David Sinclair, profesor de Genética de Harvard: «El envejecimiento se puede tratar como una enfermedad»

Cada mañana el genetista David Sinclair toma su propio cóctel antienvejecimiento: 750 miligramos de NMN (un potenciador de NAD+, un compuesto que fabrica de forma natural el organismo y se reduce a medida que envejecemos), 1 gramo de resveratrol (un antioxidante presente en la uva tinta) y 500 miligramos de metformina (un fármaco antidiabético). Es la receta antiedad que este experto en longevidad de la Universidad de Harvard está probando como si fuera su propio conejillo de Indias para eludir los estragos del paso del tiempo. Tiene 50 años, pero este australiano aún conserva un aspecto casi aniñado, quizá fruto de su fórmula «antiedad» o de sus buenos hábitos de vida y genes, aunque como asegura a ABC, «el peso de la genética en la esperanza de vida es solo del 20 por ciento».

Sinclair no solo está preocupado por su propia longevidad. Su empeño es demostrar que el envejecimiento, aunque es imparable, «es más maleable de lo que siempre hemos pensado. Es una enfermedad y se puede tratar», responde a ABC por correo electrónico.

Empezó a destacar en la ciencia del envejecimiento hace dos décadas, al identificar un grupo de enzimas llamadas sirtuinas, que proporcionaban beneficios similares a comer poco, lo único junto al ejercicio físico que ha demostrado prolongar la vida. Hoy se ha situado a la cabeza de esta nueva carrera científica para hallar un tratamiento que no solo nos permita vivir más años sin hacerlo en las mejores condiciones posibles. «Si no enfermamos la posibilidad de morir es muy baja. Nuestra investigación está orientada a extender la salud y, como un efecto secundario, la longevidad».

El objetivo de Sinclair es resetear nuestro código epigenético, como explica en su último libro «Lifespan» («Esperanza de vida. Por qué envejecemos y por qué no tendríamos que hacerlo». Quiere lograrlo con la ayuda del NMN, el compuesto que él y su padre de casi 80 años están ya está tomando. Este mismo compuesto ya ha demostrado en experimentos con ratones envejecidos su eficacia. En el laboratorio vieron cómo recuperaban su aspecto juvenil, corrían más rápido y tenían más resistencia. Se crearon nuevos capilares y los tejidos recuperaron su vigor. El año pasado empezó un ensayo clínico con este tratamiento, pero esta vez con voluntarios sanos. Si los estudios con humanos salen como se espera podría estar pronto en el mercado, aunque aún hay que esperar los resultados. La siguiente pregunta es en qué momento de la vida habría que empezar a tomarlo: «Hoy nadie sabe cuándo sería más eficaz. En ratones sí vimos que cuanto antes mejor, aunque también ayudaba a los de mediana edad», explica.