La emotiva historia de Pablo Luna y la lucha contra el cáncer infantil en ‘Imparables’

La historia de Pablo Luna: “Gracias al cáncer que padecí vi cumplido mi sueño de ser locutor de radio”

A veces, pensamos que lo revolucionario es lo rompedor, lo nuevo, lo moderno, lo snob, lo que huye de los convencionalismos. Pero en ocasiones, lo más básico puede llegar a ser revolucionario. Y si no, apúntate esta frase: “Eres único, valioso y tienes un talentazo impresionante.” Así comienza el video motivador que ha grabado recientemente Pablo Luna. Pablo es locutor de una de las radios musicales del Grupo COPE, ‘Megastar FM’. Para llegar a esta conclusión, nuestro protagonista ha tenido que atravesar muchas arenas movedizas. Ahora tiene 23 años. Con 18, padeció un cáncer: linfoma de Hodgkin (una variante de la leucemia). En tan solo cuatro años, pasó de encontrarse en un sillón de hospital recibiendo la quimio a trabajar en su verdadera vocación: la radio.

Hasta los 18, la vida de Pablo era normal. Un chico que estudiaba. De repente, el médico le dio una mala noticia: “Me diagnosticaron el cáncer, y el médico fue franco, diciéndome que tenía que coger el toro por los cuernos. Lo más duro fue mirar a mi derecha y ver la cara de mi madre. Fue lo peor. Fue un día malísimo, en el que mis padres comenzaron a llorar.”

No obstante, Pablo tenía claro que iba a salir de esta: “A la mañana siguiente cogí mi bicicleta, y me puse a gritar como un loco, autoconvenciéndome entre lágrimas de que esto me lo comía con patatas. Y aquí sigo.” Y es que el cáncer, no solo provoca que tu vida esté en peligro. Es que la rutina deja de tener sentido: “Solo tiene sentido la superviviencia. Todas las capas sociales que tenemos para estar a la altura de lo que se espera de nosotros, desaparece al cien por cien. Además, cuando tienes 18 años, nunca esperas que te pueda ocurrir algo así.”

Una vez asumido, comenzó el tratamiento. Pablo reconoce que fue un buen enfermo… a ratos: “Obedecí en casi todo, pero es cierto que a veces no quería darme cuenta de que estaba enfermo, y cuando acababa la quimio por ejemplo me iba a correr. Los médicos y mis padres se enfadaban, porque con la quimio pierdes muchas defensas, y si las defensas están bajas, no puedes recibir quimioterapia, con lo cual a su vez el riesgo de no curarte es mayor. Pero en general fui bueno.”

De hecho, fue el propio paciente quien tenía que animar a su entorno, para convencerles de que todo iba a salir bien: “Yo sabía que me recuperaba seguro. Sufría más por mis padres. Por eso, en las sesiones de quimio me lo tomaba todo a cachondeo, para quitarle hierro a este drama.”

Pero lo cierto que el tratamiento fue duro. Pablo pasó de los 75 a los 45 kilos. El pelo desaparecía de la cabeza. Su mente era más fuerte que todo eso: “Para recuperarse de un cáncer, el 80% es la mente”, asegura. No obstante, fue en las sesiones de quimioterapia cuando nuestro protagonista comenzó a vislumbrar su futuro. Al menos a visualizarlo. Una vez se sentaba en el sillón, desconectaba del mundo poniéndose los cascos. Su objetivo era claro. Imaginar cómo sería su vida tras la recuperación.

Curiosamente, fue en esos meses de dureza cuando en su pueblo, la localidad sevillana de Morón de la Frontera, abrieron una radio comunitaria. Su madre insistió en que acudiera para que se aireara y no pensara en la enfermedad: “Me llevó a la radio, y lo curioso es que acabé haciendo un programa con ella. Y me gustó tanto la experiencia, que mi obsesión se convirtió en trabajar en la radio.”

Desde entonces, Pablo se aficionó a la emisora en la que hoy desarrolla su trabajo, ‘Megastar FM’, que recientemente había comenzado sus emisiones: “Desde ese momento tengo claro que todo ocurre por algo, y que gracias al cáncer encontré mi vocación y mi sueño. Por eso, durante la quimio me visualizaba a mi mismo trabajando en la radio. Hubo un momento en el que comencé a llorar. Me preguntaba qué me estaba pasando. La respuesta es que había encontrado mi vocación real.”

De ahí que Pablo compagine su tarea en la radio con las conferencias que imparte en la universidad por toda la geografía española: “Mi objetivo en esas charlas es dar a conocer el modelo de pensamiento que desarrollé, y sobre el que tratará el libro que estoy escribiendo, y es la importancia de pensar en uno mismo. Y es que cada día tenemos que estar unos diez minutos analizándonos a nosotros mismos. Solo con hacer eso, cambiarás tu vida radicalmente, mejorarás en autoestima y aprenderás a conocerte.”

Es la historia de Pablo, que en cinco años ha pasado de la travesía hacia la recuperación, a cumplir sus sueños: “Todo lo que nos pase en la vida es por algo. A mi el cáncer me sirvió para encontrar mi vocación. Tenemos que estar muy despiertos para aprender de las situaciones.”

Hacer frente al cáncer infantil

Jaime ha conseguido con esfuerzo llevar una vida normal. A sus doce años, ha superado ya un cáncer que le detectaron cuando tan solo tenía tres añitos. Pese a salir victorioso de la guerra contra las seis letras malditas, algunos de sus más íntimos amigos no han corrido la misma suerte. Su tratamiento, en el Hospital de Albacete, fue duro. El padre de Jaime, Juan, recuerda que los días posteriores a la detección de su enfermedad, en 2010, fueron muy difíciles, al tratarse de un cáncer agresivo: “Fueron días de alarma, porque la enfermedad se extendía rápido por todo el cuerpo. Cuando comenzó el tratamiento y mejoró, pasamos del susto a la esperanza. Hoy, gracias a Dios, está recuperado.”

Olga es la mamá de Ruth. Ya ha cumplido los ocho años. Con tan solo tres, le detectaron un cáncer: neuroblastoma agresivo. En un primer momento, tuvo que ser ingresada en Leganés, en el hospital ‘Severo Ochoa’, para posteriormente ser derivada al ‘Doce de Octubre’, en Madrid: “Aquello nos descolocó completamente, pero rápidamente tienes que confiar en los médicos y en tu hija. Saber que va a poder con ello. Yo la veía tan bien… cuando recibía la medicación había momentos en los que estaba muy mal, pero enseguida se le pasaba y quería jugar. En la planta de oncología infantil hay muchos niños y, aunque parezca mentira, predomina la alegría, porque quieren jugar todo el tiempo. No son conscientes de su situación”, asegura Olga con los sentimientos a flor de piel.

Cuando unos padres tienen que hacer frente a la enfermedad de su hijo o de su hija, el número de obstáculos se cuentan por cientos, en todos los ámbitos: el emocional, psicológico, familiar o laboral, entre otros. Por ello, la ayuda que prestan las asociaciones vinculadas al cáncer infantil desempeñan un papel importante desde el momento en el que se detecta la enfermedad. Una de esas organizaciones es la Asociación Infantil Oncológica de Madrid. Su coordinadora general, Carmen Pombar, ha recordado en ‘Imparables’ que “la tasa de supervivencia del cáncer infantil está por encima del 80%. Cifra que puede elevarse a más del 90% en determinados tipos.”

Por tanto, el cáncer infantil tiene buen pronóstico, en buena medida debido a que el organismo de los pequeños está aún en fase de desarrollo, lo que les permite soportar mayores dosis de tratamiento. Pero influyen otros factores, como afirma la coordinadora: “El sistema sanitario actúa con mayor rapidez. Cuando se sospecha que un pequeño puede estar enfermo, es derivado rápidamente a un centro hospitalario con experiencia oncológica, siendo de inmediato el traslado a otra comunidad autónoma en caso de que ese servicio no se preste en el territorio donde vive. A partir de ahí, se realiza un tratamiento preciso, donde no existe la lista de espera. Eso es fundamental”, afirma Pombar.

Las enseñanzas de ‘Cepi’

Antonio Cepillo ‘Cepi’ no era un pediatra más. Era un espejo en el que muchos niños y adultos de hoy deben mirarse, pero también los de las próximas generaciones. Cooperante, solidario, empático, humanista y, sobre todo, un apoyo para las familias albaceteñas que han tenido la desgracia de vivir a través de un hijo o una hija la enfermedad del cáncer. El pasado mes de abril ‘Cepi’ nos dejó con tan solo 34 años, precisamente por la enfermedad de las seis letras, a la que siempre hizo frente desenvainando la sonrisa como espada.

De él fue la idea de crear ‘Los Guachis’, un grupo formado por pacientes, familiares, oncólogos, pediatras y voluntarios del Hospital de Albacete, que cada año organizan un musical benéfico con motivo del Día Internacional de Cáncer Infantil.

Muchos de los que le conocieron, nunca olvidarán un sinfín de anécdotas vividas con él: “Siempre le ponía un punto de locura a todo. Un año, recuerdo que representamos el rapto de ‘Los Guachis’ por parte de unos brujos. Él representaba a uno de esos raptores. Recuerdo que grabamos un corto en la estación, y cuando se vistió de brujo no se puso las mallas, y aparecía literalmente en calzoncillos”, recuerda con una sonrisa Ana Martínez, la coordinadora del Aula Hospitalaria del Área integrada de Albacete.