Así afrontan los candidatos el debate electoral

Casado se concentrará en el PSOE: su “único rival”

Pablo Casado se encerró ayer por la tarde con su núcleo duro en Génova para avanzar en la preparación de la puesta en escena y el contenido de sus intervenciones en los debates a cuatro de esta semana. El de Atresmedia, del martes, y el que esta noche, con un formato más institucional, se celebrará en RTVE.

Entre los elegidos para participar en la «tormenta de ideas» final estaban ayer el director de campaña y vicesecretario de Organización, Javier Maroto; el director del Gabinete del presidente del PP, Javier Fernández-Lasquetty, y su directora de Comunicación, María Pelayo.

Casado ha estado repasando documentación, cifras del balance del Gobierno de Sánchez y datos y comparativas con la etapa de Gobierno del PP y con su programa electoral. Saldrá a buscar el cuerpo a cuerpo con el candidato socialista, Pedro Sánchez, su «único rival», sostienen fuentes de su entorno. Esto es coherente con su campaña, en la que ha ido subiendo el tono contra el líder del PSOE, y esquivando la confrontación directa con sus contrincantes en el bloque del centro-derecha. Algún «pellizco», sobre todo si se le ha preguntado por ellos, pero no ha sido un eje de su discurso de campaña.

Su objetivo principal en estos debates es consolidarse como la única alternativa viable a un Gobierno de Sánchez con los independentistas y la izquierda más radical. Y ahí centrará su hábil oratoria y su buena memoria, muy ejercitada de la etapa en la que se preparó para opositar al cuerpo diplomático, como desveló ayer en una entrevista en este periódico. Irá al ataque, duro contra Sánchez, pero sin posturas extremas en temas sociales.

Casado dice estar «tranquilo» y plantea los debates como si fueran un cruce parlamentario más de los que ya ha mantenido como jefe de la oposición. Siempre le han ido bien. En Génova señalan que en un formato a cuatro es muy difícil que haya un ganador y que esto no es una «súper Bowl».

Sánchez sale en “modo zen” a aguantar el resultado

Pedro Sánchez ha dotado de una entidad especial al debate a doble vuelta. Después de las reticencias iniciales del candidato socialista a debatir y tras la polémica suscitada por el baile de fechas y formatos, el papel que juegue será escrutado al milímetro. Es quien más se juega y quien más tiene que perder, por la condición misma de jefe del Ejecutivo que ostenta, además de por ser también el favorito de todas las encuestas. No revertir esa tendencia será el principal objetivo de Sánchez, la misma consigna que ha marcado su campaña: no puede asumir riesgos y debe consolidar su posición.

En Ferraz asumen que los debates serán una extensión del tono que ha monopolizado la campaña. Esperan momentos puntuales broncos y una tónica general: «Todos contra Sánchez». El candidato, por su parte, dice encarar la doble cita en «modo zen» y buscará explotar su perfil más presidencial para visualizarse como una opción «cabal, sensata y moderada» ante los espectadores y frente a los ataques del resto de participantes. Sánchez comenzó a prepararse el sábado por la tarde, momento desde el que ha despejado completamente su agenda. Para ello, trabaja con sus propias notas sobre fichas que le dejaron con antelación desde su gabinete de campaña, liderado por Iván Redondo.

El candidato socialista cuenta con que el principal frente de desgaste durante el debate será su relación con los independentistas y la posibilidad de que indulte a sus líderes tras la sentencia, un discurso que buscará rebatir de formar clara, recordando el voto conjunto de PP, Ciudadanos y estos partidos para tumbar sus Presupuestos. La prueba inequívoca de que no existen pactos ocultos. No cree que la crítica de la manipulación de RTVE tenga «recorrido» por parte de Unidas Podemos, porque se desacreditará con su sola presencia en la cadena pública. Por su parte, Sánchez se centrará en llamar a la movilización y postularse como la única alternativa frente al pacto de «las derechas de Colón».

Iglesias: ataques medidos que no ahuyenten indecisos

Pablo Iglesias, que escribió el prólogo de su vida política en un plató de televisión, tendrá ante las cámaras la mejor oportunidad de dar el golpe que necesita su campaña. Con partido de ida y de vuelta, sin que exista casi margen desde la contienda televisiva hasta la jornada de reflexión. Con las encuestas reflejando una tímida recuperación de la marca morada, el doble debate se ha convertido en el escenario ideal para Podemos. Por lo inesperado de que ambas citas se concentren en 24 horas y, fundamentalmente, porque Iglesias es, de sobra, el que cuenta con más experiencia de los cuatro candidatos en este tipo de formatos. «Estamos seguros de que irán bien», señalan en el partido.

Como casi todos sus rivales, Iglesias despejó la agenda del domingo. Un movimiento que implicó renunciar a la única parada de su caravana en Andalucía. Sin actos durante estos tres días, reaparecerá el miércoles en el mitin programado en Barcelona. En este lapso tendrán lugar reuniones con su núcleo duro y un intenso intercambio de documentación vía Telegram. Consciente de que Sánchez será la principal diana de Casado y Rivera, Iglesias sabe que su objetivo pasa ineludiblemente por presentarse como la única garantía de que el gobierno resultante de las urnas sea de izquierdas. Junto a ello, volverá a presentarse Iglesias como el candidato que «no tiene miedo a los poderosos y dice la verdad» y como el líder sin cadenas que respecto a los bancos.

Entre la munición de Iglesias, destaca la batería de medidas sociales que han impulsado los diputados morados durante los meses de Sánchez en Moncloa: las aprobadas –Salario Mínimo, permisos de paternidad, precio de alquileres– y las frustradas –regulación del mercado eléctrico, blindaje de las pensiones por ley–. Con ataques medidos a Sánchez que no ahuyenten a los indecisos. Y desde la convicción de presentarse como el dique ante los dos posibles «gobiernos de derechas»: el del «trío de Colón» y el de Rivera presidido por Sánchez.

Rivera se presentará como alternativa al bipartidismo

El líder de Ciudadanos y candidato a la Presidencia del Gobierno, Albert Rivera, liberó su agenda de campaña desde el sábado y no la retomará hasta el miércoles, 24 de abril, en Valladolid. Rivera, curtido en los debates universitarios, es un terreno en el que se maneja bien, y no rehúye el cuerpo a cuerpo dialéctico. Tanto él como su equipo dan importancia a los dos debates y por ello lo está preparando a conciencia. El líder de Cs trabaja en la sede del partido en Madrid con su equipo en el diseño de la estrategia a seguir. En el debate, Rivera se presentará como el «candidato del futuro», «la única posible alternativa» frente a un bipartidismo ya desgastado y tratará de erigirse como el líder contra el independentismo.

Por ello dejará muy claro que Ciudadanos «no pactará con los nacionalistas como ha hecho el bipartidismo», destaca su equipo. Asimismo, sacará pecho por uno de los principales puntos que lleva en su programa electoral que es el de la aplicación inmediata del artículo 155 en Cataluña y tratará de que Sánchez revele sus intenciones con los presos catalanes y qué hará tras las elecciones.

Se mostrará «propositivo» y tratará de dar a conocer y exponer su programa electoral presentándolo como la «alternativa al sanchismo» y su proyecto «con los separatistas y con Podemos». Su objetivo será mover a ese 40% de indecisos a votar para que se decanten por Ciudadanos presentándose como un partido de gobierno, dispuesto a liderar y a llegar a acuerdos. Rivera, en su estrategia de campaña ha insistido en ofrecer un pacto a Casado, una estrategia que podría repetir y que, según fuentes del partido, es una forma de preguntar al electorado a quién prefieren liderando la política de los pactos para desterrar a Sánchez de La Moncloa. Defenderá que el cambio solo puede venir de la mano de un Gobierno encabezado por Cs y fijará posiciones para dejar claro con quién sí llegará a acuerdos y con quién no.

► La clave será el post debate

En una campaña que llega a los días previos a las urnas con un alto porcentaje de indecisos, los debates electorales pueden ser el factor clave que decante la balanza hacia un lado u otro. Después de superar los cambios de opinión del presidente, Casado, Iglesias, Rivera y Sánchez se pondrán en dos ocasiones delante de los focos: hoy y mañana. Los analistas políticos coinciden en que el socialista es el que llega más fuerte y también el que puede salir tocado. «El PSOE cree que tiene mucho que perder y poco que ganar, pero si eres el candidato, estás preparado y sabes hacerlo bien no debes tenerle miedo a los debates. No asistir es pobre», afirma Eduardo González Vega, experto en Comunicación Política de la UCJC. Para Jorge Vilches, politólogo y profesor de la UCM, el plan de no arriesgar del PSOE se vino abajo cuando la Junta Electoral decidió desbaratar el debate a cinco con Vox que había preparado Atresmedia. «Perjudica la estrategia de Sánchez, que era presentarse como un muro de contención entre las tres derechas. Al no estar presente Vox, la parte más extrema, no se visualiza la dicotomía entre Sánchez, que simboliza el progreso y el bien de la democracia, y las tres derechas, que son el retroceso». «En un debate a cuatro se visualizaría el tándem Casado-Rivera como alternativa al PSOE, una opción moderada, centrista y mucho más templada», añade Vilches, que cree que los candidatos de PP y Cs pueden ser los grandes beneficiados: «Al final, el asunto está en si Sánchez va a presentar algo creíble o lo va a hacer Casado, que es el que puede liderar la alternativa», asegura. Y es que el debate es algo más que las horas que dura el intercambio de opiniones y la exposición de programas. «No es tan relevante como el post debate, el momento en que la gente discute sobre quién ha sido el ganador», afirma Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas de la UC3M. González Vega tampoco se olvida de la negociación previa, un paso que, para él, es el factor más decisivo: «Que se traten los temas que a ti te interesan y de quién es la intervención inicial y la final, que son las que la gente recuerda, es medio debate». Otra clave es apelar al interés general. «La gente quiere que los candidatos sean propositivos, que digan de qué manera van a solucionar sus problemas. Yo eché en falta esa parte en el debate de la semana pasada entre los “segundos espadas”, que se quedaron en dos de las tres partes que componen un debate: defensa, ataque y propuesta», subraya. Pero, pese a la polémica, el ganador de los debates no es siempre el que tiene más apoyo en las hurnas. Simón se remonta a 2016, cuando salió victorioso Pablo Iglesias pero no fue suficiente para llevarle a la Moncloa.