Una oración del Rey de Inglaterra en la Sixtina acorta las distancias entre anglicanos y católicos

El gesto, en plena crisis dentro de la Comunión Anglicana por el nombramiento de una mujer arzobispo de Canterbury, tiene gran valor espiritual

Carlos III, un Rey peregrino en el Vaticano

La bandera de la Casa de Windsor, con los reinos que forman el Reino Unido, ondeaba este jueves en el Palacio Apostólico junto a un tapiz con las insignias papales, para indicar la presencia del Rey de Inglaterra y del Papa en el mismo lugar. Durante toda la mañana los monarcas británicos han mantenido una visita de Estado a la Santa Sede, que ha incluido una oración con el Pontífice y muchos gestos de cordialidad.

La oración ecuménica en la Capilla Sixtina ha servido para subrayar los elementos en común entre católicos y anglicanos y pasar por alto las diferencias, en un momento delicado para esta confesión, pues el nombramiento de una mujer como arzobispa de Canterbury (primus inter pares) ha provocado el cisma de varias de sus Iglesias, especialmente en África.

Oración real en la Sixtina

Carlos de Inglaterra ha entrado en el mismo lugar en el que se celebra el cónclave, y con religioso respeto, ha hecho una inclinación de cabeza hacia un crucifijo antes de tomar asiento. El monarca tiene una autoridad simbólica en la Iglesia de Inglaterra como «gobernador supremo». En la Capilla Sixtina ha estado sentado a la misma altura que el Papa León XIV, la reina Camila y el arzobispo anglicano de York.

Ha sido una liturgia de oración sin homilías, y en las oraciones se alababa a Dios por la belleza de la Creación. Sólo el Papa y el arzobispo han pronunciado breves oraciones. «Dios Todopoderoso, enséñanos a ver tus manos en todas tus obras, y tu semejanza en tus criaturas», ha implorado el Papa. Han cantado salmos tres coros: el de la Capilla Real de Su Majestad y el Coro de la Capilla de San Jorge de Windsor, junto al Coro de la Capilla Sixtina. La ministra británica de Asuntos Exteriores, Yvette Cooper, ha leído un extracto de la epístola de San Pablo a los Romanos. La liturgia no incluía la bendición.

Cuando ha concluido la oración, León XIV, sonriente, se ha acercado al monarca para señalarle dos tapices diseñados por Rafael que han sido colgados en la Sixtina, lugar para el que fueron confeccionados, para conmemorar la ceremonia de hoy. Luego, han caminado juntos hasta la llamada «Sala Regia», donde se han reunido con representantes de iniciativas de sostenibilidad y han intercambiado unos árboles y unas orquídeas.

Un gesto con la mano

Durante una de esas conversaciones, el Pontífice le ha explicado cómo estaban dispuestos los asientos de la Capilla Sixtina durante el cónclave.

Posteriormente, haciendo una excepción al protocolo, el Papa León los ha acompañado hasta la puerta del coche para despedirlos, algo poco habitual en el Palacio Apostólico. Desde dentro del Bentley, a última hora de la mañana, Carlos de Inglaterra le ha saludado por última vez con un gesto de la mano.

Según Buckingham Palace, la idea de la visita de Estado era «conmemorar el Jubileo y la cálida relación ecuménica entre la Iglesia de Inglaterra, de la que Su Majestad es Gobernador Supremo, y la Iglesia Católica Romana». Y pueden darse por satisfechos.

Reyes ingleses escoltados por guardias suizos

Al filo de las 11 de la mañana, el Bentley de Estado del Reino Unido con los monarcas a bordo ha llegado al Cortile de San Dámaso donde les esperaba un pelotón de la Guardia Suiza, el prefecto de la Casa Pontificia Leonardo Sapienza, y el príncipe Mariano Hugo di Windisch-Graetz, marido de Sofía de Habsburgo, en representación de la aristocracia vaticana. Carlos vestía un traje azul oscuro con corbata negra y una orquídea en el ojal, y la reina llevaba un traje oscuro y un velo que imitaba formas de hojas.

Tras escuchar los himnos, los Reyes han entrado en el Palacio Apostólico y caminado por las llamadas «Galerías de Rafael» escoltados por guardias suizos hasta llegar a la biblioteca privada del Papa para reunirse con él a puerta cerrada. «Es entusiasmante», ha musitado sonriente el Rey admirando el esplendor de los salones.

«Bienvenidos, ¡buenos días!», les ha dicho el Papa sonriente mientras salía al encuentro. «Su Santidad, es un placer conocerle», le ha saludado el Rey. También Camila se ha referido a él como «Su Santidad». «Usted es muy amable por recibirnos», ha añadido el monarca.

Como recuerdo de la reunión, los monarcas le han entregado una foto enmarcada con una dedicatoria y un icono de San Eduardo el Confesor, quien fue rey de Inglaterra entre 1042 y 1066, y es el único monarca de este país canonizado. El Papa le ha regalado otra foto suya, un mosaico realizado en el Vaticano del Cristo Pantocrátor de la catedral de Cefalú, en Sicilia, y el mensaje del Papa Francisco para la última Jornada Mundial de la Paz.

Promover la paz y la seguridad

Sobre la mesa estaban también las insignias de las condecoraciones que han intercambiado. Carlos III ha nombrado al Papa Caballero de la Gran Cruz de la Orden de Bath, que es la orden que tradicionalmente la familia real británica concede a los jefes de Estado; y el Papa le ha nombrado Caballero de la Gran Cruz con Collar de la Orden Vaticana del Papa Pío IX, la máxima condecoración pontificia activa, reservada a Jefes de Estado.

Como es habitual, la Santa Sede no ha revelado las cuestiones que han abordado con el Papa pero en su comunicado oficial sí que menciona algunos asuntos que el Rey ha tratado durante una reunión con el cardenal Pietro Parolin en la Secretaría de Estado. «Se intercambiaron puntos de vista sobre una serie de temas de interés común, como la protección del medio ambiente y la lucha contra la pobreza. Se prestó especial atención a los esfuerzos conjuntos para promover la paz y la seguridad frente a los desafíos globales», recita. Añade además que «recordando la historia de la Iglesia en el Reino Unido, no faltó una reflexión conjunta sobre la necesidad de seguir promoviendo el diálogo ecuménico».

La Casa Real británica ha subrayado cómo Pietro Parolin fue el primer representante papal que asistió a la Coronación de un monarca británico desde la Reforma, pues estuvo presente en la Abadía de Westminster en la ceremonia del 6 de mayo de 2023.

Por la tarde, los monarcas han participado en otra ceremonia ecuménica en la basílica papal de San Pablo Extramuros, durante la que el Rey ha sido nombrado «Royal Confrater» o «Cofrade Real» de este templo. A lo largo de muchos siglos, y hasta el cisma que protagonizó Enrique VIII, los monarcas sajones cubrían los gastos de conservación del sepulcro de este apóstol que aquí se conserva. Para esta ceremonia, la Reina Camila iba vestida de color beige y ya no de oscuro, como hizo por la mañana para mantener el protocolo de los encuentros con el Papa.

Profunda y cálida amistad

Carlos y Camila han entrado juntos por la «Puerta Santa», -pues este lugar es una de las metas propuestas para el Jubileo-, y se han dirigido inmediatamente a la tumba de san Pablo donde se han reservado «un momento privado de reflexión y oración». Después, ya en el ábside, ha comenzado la ceremonia religiosa y el monarca ha ocupado el asiento de nogal y acero fabricado para la ocasión, decorado con su escudo de armas, y que quedará reservado en este lugar para él y sus sucesores. «Usted se convierte en uno de nuestros hermanos», le ha asegurado el abad, Donato Ogliari.

El título de «Cofrade Real» expresa «comunión espiritual» y le fue ofrecido por este abad y por el cardenal representante de la basílica, James Harvey, con la aprobación del Papa. Desde Londres explican que el nombramiento «pone de manifiesto los vínculos históricos entre la Corona inglesa y la Basílica y Abadía de San Pablo, y la profunda y cálida amistad entre la Iglesia Católica Romana y la Iglesia de Inglaterra, de la que Carlos III es Gobernador Supremo». Para corresponder, el decano y los canónigos de la capilla de Saint George del castillo de Windsor han propuesto que León XIV se convierta en «Papal Confrater» o «Cofrade Papal» de este lugar ligado a la corona británica. El Rey ha aprobado la propuesta y el Papa León ha aceptado.

Más allá de su valor práctico, los títulos constatan que han mejorado mucho las relaciones entre el Vaticano y Londres en los últimos cinco siglos y que desde este jueves estos lugares están un poco más cerca.