Educar en la FE XVIII:El Exorcismo

Se entiende por exorcismo el acto con el cual la Iglesia, con la autoridad que ha recibido de Cristo y en su nombre, libera persona o un objeto sea del influjo o del dominio del Maligno. Se practica de modo ordinario en el rito del bautismo. El exorcismo solemne, llamado gran exorcismo, puede ser efectuado solamente por un presbítero autorizado por el obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia.

Nunca hay que confundir el exorcismo con las enfermedades, sobre todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica. Por tanto, es importante asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de una presencia del Maligno y no de una enfermedad. (Cf. CIC can. 1172).

El ritual de exorcismo católico, incluye la repetición continua de oraciones y órdenes de expulsión, y el uso de objetos que supuestamente pueden repeler al demonio, como son crucifijos, agua bendita, reliquias, entre otros.

El exorcismo en la teología católica halla su base en los textos evangélicos que narran las liberaciones y expulsiones de demonios realizadas por Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. Tal fue el caso de los endemoniados de Gadara (Mt 8,28 ss) o del endemoniado epiléptico (Mc 9,21), para cuya liberación – dijo Jesús – eran necesarios el ayuno y la oración (Mt 17,19).

Incluso Jesús trasmitió dicho poder a sus discípulos (Lc 10,17). Siete casos específicos de posesión se relatan en los evangelios. En los primeros siglos no existían fórmulas precisas para exorcizar, aunque sí el carisma de expulsar demonios, el cual era usado por los apologistas cristianos para mostrar la divinidad del cristianismo, por ejemplo Tertuliano (Apología. 23) o Minucio Félix (Octavio 27).

Los principales criterios para el correcto discernimiento de posesión diabólica según el nuevo ritual son: habiendo sido descartada una anomalía psíquica, ya sea patológica o paranormal, suelen considerarse signos de posesión diabólica: la aversión vehemente hacia Dios, la Virgen, los santos, la cruz y las imágenes sagradas. Además, dependiendo del fin bueno o dañino para el cual las emplea, se podrá discernir si las siguientes producciones de la persona investigada son dones de Dios, o signos de posesión: hablar lenguas desconocidas o entenderlas, hacer presentes cosas distantes o escondidas, demostrar fuerzas descomunal.

Para la práctica del exorcismo es necesaria la autorización del obispo, que puede ser concedida vez por vez para cada caso específico o de manera general y permanente al sacerdote que ejerce el ministerio de exorcista en la diócesis. Esta norma de no exorcizar sin permiso del obispo se estableció en tiempos recientes, para evitar exorcismos sin tener la seguridad de que haya posesión.

Los sacerdotes de la Iglesia Católica, en la realización del exorcismo, deben proceder según lo estipulado en el Rituale Romanum aprobado por el Sumo Pontícipe en enero de 1999.