El centroderecha roza la mayoría absoluta

La moción de censura de mayo llegó en el peor momento electoral para el Partido Popular: el «Vietnam» que el «procés» supuso para el Gobierno de Rajoy llevaba más de un año erosionando a su electorado. En abril de 2017, los populares contaban con el 36,8 por ciento de respaldo, mientras que Ciudadanos lo hacía con el 11,8%. Cuando se plantea la moción de censura el partido está en sus registros más bajos desde las elecciones de 2016, pues sólo cuenta con el 25,6% de intención de voto. Ciudadanos, por el contrario, está en su mejor momento de los últimos dos años, con el 24,4% de expectativa de voto.

El proceso de primarias del PP y la elección de Casado como presidente actúan como revulsivo en el desmoralizado electorado popular. Así, se inicia la remontada que llevará a la agrupación a crecer 2,5 puntos en dos meses y a empatar con el PSOE a primeros de este mes de septiembre. El grupo popular comienza recibir de vuelta a cientos de miles de votantes que en el último año fueron captados por los naranjas o que se refugiaron en la abstención. Por ello, cae la intención de voto a Ciudadanos y aumenta la participación prevista ante unas más que probables elecciones anticipadas.

Mientras, el PSOE se encuentra ya en plena desaceleración: tras las subidas de junio a agosto, en las que creció 3,8 puntos, ahora en septiembre sólo ha avanzado 0,4 puntos.

La suma del centroderecha ha pasado desde la elección de Casado del 45,8% al 46,3% con lo que ya rozan la mayoría absoluta. Este porcentaje irá creciendo según la tendencia de voto actual, por lo que todo indica que habrá mayoría absoluta del Partido Popular en unas elecciones anticipadas, incluso si estas son inminentes.

Entre los aliados parlamentarios del PSOE no hay crecimiento destacable. La tónica general es el estancamiento: entre los separatistas hoy sumarían el 6,5% del voto nacional, cuando en 2016 representaron el 6,6%, y los morados y sus confluencias llevan cinco meses consecutivos instalados en el entorno estático del 16%.

Ante la falta de avances entre la izquierda radical y los separatistas, el frenazo del PSOE y el pinchazo de la burbuja naranja, solo aparece un claro vencedor del verano: el Partido Popular de Casado. Si la actual situación política se prolonga, cabe esperar que mes a mes la agrupación se refuerce y pueda esperar desde una posición de fortaleza la convocatoria de elecciones. El PSOE no debe intentar alargar artificialmente la actual legislatura, porque probablemente haya alcanzado ya su cénit electoral y sea el momento de convocar, antes de desgastarse más.

La necesidad de unas elecciones anticipadas está respaldada porque España padece una profunda crisis de gobernanza por la inexistencia de una mayoría parlamentaria desde diciembre de 2015. Tras la mayoría absoluta de Rajoy, que en noviembre de 2011 puso final al inoperante gobierno de Zapatero, hasta las elecciones generales del 20-D de 2015, en la que el voto de los españoles se fraccionó de tal forma que hizo necesaria la repetición de aquellas elecciones seis meses más tarde, hasta la actualidad. De las urnas de junio de 2016 surgió otro Congreso de los Diputados sin mayoría que garantizase un proyecto homogéneo y estable. Sólo la responsabilidad histórica de un PSOE dirigido por una gestora posibilitó con su abstención la investidura del presidente Rajoy en octubre de 2016. Tras once meses de interinidad, España volvía a tener un gobierno. Pero desde el minuto uno, este gobierno sabía que su existencia dependía de un hilo muy fino compuesto por 170 apoyos de los 350 diputados de la Cámara baja. Su continuidad no estaba asegurada ni blindada contra mociones de censura, como se acabó viendo.