La «ley del silencio» de Sánchez

El presidente lleva dos meses sin comparecer ante los medios en España. El blindaje ha sido total desde que saltara la polémica de su doctorado y sólo se comunica a través de Twitter. La próxima semana tampoco hay previstas preguntas.

Dos meses lleva Pedro Sánchez sin enfrentarse en rueda de prensa a las preguntas de los periodistas en España. 60 días fueron también los que tardó, desde que llegara a La Moncloa, en comparecer tras el Consejo de Ministros del 3 de agosto para hacer balance, como es tradición de sus primeras semanas de gestión. El jefe del Ejecutivo se reserva para sus periplos internacionales y calla en territorio nacional, especialmente, tras lo convulso de los últimos tiempos. A golpe de tuit o de post en Facebook intenta despachar las polémicas, como la de su doctorado, pero evita medirse ante la prensa. El objetivo es no quemarse y que sean otros quienes se batan el cobre para defender al Gobierno, pero el desgaste ya es acusado y la falta de explicaciones públicas comienza a asimilarse con la figura de Mariano Rajoy al que, los socialistas, acusaban de abusar del plasma. El silencio de Sánchez en público no es una estrategia exclusiva del presidente, también se ha extrapolado a otros miembros del Gabinete como a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, que –muy tocada– tras hacerse públicas sus conversaciones con el ex comisario Villarejo ha anulado su presencia en diversos actos para centralizar las explicaciones en la comparecencia del 10 de octubre en el Congreso. Ambos aparecieron en público el lunes en la ceremonia de entrega de Francia a España de los documentos incautados a ETA en territorio galo, pero en esta ocasión ninguno realizó declaraciones.

A un presidente esquivo se suman, además, los pronunciamientos de dos tótems de Moncloa, como la ministra portavoz, Isabel Celaá, y la vicepresidenta, Carmen Calvo, contra la prensa, deslizando que deberían regularse lo que éticamente es digno o no de publicar y acusando a los periodistas de proferir «preguntas condenatorias» «que no se pueden consentir». La «cacería» de la que el Gobierno dice sentirse víctima no se circunscribe únicamente a los partidos de la oposición, sino que la hacen extensiva también a los medios, y por ello desde el Ejecutivo se han ocupado de blindar a su presidente frente estos «ataques». De este modo se frenó en el Congreso de los Diputados la comparecencia que demandaban PP y Ciudadanos por el caso del doctorado, un pleno monográfico que no ha podido evitar Sánchez en el Senado, donde los populares ostentan la mayoría absoluta necesaria para impulsarlo y donde el próximo 23 de octubre sí tendrá que dar cuenta de este asunto y de la política migratoria del Gobierno tras las sucesivas avalanchas de inmigrantes que se suceden en las fronteras españolas.

Ayer el presidente participó en la clausura del «South Summit’18», una nueva oportunidad para dar esquinazo a los medios, pues tampoco hizo declaración alguna, dejando el peso de la comunicación a la portavoz Celaá y a las ministras Calviño y Ribera que comparecieron en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros. Salvando su asistencia a la Ejecutiva del PSOE el lunes, Sánchez se ha mantenido durante toda la semana al abrigo de la protección de Moncloa, donde ha tenido diversos encuentros bilaterales, con el fundador del Foro de Davos, con el presidente de la Generalitat Valenciana o con el primer ministro de Finlandia, todos ellos con un mismo denominador común: no han ido acompañados de una rueda de prensa posterior del jefe del Ejecutivo.

La «ley del silencio» que Sánchez ha impuesto ante la prensa amenaza con comprometer su labor al frente del Gobierno. Gestionar la comunicación a golpe de tuit ya tuvo nefastas consecuencias esta semana cuando en pleno asedio al Parlament por parte de los CDR el presidente se despachaba con un mensaje con marcado acento electoral y totalmente desafortunado a tenor de los hechos que se estaban produciendo en Cataluña. «Decisión, ilusión y un proyecto para continuar avanzando por el cambio y la regeneración democrática. El PSOE está preparado. Activamos el «modo electoral» de cara a las municipales, autonómicas y europeas. Seguimos», rezaba el texto. Tuvo que salir al paso la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, para condenar lo que estaba sucediendo ante el clamoroso silencio del Gobierno central. Sánchez tampoco compareció al día siguiente para reaccionar tras ultimátum de Quim Torra, amenazando con retirarle su apoyo en el Congreso de los Diputados, delegó esta responsabilidad en la ministra portavoz, aunque en la etapa de Mariano Rajoy siempre había sido el propio presidente o la vicepresidenta quienes se habían encargado de lanzar este tipo de respuestas. Eso sí, el jefe del Ejecutivo se hizo eco de las palabras de Celaá a través de otro mensaje en sus redes sociales.

Sánchez estará hoy en Lanzarote en la Fundación César Manrique y la Casa Museo de José Saramago, junto al primer ministro de Portugal y mañana correrá una carrera de obstáculos femenina en Alcobendas por la conciliación. Durante la próxima semana recibirá a los presidentes de Aragón y de Chile en La Moncloa, asistirá junto a los Reyes a la reunión del Patronato del Instituto Cervantes en el Palacio Real de Aranjuez, viajará a la Comunidad Valenciana y participará en los actos de la Fiesta Nacional. En toda esta agenda no hay previsión de que se someta a las preguntas de los medios, aunque sí tendrá que hacerlo a las de la oposición en la sesión de control al Gobierno en el Congreso.