El IPC de la eurozona supera previsiones y agrava la tensión en la actividad industrial

La inflación de la eurozona sigue apretando. El dato adelantado por Eurostat revela un crecimiento interanual del dato nominal del 3,4% en septiembre, ligeramente por encima de las expectativas de un 3,3% de los analistas de ‘Bloomberg’. Se trata de cuatro décimas más que el número de agosto, con el auge de los precios de la energía como mayor presión al alza de la cifra. La inflación subyacente, con todo, que excluye a la energía y otros factores volátiles, también ha crecido en septiembre hasta ganar un 1,9% respecto al mismo periodo de 2020. En agosto, el incremento había sido del 1,6%, lo que confirma la tendencia creciente de la evolución de los precios.

Las cifras llegan en un momento de tensión para la industria europea. Golpeadas por los problemas en la cadena de suministro, las fábricas desatan la voz de alarma por la falta de materias primas y el auge de los costes. El índice PMI del sector manufacturero en la zona euro registró en septiembre una puntuación del 58,6, disminuyendo al ritmo más fuerte desde el comienzo de la pandemia en abril de 2020 «debido a que las limitaciones de la oferta están afectando a los productores», según explica IHS Markit en un comunicado remitido este viernes.

«Las intensas presiones inflacionistas persisten a medida que los plazos de entrega de los proveedores continúan alargándose considerablemente», explican desde el organismo en el comunicado. El estudio revela una mejora de ciertas condiciones, como los ritmos de expansión de la producción, del número de pedidos y del empleo.

«No obstante, se observaron desaceleraciones notables en estos tres casos, conllevando a una caída del índice PMI al ritmo más fuerte desde abril de 2020, justo al comienzo de la pandemia del covid-19, cuando se implementaban medidas de contención del virus en la zona euro y globalmente».

La lectura del índice PMI del Sector Manufacturero de la eurozona de septiembre de 58.6 se situó levemente por debajo de su estimación «flash» precedente de 58.7, aunque de todas formas marcó un notable descenso desde el nivel 61.4 registrado en agosto y fue la lectura más baja desde febrero pasado.

«Los problemas de suministro continúan causando estragos en grandes áreas del sector manufacturero europeo, como lo demuestran los informes de retrasos y escaseces a unas tasas que no se han observado en casi un cuarto de siglo y que no muestran signos de una mejora inminente», explica el economista jefe del IHS, Chris Williamson.

«La situación del suministro debería comenzar a mejorar ahora que los casos del covid-19 están disminuyendo y las campañas de vacunación están mejorando en muchos países, especialmente en varias economías asiáticas clave de las que se obtienen muchos componentes, pero inevitablemente será un proceso lento que podría hacer que el tema de los problemas de suministro y el aumento de los precios se prolongue hasta bien entrado el año 2022«, zanja Williamson.

La industria de los coches es un ejemplo claro. Ante la falta de semiconductores, son varias las automovilísticas que se han visto obligadas a paralizar sus fábricas, muchas de ellas en España: Daimler, Stellantis, Ford… Hace unas semanas, de hecho, SEAT llegó a decretar un ERTE de nueve meses en Cataluña por esta crisis. Las empresas están intentando compensar estos cuellos de botella con los precios al consumidor, como demuestra el alza de los pronósticos financieros de BMW anunciados este viernes. Sin embargo, como también reflejan las caídas en bolsa de la alemana, el mercado no parece muy convencido.

El índice PMI se ha contraído a su mayor ritmo desde abril de 2020

Los precios mayoristas de la luz no ayudan. El ‘crunch’ energético también presiona al alza los precios, y está llevando a algunos sectores económicos de países especialmente golpeados, como Reino Unido, a suspender su actividad. No en vano, los precios energéticos siguen rompiendo récords y recrudecen la preocupación del sector económico en la antesala de los meses más fríos del año.

En este entorno, la senda alcista de la inflación también se está notando en España. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó este miércoles el avance del índice de precios de consumo (IPC) de septiembre, en un 4% y con un aumento de siete décimas con respecto al dato de agosto.

En este entorno, todas las miradas están puestas sobre los gobiernos y bancos centrales. Por ejemplo, justo este viernes, el gobierno francés ha anunciado que bloqueará las subidas de las tarifas del gas y rebajará los impuestos, medidas similares a las tomadas por la administración de Pedro Sánchez. El Ejecutivo español viene desde hace meses tomando medidas para suavizar la presión energética. Por ejemplo, este octubre han entrado en vigor las nuevas tarifas reguladas del gas natural que, tras la intervención del Gobierno, solo podrán subir hasta un 10% (en vez de hasta un 36%). Eso sí, pese a la batería de medidas del Ejecutivo para contener el golpe, la factura de septiembre será la más cara de la historia.

En cuanto a los bancos centrales, estos insisten en que las presiones de la inflación son temporales, síntoma de la salida del covid-19. Justo esta semana, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, argumentaba en unas jornadas que «lo que estamos viendo ahora es principalmente una fase de inflación temporal vinculada a la reapertura». Sin embargo, parece que el mercado no las tiene todas consigo. El bono alemán a 10 años, activo que refleja las expectativas del mercado sobre la evolución de los precios, ya cotiza en un tipo del -0,22%, aunque todavía lejos de los máximos de mayo.