Victoria póstuma de Severo Bueno

La noche del 12 al 13 de septiembre pasada moría Severo Bueno, abogado jefe del Estado en Cataluña, con solo 53 años. El catalán fue el «número cinco» de la promoción de abogados del Estado de 1996, conocida con el tiempo como «La Gloriosa». Sin hacer ruido mediático, en abril de 2015 inició desde la Abogacía del Estado en Cataluña el proceso judicial que hoy dio un resultado que será referencial a partir de ahora para cualquier defensor de la separación de poderes y, sobre todo, la mejora de la convivencia en la comunidad. Bueno defendió, siempre, los derechos civiles de todos los ciudadanos por encima de ideologías y nacionalismos. La sentencia del TSJC es, sin lugar a dudas, su legado y victoria póstuma.

Este jueves, tras conocer la sentencia, los primeros sorprendidos fueron algunos responsables de las asociaciones en defensa del bilingüismo en las escuelas de Cataluña. «No sabía nada. No dijo nunca que había recurrido la inactividad de la Generalitat en este asunto», señaló a ABC José Domingo, presidente de Impulso Ciudadano. Otros reconocieron que habían llorado al conocer una sentencia que tendrá un impacto (a la espera del posible recurso de la Generalitat que acabará en el Tribunal Supremo) todavía imposible de calcular. Es una victoria de estas asociaciones, también. En EE.UU. o el Reino Unido ya estarían preparando una serie para Netflix o HBO contando una historia que se remonta a los primeros años de los 80 del siglo pasado.

Bueno era incorruptible y defendió la ley en el marco de la Constitución como la única vía posible para el progreso de España, un país equiparable a cualquier otro de su entorno europeo y occidental. Así lo hizo siempre. Incluso cuando pleiteó personalmente para sus hijos lo que ahora ha conseguido (tres meses después de que la ELA se lo llevase para siempre) para el resto de niños catalanes: la convivencia lingüística en las escuelas de su «patria chica». Incorruptible y generoso. Así era.

Cuando el 24 de abril de 2015 presentó el recurso (poco importa ahora si como jefe de la Abogacía del Estado o como parte del equipo), que convirtió en demanda el 20 de julio de ese año, ante el TSJC lo hizo con un argumento moral tan potente que superaba cualquier apunte jurídico. La Generalitat estaba realizando dejación de sus funciones. La Consejería de Educación no estaba actuando justamente, a sabiendas. «Inactividad», lo puso negro sobre blanco. Y eso, un hombre como Bueno, no lo podía permitir. Solo hay que leer la sentencia, doce páginas, para ver en ella el legado de Bueno. ¡Qué gran país si tuviéramos más hombres de Estado!