Borrell enfría la intervención en Cataluña: se puede aplicar la ley «sin el 155»

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Josep Borrell, ha enfriado hoy la intervención del Estado en Cataluña pese a los continuos desafíos de la Generalitat. Borrell, que ha lamentado hoy el «desconcertante» empeño en el que está inmersa una parte de la sociedad catalana en busca de la independencia, ha dejado claro que el Gobierno tiene otros métodos más allá del artículo 155 para hacer que se cumpla la ley en Cataluña.

«Hay que compaginar templanza con firmeza», ha manifestado el ministro, quien ha considerado como una «demanda que puede hacer la oposición» el volver a aplicar el 155, pero ha insistido en que el Ejecutivo -en su estrategia por dulcificar el conflicto- «debe medir cada paso que da».

Con todo, Borrell ha reconocido que la desconexión de Cataluña está «fuera de toda óptica» en los planes del Gobierno, pese a que los independentistas han acentuado el pulso. «Están en el sí o sí», ha diagnosticado Borrell durante su intervención en una nueva edición del Foro ABC, desarrollada hoy en Madrid con la colaboración de Ferrovial y Deloitte.

El ministro, que ha llegado con retraso al evento por sus obligaciones en el Hemiciclo, no ha obviado la tensa sesión de hoy en la Carrera de San Jerónimo, donde apelativos como «fascista» han vuelto a estar sobre la mesa y donde los soberanistas han llegado a amenazar al Gobierno con un nuevo ejercicio de desobediencia. «He vivido muchas sesiones y recuerdo pocas tan broncas como esta», ha rememorado Borrell, preocupado por el elevado clima de crispación.

Escaso éxito

En el apartado de la autocrítica, el ministro ha asumido el «poco éxito» con el que el Gobierno ha intentado normalizar la situación catalana. «Lo reconozco. Cuando pensábamos que la cosa entraba en una fase de mayor diálogo se han encrespado las actuaciones del presidente de Cataluña», ha admitido Borrell, quien no obstante ha valorado el reciente toque de atención de Sanchez a Torra.

A última hora del lunes, el Gobierno envió tres cartas a la Generalitat expresando «su inquietud» por la «dejación de funciones» del Ejecutivo catalán, más preocupado por insistir en la causa soberanista que por las necesidades reales de sus ciudadanos. Según las misivas del Ejecutivo, esto ha provocado importantes consecuencias de «carácter económico, social y para la seguridad pública».

Quizá por ello Borrell haya destinado parte de sus esfuerzos en desmarcar al Gobierno de los partidos secesionistas, ahora en su contra, pero que dieron su voto para derrocar a Mariano Rajoy. «Al Gobierno se le acusa de condescendencia con quien se llama “sus socios”». «Pongamos las cosas en su sitio», comenzó su alegato Borrell, que continuó: «Este es un Gobierno que ha llegado por una vía constitucional que no es la clásica, la moción de censura. Los que votaron la moción votaron contra el Gobierno, no a favor del entrante. Eso hay que tenerlo claro».

El ministro, en esta línea, ha insistido en que el Gobierno «no tiene hipotecas» con los soberanistas por facilitar el cambio en La Moncloa. Y justo ahí, en el tejado del hogar del presidente Sánchez, está la pelota del problema secesionista: tolerar más desafíos de la Generalitat o seguir aplicando «ibuprofeno». De momento, el dolor de cabeza y la fiebre no bajan. Al contrario.