El fin del hombre

El hombre ha sido creado por el Amor y para el Amor. Por eso, es el único animal de la creación con capacidad de amar. (Los animales, instintivamente dependientes de quien les alimenta y cuida, -al igual que los niños pequeños- no tienen capacidad para amar). El ser humano está dotado de dos cualidades que lo caracterizan y distinguen de los demás animales, por muy semejante que sea su capacidad genética: la inteligencia y la voluntad libre. Su libertad, gracias a su capacidad de conocer, de ser consciente, y de su voluntad -capaz de decidir su futuro- hace de la conducta humana algo impredecible y a su vez progresiva (capaz de progreso), cosa que no sucede entre los demás animales.

Su inteligencia y su consciencia le hacen capaz de algo, al parecer tan obvio, tan sencillo, como llegar a la conclusión de que “pienso luego existo”. Somos tan conscientes de nuestra existencia, como de la muerte. Y por eso nos preguntamos: ¿para que he nacido?, ¿para que existo?, ¿para morir?… Sin embargo, el hombre siente la necesidad de perdurar, de ser feliz, de trascender mas allá de su existencia en la tierra -que sabe- es limitada y…, desde antiguo, se encuentra con las religiones que le hablan de Dios.

La dignidad del hombre reside en su libertad, que, incluso, le permite relacionarse –si quiere- con Dios. Por otra parte, el Creador, no quiere menoscabarla, y respeta al ser humano, para que este se sienta y sea -verdaderamente-, libre. Este es un aspecto de la semejanza del hombre con su creador. Además, el bien, la belleza y el amor son patrimonio de Dios, por eso, y aún sin ser consciente, el hombre aspira a unirse a Él. (confron. Art 2 Cat. Iglesia Católica. Compendio).

El hombre con su sola razón puede llegar a la certeza de intuir la presencia de Dios en el mundo. Y ello, al descubrir la bondad, belleza y el amor en las criaturas -de Él reflejo- que proclaman a Dios como origen y fin del universo y, como el más amplio bien que necesita alcanzar. Te diré -con unos versos de Miguel Ángel- los sentimientos del corazón humano.

“Que gozosa ilusión
brota de la Esperanza
de encontrar un día
y para un instante eterno
el Bien, la Belleza, el Amor”.

Si no comprendemos, incluso hoy, muchos de los misterios de la creación, resulta lógico, que no podamos conocer -en plenitud- por nuestros propios y limitados medios, al Creador. Por eso, la natural conveniencia de poner a nuestra disposición, a través de la Revelación (quitar el velo), esas realidades que nos son necesarias para no equivocarnos. La Revelación, hace accesible a nuestra razón, muchas verdades que pueden ser conocidas por todos sin dificultad. De otra parte, la inteligencia y libertad del hombre le faculta a pensar y hablar de Dios, conscientes de lo limitado de nuestro conocimiento, del lenguaje que podemos utilizar, y de la inmensidad del Creador. (Confron. Art 3-4-5 Cat. Iglesia Católica. Compendio).

Si Dios no es el fin del hombre… ¿Cuál es?