Sánchez no quiere que el Senado se interponga en su camino: ya tiene la primera reforma diseñada

Los populares han demostrado esta semana que van a convertirlo en una Cámara de resistencia frente a la mayoría Frankenstein. El presidente ya pasó por eso cuando ganó la moción de censura, y no guarda buen recuerdo

Aunque Pedro Sánchez consiga ser investido presidente hay algo que no podrá cambiar: la mayoría absoluta del PP en el Senado. Los populares han demostrado esta semana, con la Comisión General de Comunidades Autónomas, que pretenden convertirlo en una especie de Cámara de resistencia frente a la mayoría Frankenstein del Congreso. Aunque la izquierda prefiere hablar de barricada parlamentaria. O de trinchera, incluso. Y también lo han llamado estos días «sala anexa de Génova», en alusión a la sede del PP.
Los socialistas no pueden disimular su irritación, porque saben lo que supone tener al Senado en contra. Lo vivieron en carne propia cuando Sánchez ganó la moción de censura en el Congreso, en la primavera de 2018. El PSOE desalojó a Mariano Rajoy de la Moncloa, sí, pero el PP se replegó en sus cuarteles de la Cámara Alta, donde siguió conservando la mayoría absoluta hasta las elecciones de abril de 2019. Fueron solo unos meses, pero Sánchez, que es de los que apuntan y guardan, no los olvida.

El PP también mantuvo la mayoría absoluta en el Senado cuando Sánchez ganó la moción de censura, muy a su pesar

El PP llegó a crear dos comisiones de investigación, una de ellas para indagar sobre la elaboración y autoría de la tesis doctoral del presidente del Gobierno, que en aquellos tiempos generó muchas dudas. La otra fue sobre los EREs. Por esta segunda tuvo que desfilar la entonces presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. También comparecieron sus dos antecesores, José Antonio Griñán y Manuel Chaves, aunque se negaron a declarar porque estaban inmersos en un proceso judicial, para preservar su derecho de defensa –afirmaron–.
La expresidenta andaluza, Susana Díaz

La expresidenta andaluza Susana Díaz El Debate

En la comisión de investigación sobre la tesis de Sánchez, al presidente le salvó la bocina. Disolvió las Cortes y convocó las elecciones de abril de 2019 antes de que la comisión hubiera empezado sus trabajos. De no haber sido así, el PP le habría llamado a declarar y él no habría podido negarse.

Si la legislatura termina de arrancar, el PP convocará en el Senado más comisiones de investigación, reprobará a ministros –incluso el presidente podrá ser reprobado– y pondrá todos los palos en la rueda posibles a las leyes que le lleguen del Congreso, según adelantan fuentes del grupo parlamentario popular en la Cámara Alta. Nada de eso podrá evitar Sánchez. Pero sí podrá impedir que el Senado tenga capacidad de veto para lo único para lo que actualmente lo tiene: el techo de gasto, que es el paso previo a la elaboración de los Presupuestos Generales. Puesto que marca los objetivos de déficit y deuda. Sin la luz verde de la Cámara Alta no sale, y sin embargo el techo de gasto ha de ser una de las primeras iniciativas del futurible nuevo Gobierno.

La reforma de la ley

El presidente en funciones tiene decidido promover una reforma de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria para que el Senado no se interponga en su camino. Porque, tal y como está redactada ahora, el Congreso y el Senado han de aprobar esos objetivos de estabilidad por mayoría simple y por separado. El Gobierno necesita la bendición de ambas cámaras. En realidad, esa reforma lleva cinco años escrita. Básicamente consiste en que si el Senado no aprueba el techo de gasto, a continuación el Congreso podrá levantar el veto, como ocurre ya con el resto de leyes. Y aquí no ha pasado nada.
El 24 de agosto de 2018, apenas tres meses después de la moción de censura, los grupos parlamentarios del PSOE, Unidas Podemos y ERC registraron una proposición de ley orgánica en el Congreso (puede leerla aquí) para cambiar el apartado 6 del artículo 15 de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria. Y que quedara así: «Si aprobados los objetivos de estabilidad presupuestaria y de deuda pública por el Congreso, los mismos fuesen rechazados por el Senado, dichos objetivos se someterán a nueva votación en el Pleno del Congreso, aprobándose si este los ratifica por mayoría simple. Si es rechazado, el Gobierno, en el plazo máximo de un mes, remitirá un nuevo acuerdo que se someterá al mismo procedimiento».
La proposición de ley que impulsó el PSOE en el verano de 2018

La proposición de ley que impulsó el PSOE en el verano de 2018El Debate

En 2018 la proposición de ley no fue aprobada porque la legislatura terminó de forma abrupta antes. Acabó cuando ERC se negó a pactar los Presupuestos de 2019 con Sánchez y éste convocó elecciones anticipadamente. Pero, en esta ocasión, los socialistas y sus socios irán hasta el final. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya reconoció días atrás que la intención del PSOE es meter en el mismo paquete el pacto de investidura y el de los Presupuestos de 2024, que tendrán que ser muy generosos con Cataluña y el País Vasco. Sin objetivos de deuda y déficit no hay Presupuestos, y sin Presupuestos no hay pacto.
«Ya intentaron en el pasado quitar al Senado esa capacidad de veto y esta vez somos conscientes de que irán hasta el final. El Senado les estorba. Mientras ellos tienen el Congreso paralizado, nosotros ya hemos celebrado dos plenos, hemos aprobado dos mociones contra la amnistía y los hemos retratado en la Comisión de Comunidades», señala un senador del PP.
Desde el PSOE se limitan a argumentar que el PP no puede utilizar sistemáticamente una Cámara que es de segunda lectura –remarcan– como ariete contra la «mayoría progresista». El jueves cayó el diluvio sobre el edificio del Senado mientras, dentro, los presidentes regionales del PP apabullaban a los senadores socialistas, en ausencia del Gobierno. Y se adivinan más tempestades en la Cámara Alta en esta legislatura.