Desde la portada del nuevo disco de Rosalía hasta el aumento de bautismos de adultos en Francia, la escritora defiende que los jóvenes buscan «acogida y pertenencia» en la tradición, declarando sin ambages que «lo católico está de moda»
Una de las plumas más conocidas de las letras españolas, Lucía Etxebarria, ha dado un golpe sobre la mesa al analizar un fenómeno que muchos se resistían a ver pero que ya comienza a ser obvio: el surgimiento de un «giro católico».
Etxebarria, ganadora de galardones como el Premio Nadal (1998), el Premio Primavera (2001) y el Planeta (2004), ha pasado de escribir sobre feminismo a plantar cara abiertamente a la ideología de género y a la Ley Trans en España, una postura que le ha granjeado duros ataques del activismo woke y la izquierda.
Ahora, la escritora —quien recientemente se ha interesado por la neurociencia y la psicología— sostiene que esta tendencia no es una mera moda, sino un fenómeno complejo que está teniendo lugar tanto en España como fuera de sus fronteras.
De Rosalía a las cifras
El análisis de Etxebarria (nacida en 1966) se apoya en una serie de indicadores que van desde la estética pop hasta la sociología. El punto de partida de este debate, que ha generado multitud de artículos, es Rosalía vestida de monja en la portada de su último disco Lux. Aunque la autora recuerda que «ya lo hizo Madonna hace muchos años y también lo hizo, que yo recuerde, Nina Hagen», la novedad reside en el impacto sobre los fans más jóvenes que no recuerdan esos precedentes.
A su vez, la influencia de la cultura hispanoamericana —incluyendo la música latina— ha entrado «con muchísima fuerza» en España y Estados Unidos, trayendo consigo el simbolismo de rosarios y cruces que lucen los artistas y que «ponen de moda» entre los jóvenes.
Recuerda además la llegada de miles de venezolanos «que suelen llevar rosarios como elemento distintivo para distanciarse de otros», o el caso de figuras políticas como María Corina Machado que afirman que «la lucha es espiritual». Incluso —apunta— «hasta Cristina Kirchner llevaba un rosario» en el Congreso.
Pero la ‘tesis’ del «giro católico» que defiende no se basa solo en ‘influencers’ o estéticas pop, sino en números que resultan «reveladores». El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) indica un viraje en la juventud española: las personas menores de 35 años que se declaran católicas han pasado del 34 % al 41 % entre 2023 y 2025, revirtiendo un «mínimo histórico».
Pero el fenómeno es global, pues en Francia el índice de bautismos de adultos conversos se ha «disparado» en un asombroso 45 % en el último año, una cifra «que es una pasada». La pujanza es tal que en el Reino Unido esta fuerza emergente del catolicismo ya «amenaza la hegemonía anglicana»
La conversión política e intelectual
Pero la escritora también hace un repaso por otras personalidades. Subraya la conversión al catolicismo del vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance. Un gesto que, según ella, llamó mucho la atención porque «un católico converso normalmente sabe bastante más de teología que quien ha sido bautizado de pequeño» y sigue la fe «por inercia».
A su lado, cita al senador Marco Rubio, «muy tradicional» en su práctica, hoy figura clave en el tablero diplomático y protagonista en cuestiones como la política hacia Venezuela o los equilibrios de Oriente Medio.
En el plano intelectual recuerda el reciente Premio Princesa de Asturias otorgado a Byung-Chul Han, «un señor católico que ha estudiado teología», ejemplo de cómo incluso voces relevantes de la filosofía contemporánea vuelven la mirada hacia el cristianismo.
El caso del el exmarxista italiano
Mención especial ha hecho el filósofo italiano Massimo Cacciari, exalcalde de Venecia y exmarxista. Su confesión paulatina como católico causó un «boom». Cacciari exploró cómo la Iglesia es «un gran misterio que debe ser indagado sin prejuicios» y que ha jugado «un rol fundamental en Europa» que no puede analizarse solo en clave sociológica o política. Este cambio de paradigma influyó en que figuras como Elon Musk y Giorgia Meloni se declaren «culturalmente cristianos».
Etxebarria sostiene que el factor principal detrás de este revival es la crisis: «en todos los momentos de crisis el ser humano necesita a Dios». Además de la aparición de monjas como la «superinfluencer Sor Marta», la escritora identifica una toma de posición frente a la izquierda actual.
Mientras que la izquierda de los 70 a los 2000 atacó a la Iglesia, hoy «mucha gente se pregunta por qué se ataca a la Iglesia católica pero se exige tolerancia extrema hacia otras religiones» (recordando la frase de Amelia Valcárcel: «lo que no le consientas a un obispo, no se lo consientas a un imán»). Este discurso anticatólico «se cae».
Contra la «izquierda ‘brilli-brilli’»
Para muchos jóvenes, la elección del catolicismo es un acto de afirmación de valores. La escritora lo describe como una toma de posición contra la «izquierda ‘brilli-brilli’», afirmando: «quizás no creo absolutamente, pero los valores de la cristiandad me parecen más lógicos que otros valores que me queréis meter».
Esta recuperación de un espacio sagrado se convierte en un «reflejo identitario: recuperar raíces y vínculos frente a un enorme vacío vital». Etxebarria explica que el ser humano es religioso por naturaleza y que la Iglesia sigue ofreciendo algo que muchos buscan: acogida. «Si entras en un templo, vas fatal, destrozado, mal… siempre vas a poder hablar con el cura y no te va a cobrar 50 o 60 euros como te cobra un psicólogo», afirma.
El resurgir de lo católico, tanto en lo estético como en lo vivencial, resulta «desconcertante para un mundo que lo había etiquetado como ultrarreaccionario y fascista». Aunque la tendencia «es muy reciente y no sabemos cuánto va a durar» o pueda verse como un «neocatolicismo hipster» o una moda pasajera «como lo fue el poliamor», Etxebarria sostiene que «hay motivos para empezar a pensar muy seriamente que está llegando un giro católico».
Etxebarria recuerda un hecho innegable: «Voltaire dijo que para el siglo XIX el cristianismo quedaría absolutamente obsoleto y nadie más creería en la Biblia». Más tarde, añade, «Marx estuvo convencido de que cuando llegara la dictadura del proletariado acabaría el dominio de la Iglesia». Hubo momentos de muy baja afiliación religiosa, reconoce, pero la realidad se ha impuesto y así se lo quiere recordar a uno de ellos: «Oiga, señor Voltaire, que estamos en el siglo XXI y sigue habiendo Iglesia católica, y parece que seguirá para rato».













