En la homilía final del Jubileo en Tor Vergata, el Papa ha hecho un llamamiento a compartir como medio para unirse a Dios y a los demás
En Tor Vergata, a las afueras de Roma, el Papa León XIV ha celebrado esta mañana la misa que pone fin al Jubileo de este año, tras compartir con los jóvenes católicos, anoche, la jornada de Vigilia.
Durante la homilía, el pontífice ha destacado que «la plenitud de nuestra existencia no depende de lo que acumulamos ni de lo que poseemos, como hemos escuchado en el Evangelio; más bien, está unida a aquello que sabemos acoger y compartir con alegría».
«Comprar, acumular, consumir no es suficiente. Necesitamos alzar los ojos, mirar a lo alto, a las ‘cosas celestiales’ para darnos cuenta de que todo tiene sentido, entre las realidades del mundo, sólo en la medida en que sirve para unirnos a Dios y a los hermanos en la caridad», ha continuado León XIV.
El Papa se ha dirigido, en su homilía, a los jóvenes presentes en Tor Vergata, par recordar que Jesús constituye la esperanza de todos. «Mantengámonos unidos a Él, permanezcamos en su amistad, siempre, cultivándola con la oración, la adoración, la comunión eucarística, la confesión frecuente, la caridad generosa».
El pontífice ha comenzado la misa recordando el camino que realizaron los discípulos de Emaús la tarde de Pascua. «Primero se alejaban de Jerusalén atemorizados y desilusionados; se iban convencidos de que, después de la muerte de Jesús, ya no había nada más que hacer, nada que esperar», ha asegurado.
«Y, en cambio, se encontraron precisamente con Él, lo acogieron como compañero de viaje, lo escucharon mientras les explicaba las Escrituras, y finalmente lo reconocieron al partir el pan. Entonces, sus ojos se abrieron y el gozoso anuncio de la Pascua encontró lugar en sus corazones», amplió.
León XIV ha citado, además, a San Agustín, que, en su búsqueda de Dios, se preguntaba «‘¿Qué es, entonces, esa cosa tan esperada? ¿La tierra? No. ¿Algo que se origina en la tierra, como el oro, la plata, el árbol, la mies, el agua? Todas estas cosas causan deleite, son hermosas, son buenas’».
Y «pensando, luego, en el camino que había recorrido, rezaba diciendo: ‘Y he aquí que tú (Señor) estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te andaba buscando’».
El Papa ha recordado que durante los días del Jubileo los participantes han podido convivir con personas de diferentes procedencias y culturas. «Han intercambiado conocimientos, han compartido expectativas, han dialogado con la ciudad a través del arte, la música, la informática y el deporte. Después, en el Circo Máximo, acercándose al Sacramento de la Penitencia, han recibido el perdón de Dios y le han pedido su ayuda para una vida buena».
Y, para concluir y despedirse, León XIV ha encomendado a los jóvenes a María, «la Virgen de la esperanza. Con su ayuda, al regresar a sus países en los próximos días, en cada parte del mundo, sigan caminando con alegría tras las huellas del Salvador, y contagien a los que encuentren con el entusiasmo y el testimonio de su fe. ¡Buen camino!».