Final ACB 2019: Carroll desata el éxtasis y acerca el título

Nunca hay que dar por muerto al Real Madrid. Ni siquiera cuando le ves desquiciado y fuera del partido. Cuando camina lejos del marcador y el reloj corre en su contra y ese fue el único error del Barcelona en el encuentro. El corazón indomable de los blancos volvió a salir a relucir anoche como en las grandes ocasiones. Otra remontada histórica. Increíble. Que no vale un título, pero casi. Porque en el triple de Carroll que terminó por desatar la locura en el Palacio va más allá de una simple victoria. Es una canasta que pone el 2-0 y que deja muy tocado al Barcelona, que está obligado a ganar los tres partidos que restan si quiere tumbar al Madrid en esta final de la ACB.

Lo hizo todo bien el equipo de Pesic, apoyado durante todo el partido en una defensa brutal en intensidad, rayando a veces lo ilegal, contra la que se estrelló el Real Madrid. Llegó al último minuto y medio con ocho puntos de ventaja (68-76) pero ni eso fue suficiente. Algunos aficionados desfilaban ya, enfadados por la labor arbitral e imprudentes, porque no sabían lo que se iban a perder. Tavares –con un tiro libre– y Randolph, incapaz de anotar ni un solo punto en todo el partido, asumieron la responsabilidad para estrechar la distancia desde el perímetro (72-76).

Exhibición estéril de Heurtel

Le duraba aún la calma al Barcelona, que tenía en la muñeca amiga de Heurtel un seguro de vida. No contaba con los nervios de Claver, menos infalible, que le dio vida a los blancos tras fallar uno de sus lanzamientos libres. Seguía cinco arriba el equipo azulgrana, que optó por frenar en falta el ataque en tromba de Llull, certero en el 4,60 para poner a tiro a su equipo (74-77). A la puntería del base balear respondió de nuevo Heurtel, imparable para su rival. Volvía a estar lejos la victoria para los blancos. Tenían que remontar cinco puntos en apenas veinte segundos. El acabose para cualquier otro equipo, pero no para este Real Madrid. El segundo triple de Randolph situaba al Madrid aún más cerca y ponía ya sí algo más de nerviosismo en el banquillo de Pesic (77-79).

Se paró entonces el tiempo y se hizo eterno para el Barcelona. Sobre todo para un Claver al que le tocó volver a la línea de tiros libres. La muñeca le tembló de nuevo al valenciano que dudó y estrelló el primero en el aro. Sí acertó con el segundo, que dejaba un último ataque al Madrid (77-80). La pelota le llegó a Llull. Siempre Llull. Caminó el balear veloz, cruzando el campo a toda velocidad para tratar de lanzar a canasta. No lo permitió el Barcelona, que le cortó en seco justo cuando se levantaba para buscar la gloria. Anotó el primer tiro libre el base, pero falló el segundo. Una fatalidad que se convirtió en alegría cuando Rudy capturó el rebote ofensivo tras leve toque de Deck. Todo cuenta. Hasta lo más mínimo.

Triple histórico de Carroll

En medio del caos, con el Barcelona totalmente ofuscado, la pelota le llegó a Carroll. El americano, ausente en el final de temporada, emergió ayer como nunca antes. En sus brazos había crecido la fe madridista durante el partido –autor de 25 puntos y 5 triples–, aunque se guardó lo mejor para el final. Para ese último lanzamiento, tras finta genial, que selló la remontada más increíble de la temporada. Que sentenció la victoria blanca. Un triunfo que vale medio título y que deja muy tocados a los azulgranas. Fue un triple que desató el éxtasis en un Palacio ávido de alegrías. Tres puntos con los que el Madrid se ponía por delante por segunda vez en el partido y que resultaron definitivos.

El lanzamiento de Hanga, a la desesperada, no importaba ya. La alegría inundaba al madridismo, que obliga ahora al Barça a un milagro si quiere levantar el título.

Una defensa muy intensa

El bloqueo mental con el que el Barcelona encaró el primer partido de la final anticipaba una reacción para el segundo. Sobre todo, después de que Pesic explotara en rueda de prensa y mostrara su enfado por la falta de actitud que habían mostrado sus jugadores. De sus palabras se esperaba intensidad máxima y no tardaron en saltar las chispas. Primero rodó por el suelo Campazzo, golpeado por Pangos y poco después le ocurrió lo mismo a Ribas, que pagó la frustración del argentino. Llovían los golpes sin que los árbitros quisieran significarse. Convencidos de que la batalla física que ambos equipos habían aceptado terminaría por equilibrarse.Como si fuera una selección natural, aunque lo que consiguieron fue que unos y otros terminaran enfadados por esa falta de juicio.

Fue el Barcelona el que mejor parado salió de ese cuarto inicial más lleno de incidentes que de buen juego (11-17). Los azulgranas se sentían felices en el barro, sin dejar correr a un Madrid que no lanzó ni un tiro liberado en todo el primer tiempo. Le costaba un mundo anotar a los blancos, incapaces de sumar desde la larga distancia y con muchos problemas cerca del aro. Solo el rebote ofensivo les permitía seguir con vida. Siempre lejos por culpa de un genial Heurtel –autor de ocho puntos consecutivos–, pero a una distancia prudencial que no permitía alegrías a Pesic (17-25, min. 14).

La defensa del Barcelona, con cierta bula arbitral a estas alturas de partido, era una pesadilla contra la que se estrellaba una y otra vez el equipo blanco, que solo despertó con la entrada en cancha de Carroll. El americano, muy gris en el tramo final de la temporada, se destapó de repente con dos triples consecutivos que sellaron un parcial de 10-0 para el Madrid (29-27, min 17). Era la primera ventaja del campeón en todo el partido, pero fue efímera, porque la respuesta azulgrana, en las manos de Claver, llevó el choque al descanso con ventaja visitante (29-34). Poco baloncesto y mucha intensidad.

La ofuscación de Campazzo

No varió el panorama tras el paso por los vestuarios. Al contrario. Continuó la batalla física, más preocupados los dos equipos por frenar a su rival que por encontrar el aro contrario. En esa lucha se perdió el Madrid poco a poco y permitió una ventaja del rival que a esas alturas era ya importante (33-44, min. 23). Campazzo, habitual resorte defensivo del Madrid, no pudo ser esta vez el salvavidas blanco. De su duelo con Hanga salió peor parado, ofuscado el argentino y fuera del partido. Tanto, que Laso tuvo que llevarle al banquillo para tratar de serenarle tras su cuarta falta personal (39-51, min. 26).

Boqueaba el Madrid pidiendo aire y se lo insufló de nuevo Carroll, otra vez eléctrico para enchufar a su equipo al partido (50-55, min. 29). El Madrid jugaba a rachas, chocando una y otra vez contra el pedernal que era el Barcelona. Decidió Laso que, visto lo visto, lo mejor era poner en cancha a su mejor gladiador y llamó a Felipe Reyes, inédito en el primer partido, que jugó sus primeros minutos de la final. Su presencia impulsó la defensa blanca, aunque siguió siendo Carroll el protagonista principal. Con su cuarto triple empató el partido y obligó al Barcelona a un nuevo esfuerzo para intentar llevarse la victoria (62-62, min. 33).

Lo logró el equipo de Pesic, comandado por un Heurtel excepcional que supo manejar los hilos en los últimos minutos para acercar el triunfo a Barcelona (68-74, min. 39). Apenas apareció ya el Madrid… hasta su increíble reacción final. Una remontada histórica con aroma de título.