May se aferra a su plan del Brexit y exige a la UE que presente una alternativa

Theresa May no tira la toalla. A pesar del varapalo que recibió este jueves en Salzburgo por parte de sus colegas de la UE, la primera ministra británica, en una comparecencia televisiva en directo desde el número 10 de Downing Street, ha evitado hacer la menor concesión y ha exigido a Bruselas que explique su negativa a aceptar el plan de salida de la UE propuesto por Londres y ofrezca alguna alternativa. May, que debe hacer frente al ala euroescéptica de su partido en el congreso que los conservadores celebrarán dentro de una semana, ha utilizado un tono pretendidamente duro y firme: «He mostrado durante todo el proceso negociador respeto a la UE. Reino Unido exige ese mismo respeto».

La primera ministra regresó a Reino Unido de la cumbre informal de Salzburgo para recibir de inmediato una lluvia de críticas de sus propias filas, de la oposición laborista y de los medios británicos. Más allá de una cierta solidaridad por las cajas destempladas con las que la primera ministra fue despedida por sus colegas europeos, los ataques de unos y otros se han centrado en el llamado plan Chequers. Era la propuesta negociadora de May a Bruselas, con la que esperaba ganar algo de tiempo y no descarrilar las negociaciones. Boicoteada desde un principio por los euroescépticos, que veían en el documento una «muestra de vasallaje» hacia la UE, calificada de ingenua y nefasta para la economía por los laboristas, rechazada por los unionistas de Irlanda del Norte que sostienen la mayoría de May en el Parlamento, el clamor unánime ha sido exigir a la primera ministra que retire su plan.

Nada de todo eso. May ha decidido ganar tiempo trasladando la responsabilidad del estropicio a la UE y elevando su tono para no ser adelantada por el ala dura del Partido Conservador. «Que la Unión Europea tenga algo bien claro: ni alteraré el resultado del referéndum ni quebraré la integridad territorial de mi país», ha dicho. Se refería con ello a las dos propuestas que, según la mandataria británica, ha puesto sobre la mesa Bruselas: «O que Reino Unido permanezca en el área económica de la UE y en su unión aduanera, lo que supondría una burla del referéndum de hace dos años, o que firmemos un nuevo acuerdo de libre comercio que supondría establecer una frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte y que este territorio siguiera formando parte de la Unión Aduanera o del Mercado Interior. Eso supondría establecer una barrera de aduanas entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido. Algo que nunca aceptaré y que, a mi juicio, nunca aceptará ningún primer ministro», ha dicho.

Theresa May defiende con uñas y dientes su propuesta de negociación, y ha exigido a la UE que no se limite a rechazarla, como hizo en Salzburgo, sin dar una explicación de su rechazo ni presentar soluciones alternativas. Mientras tanto, ha amenazado, las negociaciones seguirán estancadas y Reino Unido continuará preparándose para la posibilidad de que se llegue a la fecha del Brexit -el próximo 29 de marzo- sin un acuerdo. «Siempre he afirmado que entre un mal acuerdo y que no haya acuerdo, prefiero que no haya acuerdo», ha asegurado.

May es muy consciente de la humillación que ha recibido de la UE y ha intentado en su discurso convertir la herida que le han infligido en una herida a todos los ciudadanos británicos. «Durante todo este tiempo he mostrado respeto a la UE. Reino Unido exige el mismo respeto».

La primera ministra solo ha tenido buenas palabras para dos destinatarios concretos. Ha intentado calmar a los cerca de tres millones y medio de ciudadanos comunitarios que residen en Reino Unido.   «Sois nuestros amigos, vecinos y colegas y protegeremos vuestros derechos. Queremos que permanezcáis aquí», les ha anunciado. A los habitantes de Irlanda del Norte les ha dicho: «En el caso de que no haya acuerdo, haremos todo lo que esté en nuestras manos para evitar el regreso a una frontera física [entre las dos Irlandas]».

La primera ministra no se ha referido a la posibilidad de un segundo referéndum, pero lo ha descartado implícitamente. «El referéndum fue el mayor ejercicio democrático llevado a cabo en este país. Negar su legitimidad o frustrar su resultado amenaza con quebrar la confianza pública en nuestra democracia», ha advertido.