La dirección del PP se decanta porque Vox y Ciudadanos puedan, finalmente, tener cada uno de ellos un puesto en la Mesa del Congreso. Como informó este periódico, Génova ha revisado la decisión inicial, que incluía la presencia de Vox, para equilibrar esa representación de Vox en el órgano de gobierno de la Cámara Baja con la incorporación de un representante de la formación naranja. La mayoría de los nueve miembros de la Mesa sigue teniéndola la izquierda, que propuso imponer un “cordón sanitario” al partido de Santiago Abascal, a pesar de que esta formación consiguió 52 escaños en las últimas elecciones generales.
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La negociación de la formación de la Mesa está ya en su fase final y todo hace indicar que el debate se cierra con la decisión de que se concrete el voto cruzado en la sesión de constitución de las Cortes Generales, que se celebra mañana, para que sea posible que entre un representante de Vox y otro de Ciudadanos. El líder del PP, Pablo Casado, anuncia esta mañana que ha dado instrucciones para que su partido ceda votos a las otras dos formaciones del centro derecha para que consigan un puesto cada una de ellas.
La dirección popular ha barajado las consecuencias de esta presencia de Vox en la Mesa. Por escaños, era muy difícil justificar que se impusiera ese veto reclamado por la izquierda. Aunque, al mismo tiempo, sean conscientes de que el representante de Vox será “incómodo” en las deliberaciones semanales porque la posición de este partido será mantener “la oposición a todo”. Pero con la cesión de votos para que salga también el representante de Cs el PP cree que podría anular la campaña de la izquierda de que favorece a la “extrema derecha”. Para justificar la presencia de Cs, alegan que que son sus “socios” en los gobiernos autonómicos. Condición que niegan a Vox. Los de Abascal no forman parte de esos gobiernos autonómicos, sino que los apoyan desde fuera.