Convocado por Francisco y coronado por León XIV, miles de jóvenes marcan el fin de un Jubileo histórico

Siete días en los que Roma ha vuelto a ser el centro del mundo. No es el primer Jubileo, ni será el último. Pero este, el de los jóvenes, era sin duda el más esperado

Durante una semana, la Ciudad Eterna se ha transformado. El Año Santo sigue su curso y lleva meses atrayendo a cientos de miles de peregrinos, pero lo vivido estos días en el Jubileo de los Jóvenes ha tenido un carácter distinto. Ha sido una peregrinación masiva, sí, pero también una manifestación palpable de lo que Samuel Ullman definió con precisión en un poema: «La juventud no es un periodo de la vida, es un estado del espíritu, un efecto de la voluntad, una cualidad de la imaginación, una intensidad emotiva, una victoria del coraje sobre la timidez, del gusto de la aventura sobre el amor del confort».

León XIV dio la vuelta a la plaza y después recorrió la vía de la Conciliación, la gran avenida que da entrada al Vaticano, donde los jóvenes, unos 120.000 según medios vaticanos, le aclamaban con entusiasmo.

León XIV dio la vuelta a la plaza y después recorrió la vía de la Conciliación después de la misa del pasado 29 de julio EFE

Ese espíritu es el que ha impregnado cada rincón de la ciudad. Desde las líneas de metro hasta los callejones más apartados del Trastévere, el ambiente ha sido inconfundible. Jóvenes con mochilas, con banderas, con canciones en distintos idiomas, recorriendo la ciudad a cualquier hora del día… y de la noche.

Sal de la tierra y luz del mundo

A pesar del cansancio visible y de los kilómetros acumulados, persistían. Porque hay un ideal más grande, y porque ha habido una llamada que muchos todavía han considerado digna de ser respondida: la que hizo el Papa Francisco en Lisboa en 2023, cuando dijo: «Os espero en 2025 en Roma para celebrar juntos el Jubileo de los Jóvenes».

Ese «juntos» ya no ha sido posible, tras el fallecimiento de Francisco el pasado abril; aun así, los jóvenes han venido igualmente y han querido hacérselo saber. Después de la gran cita en San Pedro, quizá la segunda basílica más visitada por ellos haya sido Santa María la Mayor, donde descansan sus restos.

Uno de esos momentos lo resume María José, peregrina española de la diócesis de Jaén: «Me impresionó rezar ante la tumba de Francisco con todo el grupo, sobre todo porque muchos de nosotros estuvimos con él en la JMJ de Lisboa en 2023. Fue él quien nos convocó a este Jubileo».

La paz, presente desde el primer momento

Sin embargo, la alegría y el entusiasmo de los fieles hacia León XIV también han dejado huella. En una Plaza de San Pedro repleta, durante la celebración de apertura del Jubileo el pasado 29 de julio, el Papa dirigió unas palabras que conmovieron a los presentes: «Vosotros sois sal de la tierra, luz del mundo». La respuesta fue inmediata: aplausos, emoción y una ovación que recorrió toda la Via della Conciliazione. «Sed siempre signos de esperanza», añadió. «Caminemos juntos con nuestra fe en Cristo, y que nuestro grito sea por la paz del mundo: recemos por la paz, para ser testigos vivos de la paz de Cristo», insistió.

Esa paz no quedó solo en palabras. Desde el primer momento, el Jubileo se ha vivido con la mirada puesta en tantas países en conflicto. Monseñor Rino Fisichella lo dejó claro en esa misma misa de apertura, al dar la bienvenida a los peregrinos en seis idiomas distintos: «Están presentes amigos que vienen de muchos países en guerra: Ucrania, Palestina… y de tantos otros». Su invitación fue directa: «Que llegue a todos el abrazo de la fraternidad que nos mantiene unidos».

JUBILEO

Una entusiasmada juventud ha plagado las calles de Roma estos días Hendro Munsterman

Porque también —como recordó Fisichella— muchos han llegado hasta Roma tras hacer «grandes sacrificios por estar aquí». Y concluyó con una certeza que atraviesa todo lo vivido esta semana: «El Señor no os decepcionará; Él viene a vuestro encuentro».

«Joven es el que se extraña»

Quizá esa capacidad de trascender el cansancio, de mantenerse abiertos a la promesa de Dios que siempre sale al encuentro, tenga que ver con lo que definía Ullman en el mismo poema: «Joven es aquel que se extraña y se maravilla. Es el que pregunta como el niño insaciable: ¿y después? Él que desafía los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida». Esa actitud se ha hecho visible en cada rincón de Roma.

Y España lo ha demostrado con fuerza. Con unos 30.000 peregrinos, ha sido el segundo país con mayor presencia, solo por detrás de Italia. Una participación que no ha pasado desapercibida, especialmente en el acto exclusivo celebrado este viernes, cuando la Plaza de San Pedro se cerró al público general y fue reservada únicamente para los jóvenes españoles que peregrinaron hasta la capital italiana.

Otras historias no han faltado. Como la de Jean, Louis, Henri, Arthur y otro Louis, cinco jóvenes franceses que pedalearon 1.400 kilómetros desde París hasta Roma en 21 días. No buscaban protagonismo, solo vivir lo que Jean resumió con naturalidad: «una larga peregrinación, no solo un viaje a Roma».

Su experiencia, como la de tantos otros, confirma que el Jubileo ha sido más que una convocatoria multitudinaria: ha sido una respuesta personal al deseo de sentido. Lo que Ullman expresó como una juventud ligada a la fe, la esperanza y la confianza, ha tenido estos días su traducción concreta en las calles de Roma. «Permanecerás joven mientras permanezcas receptivo. Receptivo a lo que es bello, bueno y grande», escribió.