El nuevo currículo de Celaá: se «aligeran» los contenidos que aprenden los alumnos y se dividen en «básicos» y «deseables»

«Ya no es suficiente el aprendizaje memorístico y acumulativo». Con estas palabras, la ministra de Educación, Isabel Celaá, ha resumido este viernes el espíritu del nuevo currículo de Primaria y la ESO. El Gobierno apuesta por un enfoque competencial donde no es tan importante aprender muchas cosas sino saber qué hacer con ellas. La idea es «aligerar» los contenidos concretos donde los aprendizajes se dividirán entre «básicos o imprescindibles» y «deseables». Los primeros deberán conocerlos de forma obligatoria todos los alumnos porque «no tenerlos colocan en riesgo de exclusión social». Los segundos los podrán ampliar los estudiantes en función de sus «objetivos, intereses y necesidades».

El Gobierno quiere ir hacia un aprendizaje más personalizado, más vinculado a los retos vertiginosos y cambiantes del siglo XXI y acorde con lo que han hecho Portugal, Gales, Escocia, Finlandia o la provincia canadiense de Quebec, donde se abra la puerta a más autonomía de los centros, al trabajo colaborativo de los alumnos, a la codocencia y a la agrupación de asignaturas. Hasta aquí bien. Pero los dos documentos de base del currículo que maneja son, según fuentes educativas, «flojos», «farragosos» y «demasiado teóricos», «escritos por y para catedráticos». Es una vuelta, en definitiva, al constructivismo de la Nueva Pedagogía que recogió la Logse socialista de 1990, plagada de eufemismos y poco vinculada a la realidad de las aulas.

Prueba de ello son las palabras este viernes de César Coll, profesor de Psicología de la Educación en la Universidad de Barcelona y uno de los padres de la Logse, que forma parte del grupo de expertos que están elaborando el currículo: «Lo importante es no saber mucho, sino saber lo que se sabe y lo que no se sabe. Y, sobre todo, tener herramientas para poder aprender lo que no se sabe cuando se tenga la necesidad de saberlo».

Y otro ejemplo más, expresado por Guadalupe Jover, profesora de Secundaria de Lengua y Literatura, también asistente en la presentación: «El éxito de la educación literaria del alumnado no se debe medir por lo que hayan leído en los años que han estado en el colegio o en el instituto, sino por lo que sigan leyendo cuando dejen atrás sus puertas y por el modo en que lo hagan».

Coll ha asegurado que no van a «vaciar de contenidos» el currículo y, por tanto, no bajará el nivel académico del alumnado, pero en el primero de los documentos fundacionales de la nueva estructura se habla del concepto de «pérdida de peso curricular», que consiste en que «se sustituye la acumulación enumerativa enciclopedista por la profundización del conocimiento que se elige como esencial». «En este sentido, el menos se convierte en más», dice el texto.

Todo esto, en palabras de Felipe de Vicente, presidente de la Asociación de Catedráticos de Instituto (Ancaba), «relega la calidad educativa y la transmisión de conocimientos y destrezas» y propugna «un escaso nivel de exigencia». «No hay ninguna referencia a la transmisión de conocimientos y ninguna referencia a la formación humanística.Todo es referido a competencias mínimas», señala.

Estos son los principales cambios del currículo, que empezará a implantarse en el curso 2022/23:

1. DOS NIVELES

En palabras de Coll, habrá que distinguir entre los «aprendizajes realmente imprescindibles para poder funcionar de otros aprendizajes que cuanto más se adquieran mejor, pero que no pueden realizarse por todo el mundo de la misma forma». Todos los alumnos tendrán que saber los «básicos o imprescindibles», que estarán recogidos en los reales decretos de enseñanzas mínimas. Según otra de las miembros del grupo de expertos, Elena Martín, catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid, «no tener estos saberes coloca a los alumnos en riesgo de exclusión social».

Los saberes «deseables» no queda muy claro cuándo, dónde y por quién se van a regular, porque no son prescriptivos. Martín ha dicho que los reales decretos de enseñanzas mínimas pueden recoger algunos «elementos orientativos», pero su misión es centrarse en los saberes «imprescindibles». «Irán apareciendo en algunos casos en distintos momentos», ha expresado.

Lo que parece seguro es que la lista de contenidos que los alumnos tienen que aprender heredada de la Lomce del PP se reducirá de forma considerable. «Las visiones enciclopédicas no tienen sentido», ha expresado Coll. Jover ha añadido que los temarios «son inabarcables» y «prevalecen contenidos consagrados por la rutina escolar, por los libros de texto y por los exámenes, que son pruebas de papel y lápiz individuales y a contrarreloj».

Y ha señalado también que, en un contexto donde en los colegios e institutos hay cada vez más diversidad por la llegada de inmigrantes, «no podemos seguir ofreciendo la escuela de unos pocos a todos los alumnos».

2. CERCANO A LA REALIDAD COTIDIANA

«No se trata de enseñar en la clase de Lengua cosas sobre las palabras, sino de hacer cosas con palabras, como un periódico o un documental, una obra de teatro, una mesa redonda o una asamblea, o una exposición que visibilice la aportación de las mujeres a las ciencias o a las artes», ha descrito Jover. Celaá habla de una enseñanza más práctica, de «bajar a la tierra», para enganchar a los alumnos que se aburren y reducir el abandono escolar. La OCDE ya recomienda desde hace años una enseñanza en la que se utilicen ejemplos pegados a la vida cotidiana de los estudiantes y el aprendizaje por proyectos es una muestra de ello.

3. ESCUELA VINCULADA A LA CIUDADANÍA

Jover ha indicado que la escuela debe «mirar frente a frente a los problemas» y «ha de situarse» frente a cuestiones como las «desigualdades», las «violencias» o la «crisis ecológica». El currículo recoge una nueva competencia «ciudadana», que dice que a los 16 años los alumnos tienen que tener como mínimo «la habilidad de actuar como ciudadanos responsables y participar plenamente en la vida social y cívica, basándose en la comprensión de los conceptos y las estructuras sociales, económicas, jurídicas y políticas, así como en el conocimiento de los acontecimientos mundiales y el compromiso activo con la sostenibilidad y el logro de una ciudadanía mundial».

Otra competencia es la de «conciencia y expresión culturales», que implica «esforzarse por comprender, desarrollar y expresar las ideas propias y un sentido de pertenencia a la sociedad». «Una persona será competente en la medida en que adquirir un nuevo conocimiento le lleve a actuar en el mundo de forma distinta», afirma Elena Martín.

Las otras competencias son comunicación lingüística; plurilingüe; matemática y en ciencia y tecnología (STEM); digital; personal, social y de aprender a aprender, y emprendedora.

4. NO SÓLO INSTRUCCIÓN, SINO BIENESTAR

La escuela no se limitará a una simple instrucción, sino que tendrá un sentido «ético», lo que «contribuirá a subir el nivel del bienestar personal y convivencia democrática» de los estudiantes. Celaá ha hablado de «construir» personas «capaces de discernimiento crítico», que «sepan diferenciar las informaciones de las opiniones» y que «incorporen la digitalización».

5. AUTONOMÍA DE LOS CENTROS

El currículo va a detallar pocas cosas y se va a dejar que sean las comunidades autónomas las que completen entre el 40% y el 50% del mismo. También los centros educativos podrán establecer sus propios proyectos en un modelo «abierto y flexible», según Celaá. El Ministerio fijará las «competencias», los «saberes básicos» y los «criterios de evaluación», pero no para todos los cursos. El resto los determinarán las CCAA y «se requerirá que los centros puedan tomar decisiones en función de los perfiles del alumnado» para «personalizar el aprendizaje».

Se permitirá agrupar asignaturas (por ejemplo, Lengua Castellana y Lengua Cooficial a la vez, como se hace en la Comunidad Valenciana) y podrá haber dos profesores dentro de una misma clase en lo que se llama codocencia. Los alumnos podrán aprender con proyectos y otras metodologías alternativas a la clase magistral.

6. ¿HABRÁ EXÁMENES CON NOTAS DEL 0 AL 10?

Dolores López, directora General de Evaluación y Cooperación Territorial del Ministerio de Educación, responde que «desde la LOE los instrumentos de evaluación son variados». «Otra cosa es que se hayan vertebrado en torno a exámenes, lo que favoreció la Lomce con sus estándares de aprendizaje, que eran muy encasillados y cuadriculados, con su nota y puntuación», ha añadido.

«En cuanto a poner nota o si tiene que ser numérica o con características cualitativas, como podía ser en Primaria el Progresa Adecuadamente o el Necesita Mejorar, estamos trabajando en ello y no hemos tomado aún ninguna decisión».