Vinicius, entre la bronca y el desquiciamiento

El brasileño no logra aplacar la imagen de jugador irascible y protestón que se está labrando en la Liga

Carlo Ancelotti tiene la convicción, al menos en la sala de prensa durante el cara a cara con los periodistas, de que Vinicius acabará cerrando la temporada con más muescas en el revólver que Jude Bellingham, pero el brasileño dejó escapar ante el Rayo Vallecano otra oportunidad de reducir la diferencia de goles entre ellos (8 a favor del inglés) que a día de hoy figuran en las estadísticas de la Liga.

Ni uno ni otro, como todo el bloque del Real Madrid, brindaron su mejor noche en el Santiago Bernabéu ante un rival trabajado, que a base de orden consiguió blindar su portería y que terminó desempolvando, una jornada más, la versión más irascible y encarada de Vini. Un delantero eternamente volcánico que la pasada campaña, entre bronca y bronca, asumía galones en el césped y resultaba determinante para el equipo en varios tramos del curso, protagonismo que estaba llamado a asumir definitivamente este año tras la marcha de Benzema y que, sin embargo, no termina de encontrar. Otro motivo, junto a las provocaciones a las que le someten jugadores y aficiones rivales, para disparar las revoluciones del extremo durante los encuentros, imagen que no le ayuda y que volvía a repetirse ante los de Vallecas.

El domingo Vinicius tuvo sus más y sus menos con Dimitrievski, que en el tramo final simuló un pisotón del madridista. Un gesto que desataba la tormenta en el brasileño y que le llevaba a encararse airadamente con el macedonio, llegando a ser captado por las cámaras de Movistar citándose con el portero a la salida: «Tú y yo fuera», le dijo en reiteradas ocasiones. Solo una semana antes, en el clásico, el incendio fue con la grada.

Las protestas y aspavientos a los árbitros, los piques y guerras subterráneas con futbolistas o los gestos a las tribunas están marcando el paso de Vinicius por la Liga tanto como sus goles, sus desbordes eléctricos o sus regates inverosímiles. Un jugador top, también uno de los que más faltas recibe en el campeonato y que lleva tiempo quejándose por lo que entiende como una falta de protección por parte de los colegiados. Ancelotti, en modo padre, le ha tenido que frenar en más de una tarde. Los contrarios le buscan y en muchos encuentros parece acabar desquiciado, lo que no ayuda a su equipo porque en más de una ocasión las tanganas que se organizan a su alrededor frenan, como ante los franjirrojos, el arreón final de los suyos.

El dardo de Puyol

Ante el Rayo, sus gestos vehementes tras una falta señalada a su compañero Camavinga aumentaron la colección de tarjetas amarillas, solo una docena menos (24, también una roja) que sus goles en la Liga (36) desde que debutara en 2018. «Es un gran jugador que marca diferencias y que tendría que ser admirado en todos los campos. Si cambiase su actitud tendría más reconocimiento», afirmaba este lunes el exazulgrana Carles Puyol al ser preguntado por él en la presentación de un torneo de pádel. Pero el ex de Flamengo, al que algunos consideran excesivamente consentido por los árbitros, no se mueve de la línea y según se ve jornada tras jornada no parece estar por el cambio, ni en su estilo de juego ni en sus formas.

Ampliado recientemente su contrato hasta 2027, Vinicius ha celebrado tres goles (dos en Liga y uno en Champions) y ha repartido tres asistencias en los once partidos que ha disputado en un curso en el que una lesión sufrida en Vigo y el cambio de sistema al que ha recurrido el técnico italiano en varios encuentros no le han ayudado.

Desde que superara ese problema muscular no encuentra la sexta marcha, como se vio el domingo en un sprint a campo abierto con el rayista Ratiu. Tampoco muestra la misma facilidad de antes para romper cinturas a la hora de encarar rivales. Lo que no consigue aplacar ni apagar es ese estado permanente de gresca con rivales, árbitros y aficionados en el que lleva ya tiempo instalado.