«El Madrid rompe su techo»: Real Madrid 2 – 0 Atlético

El Atlético venía siendo tan bueno en lo suyo como siempre, y además mejor en otras muchas cosas, así que Simeone siguió en el Di Stéfano con su 5-3-2. Esto afectó a su equipo, que no mostró nada de lo nuevo y dejó de ser lo que fue. El Madrid, que estaba aún más serio, si cabe, definitivamente grave con el regreso de Carvajal, jugó el derbi con una facilidad desconocida. El Atlético decepcionó, indeciso entre sistemas, y el Madrid mejoró su versión europea contra el Monchengladbach. En esta cordillera de finales ha ido perfeccionándose. Los enfermos tienen un ataque de lucidez antes de fallecer, pero parece que el Madrid de Kroos y Modric se ha devuelto a la vida. Ha resurgido el equipo campeón de Liga de hace unos meses, pero con más capacidades y finura.

Los primeros 45 minutos fueron impresionantes. El mejor Madrid en mucho tiempo. Mineral alrededor de Casemiro, con una concentración oriental y un toque de gran fluidez, combinando de primeras por donde Modric y Lucas. Por ahí llegaría un tiro al palo de Benzema en el minuto 9 y un remate fallido poco después.

No es que en la izquierda no pasara nada. Sobre las maquinaciones de Simeone volaban como un dirigible los cambios de juego de Kroos. Si días antes fue Modric, hoy le tocaba a él. Dirigió el juego con una seguridad, soltura y exactitud que emparentan con leyendas como Redondo y Schuster.

Siguiendo el sistema de conversión de fútbol en goles del curso pasado, el Madrid transformó su buen inicio en el 1-0. Un córner, originado de nuevo por la derecha, que remató Casemiro, coloso solitario en el primer palo.

A partir de ahí, tuvo un dominio que no parecía propio de un derbi. Se replegó, pero no mucho, y presionó desde un poco antes del mediocampo a su rival, combinando esa acupuntura feroz con un control de la pelota abrumador.

El Atleti no tiró a puerta. Obtuvo un córner en el 24, era una sequía de muchos minutos. El 5-3-2, que le permite al Cholo atacar con un hombre más, dejaba demasiado sueltos a los interiores del Madrid y Kroos estaba marcándose un partido para el recuerdo. Simeone reaccionó y a la altura de la media hora volvió a su clásico y pegajoso 4-4-2. A ese retoque se le añadió la aparición de Joao Félix, con alguna acción personal de malabarista obligado a buscarse la vida muy lejos del área.

Benzema le respondió con evacuaciones de gran clase desde su campo, convertido en un cuarto centrocampista, vinculado a Kroos por todo el campo y apuntando, a su vez, una sociedad con Mendy de la que estuvieron a punto de sacar un par de ocasiones de gol.

El gran logro del Atlético llegó en el minuto 42: un par de saques de esquina sin peligro alguno. Tal fue el dominio del Madrid en la primera parte.

Se despertó alguna ligera fricción antes del descanso que Lemar confirmó nada más salir con una entrada dura sobre Casemiro, el mejor del partido junto a Kroos.

En el descanso, Simeone había cambiado radicalmente: entraban Lemar, Lodi y Correa, pero el equipo se le desajustó unos minutos con pérdidas de balón y de concentración. De ahí vinieron varias ocasiones de Benzema.

El Atlético, más articulado y ofensivo, quería más la pelota, reequilibrar el partido y estirarse. Lo fue logrando. En el 55, Lemar falló una oportunidad clara en ocasión de banda a banda.

Simeone había reaccionado dos veces: cambio de sistema y cambio de cara y tono con las sustituciones. El Madrid seguía en su versión de maduro unocerismo, de viejo e impasible detective privado, añadiendo posesiones largas en las que asomó un toque juicioso, experto y curado de espantos. No maquinal tiquitaca, sino una clase añeja y remanente que le da la vida en contextos de tanta presión. Son jugadores de otro fútbol que despuntan cuando deciden ponerse a la velocidad del actual.

A la altura del minuto 60, aparecieron espacios para la contra del Madrid, clareos rojiblancos que fueron preludio del 2-0, un impresionante tiro de de Carvajal, que ajustaba al palo un rechace muerto muy lejos del área. Al Atlético le habían marcado dos goles en toda la Liga.

Son las finales las que hacen que vuelva el Madrid, la ouija que lo convoca, la sauna que lo depura, y esta semana terminante ha devuelto un equipo mejorado. No se había visto a un Madrid que ganara al Atlético en agresividad y cohesión. Simeone ha querido hacer un equipo más rico, ofensivo y homologable a sus rivales, pero se ha encontrado con un Madrid que es una roca, un peñón, movido tectónicamente al toque «grand class» de Kroos y compañía.

Cuanto mejor era el rival, mejor ha sido el Madrid. Está mejorando con ellos, señalando una nueva cota para su fútbol: de Barcelona a Milán, y de Sevilla al Atlético se observa un crecimiento. El Atlético era el más fuerte de todos y el Madrid ha mejorado su performance contra el Monchengladbach.

¿Qué explica algo así? En el mundo de las parafilias, se llama quinunolagnia a la que consiste en obtener placer sexual de las situaciones de peligro. El Madrid ha de verse con medio cuerpo fuera de las competiciones para sentirse vivo.

No hubo partido ya después del 2-0. Simeone, además, había retirado un poco antes a Joao Félix, entristeciendo las expectativas.

El Madrid siempre vuelve, es verdad. Lo que debería explicarse son sus hibernaciones. ¿Por qué se va? Quizás para mejor volver. El oso madridista se subió encima del madroño, y apunta a la Liga con su zarpa. Ha vuelto el campeón del año pasado, pero mejor. Más compacto, mas hilado y duro. Redivivo y a la vez muy viejo, flemático y experto, como se espera de alguien que ha ido y venido de la gloria varias veces.