España se da tiempo para que Marruecos reflexione y deje de supeditar toda la relación al Sáhara

El reconocimiento de Marruecos de que la razón del deterioro de sus relaciones con España es su postura sobre el Sáhara, algo que hasta ahora ha tratado de ocultar, perpetúa la crisis entre ambos países como algo irresoluble. La postura española sobre este territorio -consolidada a lo largo de los años- no va a cambiar, a pesar de que EEUU haya avalado la soberanía marroquí.

Los mensajes del Gobierno en este sentido han sido constantes. Este martes, en una comparecencia en el Senado, el secretario de Estado de la España Global, Manuel Muñiz, lo volvió a repetir: «Se lo hemos trasladado en público y en privado a nuestras contrapartes marroquíes». Es la misma posición sobre el Sáhara -el apoyo a una salida negociada entre Marruecos y el Frente Polisario-, explicó, que tienen «nuestros socios europeos» y, además, «no hemos cambiado».

Esto supone que el conflicto se eternizará mientras Marruecos insista en focalizar en este asunto su interlocución con España. En el Gobierno la sensación es que poco se puede hacer en estos momentos. Intentar rebajar la tensión, tender puentes y continuar destacando que Marruecos es un socio estratégico, señalan las fuentes consultadas.

Y esperar a que Rabat entienda que no puede supeditar toda la relación con España al Sáhara, porque están en juego muchos otros temas. En materia económica nuestro país es su primer cliente, su primer proveedor y el tercer inversor, y la UE es el primer donante en materia de cooperación al desarrollo. Y Marruecos es fundamental para el control de la inmigración y el yihadismo. Por eso la postura española es continuar colaborando en el resto de asuntos y dejar al margen la cuestión del Sáhara.

Porque, además, la reflexión en el seno del Ejecutivo es que nada cambiaría si España avanzara a un postura pro marroquí porque el Frente Polisario continuaría ahí y los saharauis seguirían viviendo en este territorio.

Con estos argumentos se aferran a la búsqueda de una salida pactada con la mediación de la ONU. Este martes en la comisión de Exteriores Muñiz recordó el apoyo de todos los grupos parlamentarios, a excepción de Vox, a una moción de marzo pasado que reclamó a Naciones Unidas un nuevo enviado especial para retomar unas negociaciones «permanentes y creíbles». Esto, dijo, «lo podía haber escrito el propio Ministerio».

Pero sí existe cierto temor a que cale la idea de que España debería modificar su postura para contentar a Marruecos.

A la espera de nuevos movimientos, en Rabat creen que ahora mismo la crisis no tiene salida porque está todo bloqueado. Aunque han pasado página en la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, y ya no les importa que regrese a Argelia -la semana pasada amenazaban con romper totalmente las relaciones si los tribunales no actuaban contra él-, interpretan el gesto de España como un ataque a su concepción como Estado, que incluye, por supuesto, el Sáhara.

Un nuevo comunicado de los ministerios de Interior y de Exteriores acusaba a España de usar como «coartada» la crisis migratoria, sin asumir ninguna participación en la llegada de miles de inmigrantes a Ceuta, muchos de ellos menores. El escrito no hacía ninguna referencia a Ghali y su inminente regreso a Argelia, pese a conocerse los intentos de trasladarlo.