Benzema mantiene al Madrid en la Liga

Benzema convirtió la victoria del Madrid contra el Elche en algo personal. Sin él, el ataque consiste en lo que puedan cabecear Casemiro y Ramos, o en los azares de la zurda de Mendy. En un partido jugado a la peligrosa hora de la sobremesa, no solo quedó demostrado que Benzema es cada vez más importante en el Madrid (lo que no deja de ser preocupante), también que la dependencia de Modric y Kroos es completa.

En principio estaba previsto que descansaran, y quizás por eso Zidane volvió a probar con la defensa de tres. Las bandas quedaban para Lucas y Mendy y Vinicius pasaba al centro, de ‘siete’, un extremo lejos del precipicio.

Hasta el minuto 26 no hubo intervención de los porteros. Antes se decía que estaban locos. Ahora se han normalizado. Se ha olvidado lo que tenían de especiales, de enajenados de pura soledad… ¿Se puede juzgar a un portero? ¿Podemos reducirlos a nuestros esquemas? La normalización de los porteros es otra modernidad del fútbol y es causa, por ejemplo, de la incomprensiónde Casillas.

Badía fue el primero en flexionar por un tiro de Isco, que era como una boya flotante en el Madrid, anunciando el inicio del ataque, la zona prohibida de tiburones. Gustavo Bueno diría que el centro del campo del Madrid era ‘indefinido’. Hacía un fútbol-gacha, con demasiado acarreo de los centrales y una lentitud chirriante.

¿Quién, en su sano juicio, renunciaría a la soleada tarde madrileña o al placer vegetativo de una siesta por ver este espectáculo?

La velocidad apareció como algo subversivo en el minuto 34, y al contragolpe, por supuesto. Un espacio ofrecido por el Elche lo aprovechó Vinicius, muy rápido, para asistir a Benzema, que falló en el remate. Vinicius tiene un efecto en el juego que no siempre se computa.

Esta ocasión fue respondida por otra entre Boyé y Carrillo, que atajó Courtois. El Elche, que lucha por no descender, comenzó a tener cierta iniciativa en el juego. La nueva disposición ofensiva y defensiva del Madrid resultaba confusa. Defendían tres centrales y Casemiro, pero era muy difícil pensar que su coordinación estuviera siendo óptima.

El Madrid salió con más intensidad en la segunda parte. Apretó el paso. Aceleró sin llegar del todo a correr, como si fueran un grupo de marchistas alrededor de la lentitud budista de Isco.

El juego, muy aburrido, tomaba la forma de los últimos meses, el intenso unocerismo. Aparecían los ingredientes habituales. La posibilidad del balón parado, en un posibe penalti a Ramos, y las paradas de Courtois, decisivo ante Garrido.

Todo eso suele ser preludio esotérico de un gol en el Madrid, pero marcó el Elche en un córner que remató Dani Calvo.

Con media hora por delante y la Liga en juego, Zidane metió tres cambios que mejoraron al Madrid. Modric y Kroos, por supuesto, devolviéndole una mínima fluidez, disolviendo el mencionado fútbol-gacha, y además de Rodrygo, que brilló.

Aunque los balones a Casemiro parecían ser el mayor argumento, el Madrid pudo dar la vuelta al partido porque apareció el responsable de la mitad más uno de su fútbol ofensivo. Benzema remató un córner en el73 para el empate y remontó definitivamente ya en el 91, con una jugada de mucho mérito, un a pared con el pecho intuitivo y elegante de Rodrygo que remató con furia Benzema, como si, además de casi todo su fútbol, Benzema se estuviera quedando con la garra del Madrid.

Cuando el Madrid estaba ya con un solo y tembloroso dedo en la cornisa liguera, Benzema hizo lo necesario para mantenerlo un poco más agarrado a esa posibilidad.