendencia, a fin de que ames a Yahvé tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, para que vivas. Yahvé tu Dios descargará todas sus maldiciones sobre los enemigos y contra los que te odian, los que te han perseguido. Tú volverás a escuchar la voz de Yahvé tu Dios y pondrás en práctica todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy. Yahvé tu Dios te hará prosperar en todas tus empresas, en el fruto de tu vientre, el fruto de tu ganado y el fruto de tu tierra. Porque de nuevo se complacerá Yahvé en tu felicidad, como se complacía en la felicidad de tus padres, si tú escuchas la voz de Yahvé tu Dios guardando sus mandamientos y sus preceptos, lo que está escrito en el libro de esta Ley, si te conviertes a Yahvé tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.
Porque estos mandamientos que yo te prescribo hoy no son superiores a tus fuerzas, ni están fuera de tu alcance. No están en el cielo, para que hayas de decir: «¿Quién subirá por nosotros al cielo a buscarlos para que los oigamos y los pongamos en práctica?» Ni están al otro lado del mar, para que hayas de decir: «¿Quién irá por nosotros al otro lado del mar a buscarlos para que los oigamos y los pongamos en práctica?» Sino que la palabra está bien cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón para que la pongas en práctica.

Los dos caminos.

Mira, yo pongo hoy delante ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Si escuchas los mandamientos de Yahvé tu Dios que yo te prescribo hoy, si amas a Yahvé tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, preceptos y normas, vivirás y multiplicarás; Yahvé tu Dios te bendecirá en la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión.
Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar a postrarte ante otros dioses y a darles culto, yo os declaro hoy que pereceréis sin remedio y que no viviréis muchos días en el suelo que vas a tomar en posesión al pasar el Jordán. Pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia, amando a Yahvé tu Dios, escuchando su voz, viviendo unido a él; pues en eso está tu vida, así como la prolongación de tus días mientras habites en la tierra que Yahvé juró dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob.