La Iglesia en Perú recordó a Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzałkowski, frailes franciscanos que, en 1991, se negaron a abandonar su comunidad en Pariacoto, Áncash, y fueron asesinados por el grupo marxista
El 9 de agosto de 1991, los jóvenes frailes franciscanos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzałkowski entregaron su vida en el pequeño pueblo peruano de Pariacoto, ubicado en Áncash, «por amor a Cristo y a los más pobres», según destacó la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), que recordó, 34 años después de aquel día, «el testimonio de los mártires de Chimbote, que sigue inspirando vocaciones y encendiendo la esperanza».
En medio de «una violencia que intentó acallar la voz del Evangelio», el entonces obispo de Chimbote, monseñor Luis Bambarén, advirtió a estos dos sacerdotes polacos de la amenaza de los terroristas: debían marcharse o su vida correría peligro.
«Se les ofreció regresar a Polonia o trasladarse a Lima. Pero ellos, movidos por el mismo impulso que los llevó al Perú, decidieron quedarse: evangelizar y servir a los más pobres, compartiendo su vida, curando heridas y sembrando paz en medio del miedo», recoge el portal de la CEP.
Los primeros beatos mártires de la Iglesia en Perú
Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzałkowski llegaron a Perú en 1990, en misión hacia los Andes, con la «difícil tarea» de atender la pobre parroquia de Pariacoto y de muchos otros pueblos de la zona, que además se encontraban cercados por el terrorismo de Sendero Luminoso en aquella época, tal y como recoge la Conferencia Episcopal Peruana.
Allí se dedicaron a la predicación de la palabra de Dios y a socorrer a los más pobres, que vivían en los caseríos dispersos entre los cerros andinos. «Como Jesús, sembraron la semilla del Evangelio entre los pobres, como lo hizo su padre san Francisco de Asís, curando las heridas de los leprosos», destacó fray Héctor Herrera, OP, sacerdote dominico, en un texto publicado en 2016 con motivo de los 25 años de su martirio.
Con el tiempo, su labor evangelizadora llamó la atención del grupo terrorista Sendero Luminoso: Abimael Guzmán, fundador de la organización, reconoció desde prisión haber dado la orden de ejecutarlos e incluso admitió que el trabajo de los sacerdotes «era un obstáculo para el adoctrinamiento que querían imponer en la zona», según recoge Aciprensa.
Así, el 9 de agosto de 1991, un grupo de senderistas irrumpió en la casa parroquial, sacó a los dos presbíteros y los llevó al cementerio del pueblo. Allí, al padre Miguel le dispararon en la nuca, mientras que al padre Zbigniew le apuntaron en la espalda y después en la cabeza. Pocas semanas después, el 25 de agosto de 1991, en el poblado de Vinzos, también fue asesinado otro sacerdote, el padre Alessandro Dordi.

De izquierda a derecha: el y el diocesano italiano Alessandro Dordi, Fr. Miguel Tomaszek y Fr. Zbigniew Strzalkowki Conferencia Episcopal Peruana
«La fe en Cristo los llevó a amar la cruz con la libertad de los hijos de Francisco», expresó fray Héctor, quien dedicó décadas a la evangelización y a la educación a través de los medios de comunicación en Chimbote.
Beatificación y legado
La causa de beatificación de los tres mártires comenzó a mediados de la década de 1990 y culminó el 3 de febrero de 2015, cuando el Papa Francisco aprobó que se promulgaran los decretos en los que se reconocía que los tres fueron asesinados por «odio a la fe», según explica la CEP.
Meses más tarde, en diciembre, se celebró una ceremonia multitudinaria en el estadio Manuel Rivera Sánchez de Chimbote, en la que el Vaticano declaró beatos a los sacerdotes franciscanos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzałkowski y al diocesano italiano Alessandro Dordi. Desde entonces se les conoce como «los beatos de Chimbote»: «Fueron los primeros religiosos en recibir este reconocimiento en Perú, y su beatificación se convirtió en un día de júbilo para toda la Iglesia, testimonio de que el amor vence al odio y que la fidelidad a Cristo llega hasta el don total de la vida», concluye la Conferencia Episcopal Peruana.