El castillo de un pueblo de Soria donde la serie El Cid recrea la corte de Fernando I de León

La serie «El Cid», recién estrenada en Prime Video, nos traslada casi mil años atrás, a un mundo de castillos defendidos a sangre y fuego y pueblos empedrados, en la Corte de Fernando I de León. A León se traslada un niño Rodrigo Díaz de Vivar, aunque las secuencias que pasan ante nuestros ojos en la pantalla se rodaron principalmente en la provincia de Soria que, según los creadores de esta ficción, es el lugar que más se parece a la España de entonces.

En el primer capítulo de la serie, El Cid entra en León, la cabeza del Reino, por el puente medieval de Frías (Burgos), uno de los mejores ejemplos de puentes fortificados de España, con 143 metros de largo, 3,45 de ancho y nueve arcos. Unos segundos después, la cámara callejea supuestamente por León, aunque en realidad lo hace por Soria, sobre todo por Calatañazor, uno de los pueblos medievales más bonitos de España. Allí fue derrotado por primera vez Almanzor («perdió el tambor»), poco antes de su muerte en Medinaceli, en agosto de 1002.

No obstante, la corte del rey Fernando I de León se recreó esencialmente en Almenar de Soria, pueblo que en la actualidad supera por poco los doscientos habitantes. Resulta inconfundible su castillo que se eleva sobre una loma, construido en los siglos XIII y XIV (aunque los restos más antiguos son del X), uno de los mejor conservados de la provincia. En este castillo nació Leonor, la esposa y musa de Antonio Machado, y sus piedras y su historia sirvieron de inspiración a Gustavo Adolfo Bécquer.

En el primer capítulo de «El Cid», el castillo de Almenar (a 1.018 metros de altitud) es el telón de fondo de una jornada de justas medievales -a caballo y con lanza- entre caballeros de los reinos de Aragón y de León.

El castillo, que seguramente ganará interés entre los viajeros con la serie, tiene dos fortificaciones. En el recinto interior (bastante más alto que el exterior) estaba la torre del homenaje y el patio de armas. Tiene además un foso artificial, a modo de sistema defensivo, que se salva con un puente fijo, que en su día fue levadizo. Perteneció a las familias Bravo de Laguna, Saravias y Ríos, cuyos escudos heráldicos se aprecian en el castillo, y fue residencia de reyes en los siglos XVII y XVIII, a partir de cuya fecha se abandonó.

En la actualidad, rehabilitado, la fortaleza es una propiedad particular. Sus dueños la utilizan como vivienda durante algunos meses al año, aunque suelen permitir la entrada a los turistas que tienen interés en visitarlo.