Polémica victoria del Real Madrid, con el VAR como protagonista en dos penaltis

Al Real Madrid no le venía bien este partido en este momento del calendario, cuando se avecinan dos clásicos en los que nunca se puede tropezar. El devenir de la temporada en las competiciones locales está en juego en apenas una semana. La Copa y la Liga en siete días. Entre dos etapas de montaña, necesitaba una de transición. Y no, el Ciutat de València no es un estadio donde el rival pueda liquidar los partidos con comodidad. No le apetecía tener enfrente un rival pestoso, de los que no se deja dominar y es siempre impredecible, que obliga a no escatimar ni un ápice de energía.

El Levante no tenía nada que perder y fue capaz de inquietar al Madrid en todo hasta que Bardhi, por evitar un pelotazo en la cara, cometió un penalti que no vio el árbitro, pero sí el VAR y que Benzema no erró. No estaba la noche para desperdiciar regalos, vinieran del lado granota o, ya en la segunda parte, del árbitro.

Solari sigue empeñado en sostener al equipo en la pelea por la Liga y para eso resultaban esenciales los tres puntos en juego en el Ciutat. Sacó su once tipo, pese a que a la vuelta de la esquina espera un Barça más descansado y con la cadena más suelta. Quizá presentía que los granotas no iban a salir pidiendo clemencia. Porque nunca lo hacen.

Morales Rochina probaron a Courtois antes que los blancos lograran enlazar dos pases. Y cuando lo hicieron, el centro de Modric se paseó por el área de Aitor. A la velocidad de Vinicius respondía la de Morales, y a la de SimonReguilón con muchos esfuerzos. El nigeriano se convirtió en el estilete del Levante, capaz de replegarse con tanta velocidad como recursos, se mostró para inquietar la meta madridista. Sin remate, eso sí. Envió una pelota al palo Roger y el susto le sirvió al equipo de Solari para volcarse en vivir cerca del área granota durante un tiempo. Probó Vinicius una vez, y a la siguiente quiso aprovechar una pérdida de Cabaco para asociarse con Benzema y Kroos, pero fue incapaz de imponerse en el mano a mano con Aitor.

Sin respiro, con ataques por los costados que dejaban sin aire y atenazados por la responsabilidad de ganar un partido sin control, el error de Bardhi rescató al Real Madrid desde el punto de penalti al filo del descanso. El aviso de que ese gol apenas significaba una mínima ventaja se lo dio Roger, desperdiciando casi de inmediato un mano a mano con Courtois que acabó escupido por el palo.

Al regreso del vestuario, tuvo de nuevo Vinicius la posibilidad de ampliar la ventaja, pero se durmió en el área ante un Rochina más pícaro. El perdón tuvo castigo y, esta vez sí, Roger no falló.

Si hay algo que el Levante lleva en su ADN desde la llegada de Paco López al banquillo es la pelea intensa hasta el último momento y con todas las armas que tenga a su disposición. Sin duda la velocidad de Morales es una de ellas. Quizás la principal. Un pase en largo de Campaña al capitán acabó en un centro que Roger convirtió en el empate. Todo volvía a estar igualado. Al Real Madrid le iba a costar sumar los tres puntos si no despertaba rápidamente.

Quiso hacerlo Solari dando entrada a Valverde y a Bale, gestionando los minutos ante lo que se avecina. Y pudo de nuevo lograrlo Vinicius en una carrera con Cabaco que acabó con un disparo atajado por Aitor. Como la única cabalgada en ataque de Reguilón, que tampoco halló puerta.

Justo cuando el encuentro parecía condenado a un justo empate, apareció la ayuda inesperada de Iglesias Villanueva. No dudó en volver a señalar el punto de penalti al ver caer a Casemiro en el área en un despeje de Doukoure. Una decisión polémica que, VAR mediante, no modificó para sorpresa general. El tanto de Bale condenaba al Levante a la proeza y dejaba al Madrid con la responsabilidad de aguantar un marcador que le daba vida justo en el momento en que más lo necesitaba. No, no brillaron los blancos y ni siquiera fue por voluntad propia, por la carga mental y física que les espera. Fue sencillamente porque no supieron encontrar la forma de hacer daño a un rival con más fe que acierto.