Nadia Calviño emplaza a Pedro Sánchez a aclarar en los próximos días si opta a presidir el Eurogrupo

El futuro de Nadia Calviño como presidenta del Eurogrupo depende ahora mismo de dos variables: la confianza y el respaldo de los Gobiernos de la Eurozona y la confianza y el respaldo de su propio jefe, el presidente Pedro Sánchez. Y no está claro cuál de las dos es más difícil de articular.

Que la vicepresidenta aspira al puesto no es un secreto. No lo confirma, pero no lo desmiente. No dice nada en público pero hace semanas, meses, que la partida comenzó en privado. El suyo es un nombre que sale en todas las quinielas y que repiten todos los ministerios y embajadas cuando se pregunta. Tiene elementos que juegan en favor, algunos que juegan en contra. Pero tiene, sobre todo, la duda de saber si España va a apostar por el cargo o prefiere concentrar fuerzas en otro u otros. «El proceso para la elección del próximo responsable del Eurogrupo no ha empezado, y el presidente [Sánchez] no ha tomado una decisión sobre las distintas alternativas», ha reconocido hoy la propia Calviño.

En una comparecencia ante los medios antes de empezar precisamente una reunión por teleconferencia con sus colegas, los mismos que el mes que viene tendrán que formalizar la sucesión del portugués Mário Centeno, Calviño ha despejado balones y todos en la misma dirección: Moncloa. «Centeno va explicar hoy cuál será el proceso de elección. España no ha adoptado ninguna decisión, en los próximos días veremos las alternativas y tomaremos como país las decisiones que correspondan», ha indicado.

Sobre la mesa hay varias opciones que suenan. Quizás el puesto de máximo responsable de la OCDE, cuando el mexicano Ángel Gurría lo deje. O la dirección general de la OMC, cuando el brasileño Azevedo haga lo mismo en los próximos meses. Fuentes internacionales han puesto los nombres de la propia Calviño y de la ministra de Exteriores, Arancha González Laya entre las candidatas potenciales. Y se habla con insistencia del ex astronauta reconvertido en político Pedro Duque como futuro dirigente de la Agencia Espacial Europea. Algunas de las muchas «alternativas» que Sánchez debe examinar.

Todas a la vez son imposibles. Varias, una posibilidad, aunque complicada. Una, muy factible. Por eso es clave mover bien las fichas, tantear, ver qué opinan socios y rivales y distribuir energías. Cada voz es un favor que hay que pagar o devolver.

La vicepresidenta Calviño tiene ambición. Quiso ser la candidata europea para presidir el Fondo Monetario Internacional y desde su llegada a Madrid, desde Bruselas, suena una y otra vez para todo tipo de destino. Como el de Comisaria europea, que al final recayó en Josep Borrell. Ella está muy cómoda con la atención y los elogios. Y ha logrado convertir su buen nombre fuera en su mejor arma de campaña. La ironía es que, aparentemente, es una campaña más interna que externa, todavía.

«Quiero resaltar que en la consecución de los avances y éxitos recientes, España ha jugado un papel clave, lo digo con modestia pero también con la seguridad y convicción de que el papel de España ha sido reconocido por las instituciones y los países y ha sido importante para logar los avances que se han venido consiguiendo en la respuesta europea», ha afirmado este mediodía la vicepresidenta. «Seguramente esto pueda explicar que se hable de un candidato español. Es un elemento que desde el punto de vista de España es positivo y da clara señal de confianza en nuestro país», ha añadido.

Es una visión singular. El nombre de Calviño no suena como posible candidata a presidir el Eurogrupo porque el trabajo del país haya sido bueno en los últimos meses, sino porque aspira al puesto y así lo han dejado caer. No ha habido ningún movimiento a la espalda de Centeno, al que ayer Calviño elogió sentidamente por su trabajo «forjando consensos». El portugués dudaba si seguir como ministro portugués, pero ha estado en contacto permanente con sus colegas y desde su entorno se ha defendido siempre la valía de la española. No se han casado con ella, hay buenas palabras para alguno de sus potenciales rivales, pero consideran que es sin duda la favorita y quien debería hacerse con el puesto.

Los periodistas han tratado hoy de conseguir alguna pista más. De qué apoyos tendría, si Alemania está en el carro, si ha expresado ya abiertamente a algunas cancillerías su deseo formal, pero la presidenta está a la espera de que el presidente mueva ficha antes de lanzarse. No quiere ni puede quemarse, exponerse, y luego tener que dar marcha atrás incluso teniendo el camino despejado. Por eso aboga en público por la cautela, a pesar de que sabe que estos días son preciosos. El Eurogrupo no quiere tener que votar entre varias opciones. Quiere unanimidad, aclamación. Que a julio llegue sólo un nombre, y para eso hay que hacer ruido pronto, conseguir apoyos, despejar dudas y cerrar puertas.

«No voy a especular, vamos analizar las alternativa y el presidente tomará una decisión teniendo en cuenta el interés público y cuál es la mejor decisión para España», ha repetido hasta en media docena de ocasiones Calviño. «Está claro que la decisión compete al presidente. Él debe definir la posición del país teniendo en cuenta el interés de genera de España en las instituciones europeas y el ámbito internacional». Un mensaje para quienes lanzamos las preguntas, pero también para quien debe responderlas.