¿Qué habría pasado si el coronavirus hubiera ocurrido en 1970?

El coronavirus ha pasado factura a las familias. Han soportado un estrés impensable al tener que teletrabajar y educar al mismo tiempo; han perdido a sus seres queridos, especialmente a los más mayores, principales víctimas de la pandemia, y también ha puesto en jaque las relaciones matrimoniales al dispararse las peticiones de divorcio.

Sin embargo, si en España se hubieran mantenido las mismas pautas de natalidad y de familia que en el año 1976, cuando apenas existían los divorcios y se tenían más hijos, nuestra sociedad no habría resultado tan golpeada por la Covid-19, tanto en términos absolutos como en porcentajes de mortalidad y letalidad. Esta es la conclusión del informe ‘Coronavirus y Demografía en España‘, del Observatorio Demográfico CEU, integrado en la Facultad de Humanidades y CC de la Comunicación de la Universidad CEU San Pablo, dirigido por el demógrafo y profesor emérito Joaquín Leguina y coordinado por Alejandro Macarrón Herrán.

La clave de este estudio se sustenta sobre los tres fenómenos que más han transformado la demografía española en los últimos 45 años: la caída de la fecundidad, la menor mortalidad y el aumento de la inmigración.

«Se trata de un análisis contrafactual sobre qué habría pasado si hubiésemos mantenido el número de hijos por mujer de entonces, que era algo más de 2,8, que estaba por encima del nivel de reemplazo y permitía un crecimiento positivo de población; si hubiésemos tenido una estructura familiar a la de entonces, es decir, prácticamente todo el mundo casado, sin separaciones o pocas, ya que actualmente la mitad de la gente que se casa se divorcia; y si la mayoría de los mayores hubieran vivido en casa con los hijos, como se hacía antes, mientras que ahora la mayoría de los mayores acaban en residencias», explica Alejandro Macarrón.

Con estas tres premisas, es decir, si en España se hubieran conservado las pautas de fecundidad, nupcialidad, estabilidad matrimonial y estructura de los hogares de 1976, hoy la sociedad estaría compuesta en torno a 20 millones más de españoles menores de 43 años que habrían cambiado las consecuencias de la pandemia.

«Fue en 1977 cuando el número de hijos por mujer empezó a decaer», recuerda Macarrón. «Por tanto -continúa-, de haberse mantenido la estructura de hace 43 años, tendríamos una población más numerosa y más joven, como sucede en Francia, Inglaterra o Italia».

Una sociedad lozana

Esta población extra, al ser más joven que la media actual, no habría añadido apenas fallecimientos ni carga hospitalaria a la crisis sanitaria del coronavirus, detalla el estudio, y habría conllevado una reducción muy apreciable del número de muertos y enfermos graves por millón de habitantes.

«Habríamos tenido más PIB, más hospitales, más población… Indudablemente habría habido menos colapso hospitalario y se habrían salvado vidas», asegura. «Con respecto a las residencias, habría habido la mitad de mayores en dichos centros, por tanto, menor mortandad».

La clave de todo ello, tal y como recoge el informe, es que la población española en su conjunto estaría mucho menos envejecida, tanto en términos de media y mediana de edad como de porcentaje de mayores de 65 y 80 años. Además, la menor presencia de mayores en residencias de ancianos habría limitado los focos de contagio entre la población con mayor riesgo.

La epidemia de la soledad

«Otro aspecto interesante del estudio es que habría habido menos gente que hubiera pasado solos el confinamiento porque menos del 2% de los españoles vivían solos en 1970, una cifra que hoy se sitúa en el 11%», destaca el experto.

Y es que uno de los problemas que se ha detectado durante la pandemia es el elevado número de personas que viven solas y que han sufrido en solitario tanto la enfermedad como el confinamiento. Esta circunstancia no se habría dado si se hubieran mantenido las pautas familiares de hace 40 años.

Con la estructura de hogares de 1970 y la población de ahora, menos de 800.000 españoles habrían vivido en solitario el confinamiento por la Covid-19. Con la distribución actual han sido unos 4,5 millones de personas los que han pasado la cuarentena en soledad. Muchos han tenido que pasar solos la enfermedad en los momentos de mayor colapso del sistema sanitario. Son un 9,2% más los españoles que ahora viven solos con respecto a 40 años atrás (en torno al 1,9% entonces).

«Una demografía sana es la base de una sociedad», recuerda Macarrón. Y es que aunque no se va a recuperar íntegramente la estructura demográfica y familiar de hace 43 años, «sí deberíamos fijarnos en ella para recuperar parte porque tenemos una sociedad envejecida, con muy pocos jóvenes y mucha soledad».

Una espiral de la muerte sin niños

Para el experto, urge que «la sociedad española tome conciencia de este problema» porque realmente aún no lo es. «Nunca sale en el CIS que uno de los principales problemas o preocupaciones de los españoles sea la natalidad», recuerda. Solo así se podrá empezar a tomar medidas.

También conviene analizar «qué motivaría tener más niños; establecer desgravaciones fiscales; implantar medidas económicas de apoyo a la maternidad y a la familia pero también a las empresas porque para las pymes es muy difícil asumir ciertos costes, así como revisar las condiciones del aborto, que se den anticonceptivos gratuitos o que se estudie por qué la gente no se casa y tiene miedo al compromiso », enumera el experto «con el fin de favorecer la estructura familiar».

Con respecto a la estabilidad matrimonial, Macarrón considera que «el Estado ha dado incentivos que facilitan que la gente no se case o se separe» cuando podría haber hecho lo contrario. «El matrimonio -subraya- no solo está desprestigiado oficialmente sino que se favorece que no se produzca y que haya separaciones. Ahora mismo más de la mitad de la gente no se casa y de la que lo hace, la mitad se divorcia. Eso es muy malo para la natalidad».

La incorporación de la mujer al mercado laboral es otro de las factores que hace imposible volver a la añorada estructura familiar, pero «también hay una minoría de mujeres que prefieren optar por el modo tradicional y dedicarse exclusivamente al cuidado de la familia. Y el Estado de nuevo la castiga porque hay incentivos fiscales que solo se dan a las que trabajan. Eso, además de ser discriminatorio, es malo para la natalidad», subraya Macarrón, mientras que las no trabajadoras, según el INE, tienen el doble número de hijos. «El Estado debe ser neutral», considera.

Si nada se hace, el resultado es el famoso suicidio demográfico, «un proceso en el que ya estamos en marcha desde hace unos 40 años», advierte el experto. «Y se está acelerando», asegura.

«En los últimos años han bajado dos cosas: el número de hijos por mujer y el número de mujeres que pueden tener niños. Si no se hace nada porque el número de hijos aumente por mujer, que es lo único en lo que podemos actuar, seguiremos en una espiral de la muerte advierte-. Solo el año pasado en España nacieron menos del 60% de hijos de españolas que en el año 76. Es decir, que si los niños son el futuro, España tienen un 60% de menos futuro que hace 40 años» porque «los inmigrantes palian pero no solucionan el problema, como tampoco detienen el envejecimiento de la población. Por tanto, la inmigración no es la solución».

En definitiva, España envejece porque principalmente no hay niños ni jóvenes. Se trata de un deterioro que, a diferencia de la economía, no es explosivo y quizás por ello no se tomen medidas inmediatas. Pero «es una carcoma que va demoliendo el edificio social. Por eso es una lenta espiral de la muerte que estamos viendo ya en parte en la España vaciada».