España renuncia a pedir los eurobonos y un Tesoro europeo en la próxima reforma del euro

España rebaja la ambición de sus planes sobre la reforma de la eurozona. El Ministerio de Economía ha presentado hoy una propuesta de reforma del euro basada en apuntalar la unión bancaria, en un presupuesto anticrisis para cuando vuelvan las vacas flacas y en la transformación del Mede (el mecanismo de ayuda europeo) en un Fondo Monetario Europeo. Al hilo del debate entre Alemania y Francia, España desecha —al menos temporalmente— la idea de los eurobonos, un activo libre de riesgo que es una especia de anatema en Alemania y que era una de las estrellas de los planes anteriores del Ejecutivo. Madrid, además, tira a la basura definitivamente el cambio de mandato del BCE que solicitó Moncloa en 2015, para que Fráncfort se fije en datos clave como el paro además de la inflación para fijar sus políticas.

El documento de España, según fuentes del Gobierno, da así un baño de realismo a las propuestas del Sur. Se alinea casi al 100% con los planes del francés Emmanuel Macron. Y deja para un futuro cada vez más incierto las ideas más ambiciosas; elude, por ejemplo, poner cifras a esas nuevas reformas para evitar portazos de los países del Norte.

La cumbre europea de junio tiene previsto dar pasos adelante en la unión bancaria: un respaldo del fondo de resolución (para cerrar bancos sin provocar inestabilidad financiera) y clarificar el fondo de garantía de depósitos común. A la vista de las reticencias de los países del Norte —tanto de Alemania como de un grupo mucho más duro capitaneado por Holanda—, cabe esperar avances muy modestos. Fuentes españolas señalan que la aportación española es «realista», pero también ambiciosa en algunos ámbitos.

El nuevo ministro español, Román Escolano, lleva años en las instituciones europeas. Y en sus primeras intervenciones como ministro ha dejado claro que la eurozona «está incompleta» y que hacen falta «instrumentos para absorber shocks asimétricos», el eufemismo de moda para evitar mentar la bicha y decir crisis. La unión bancaria está inacabada y la UE ha sido incapaz de deshacer el bucle diabólico entre los balances bancarios y la deuda soberana.

España, además, es uno de los más firmes defensores de un presupuesto anticrisis que reclama hasta el mismísimo FMI. El ministro considera que la reducción de riesgos y la mutualización de riesgos «deben ir de la mano», pero Berlín y un grupo de países del norte, capitaneados por Holanda, consideran que lo primero es reducir los riesgos para evitar que los contribuyentes del Norte acaben pagando por los agujeros que persisten en el Sur (principalmente en países como Italia). «Profundizar la Unión Económica y Monetaria debería ser una prioridad porque se han creado expectativas significativas al respecto», dijo Escolano a principios de abril en Madrid.

Una propuesta más descafeinada

España sorprendió a los socios del euro en 2015 con una propuesta heterodoxa que no tenía ningún viso de prosperar: Moncloa, de la mano del actual ministro de Industria, Álvaro Nadal, propuso un cambio de mandato del Banco Central Europeo (BCE), a la americana, para que además del objetivo de inflación Fráncfort tuviera como objetivo evitar las divergencias macroeconómicas. Ese plan duerme el sueño de los justos: nunca tuvo una sola oportunidad de ponerse en marcha. En 2017, el equipo de Luis de Guindos dejó una propuesta menos radical, con los inevitables guiños a Alemania pero también con planes a la francesa: un presupuesto anticrisis, un seguro de desempleo común, pasos adelante en la unión bancaria e incluso un Tesoro común y eurobonos. A la espera de la propuesta francoalemana, solo está claro algún paso adelante —mínimo— en la unión bancaria en la próxima cumbre europea de junio.

Merkel prometió a Macron concesiones si hacía reformas en casa. Las reformas han llegado en París (con protestas en las universidades y huelgas en el transporte), pero Alemania sigue negando a Europa algo más que parches para el euro: la canciller y el nuevo ministro de Finanzas, el supuestamente socialdemócrata Olaf Scholz, insisten en la «responsabilidad» antes de acordar medidas que aumenten la solidaridad, y en aumentar los esfuerzos nacionales para presentar presupuestos saneados. Berlín ha exigido una y otra vez una reducción de riesgos antes de empezar a hablar de mutualización. La reducción de riesgos ha sido notable en la Europa del Sur: solo en el último año los activos morosos se han reducido en 100.000 millones de euros. Aun así, Berlín se resiste a las medidas imprescindibles para reforzar la unión bancaria y no quiere oír hablar de un presupuesto anticrisis del euro.

Estos son los cuatro principales del documento español.

1. Unión Bancaria. España propone que el Mede actúe como respaldo fiscal del fondo de resolución de bancos. Y apuesta por un fondo de garantía de depósitos mutualizado tras un periodo transitorio, de nuevo con el respaldo fiscal del Mede. A su vez, España cree que las reticencias de los acreedores son «razonables»: la UE ha hecho un esfuerzo por reducir los riesgos, pero aun insuficiente, a juzgar por la interpretación española, que choca con la de la Comisión Europea. Economía pretende fijar primero el estadio final de ese fondo de garantía, y a partir de ahí discutir cómo llegar a ese objetivo. «Se busca desatascar el problema de fondo a la vista de que no hay avances», según fuentes del ministerio.

2. Integración económica. España pretende que una vez se limpien los activos heredados de la Gran Recesión toda la eurozona se considere «una única jurisdicción». Esa es quizá la principal aportación novedosa en un documento que en general rebaja las expectativas de propuestas anteriores. De esa manera se facilitaría la aparición de bancos paneuropeos para que en casi de crisis no haya fenómenos de desintegración financiera como los que se vieron en 2012. Además, reclama un cambio en el mecanismo de desequilibrios macroeconómicos excesivos.

3. Integración fiscal. España propone un fondo fiscal anticrisis para los malos tiempos, en caso de shocks asimétricos, en la línea de la última propuesta del FMI: sin transferencias permanentes, basado en el cumplimiento de requisitos a priori y vinculado a cumplir las reglas fiscales y a hacer reformas. El volumen de ese fondo, muy discutido en el Norte, no se cifra. El Ejecutivo persigue además complementar ese rainy day fund con un mecanismo de protección de inversiones, ligado al Banco Europeo de Inversiones (BEI, del que procede el ministro Escolano).

4. Gestión de crisis. Los tres pilares anteriores deberían reducir la probabilidad de crisis. Pero en caso de que la crisis finalmente aparezca (y siempre aparece), España apuesta por reforzar el Mede y convertirlo en una suerte de Fondo Monetario Europeo. Por un lado, el nuevo FME sería el respaldo fiscal de la unión bancaria (tanto del fondo de resolución como del fondo de garantía de depósitos). Y actuaría como mecanismo de último recurso fiscal, para evitar que un Estado miembro pierda acceso a los mercados de financiación, y siempre a cambio de condiciones.