Las polillas que han tomado los cielos zaragozanos pertenecen en su mayoría a la especie Autographa gamma
Zaragoza no ha escapado a la sorprendente invasión de polillas gigantes que estos días ha sacudido a buena parte de España. Con la llegada repentina del calor, estos insectos nocturnos han comenzado a proliferar con una intensidad inusual, colándose en viviendas y convirtiéndose en una molestia para muchos vecinos. Aunque su aspecto impone, los expertos insisten en que no representan un peligro para la salud.
Las polillas que han tomado los cielos zaragozanos pertenecen en su mayoría a la especie Autographa gamma, una migradora habitual que llega desde el norte de África arrastrada por masas de aire cálido. Lo excepcional este año ha sido la combinación de una primavera húmeda con temperaturas veraniegas anticipadas, lo que ha favorecido su expansión por toda la península, incluida la capital aragonesa.
De noche, su presencia es especialmente notoria. En varios barrios de Zaragoza se las puede ver revoloteando cerca de las farolas o colándose por ventanas abiertas. Las recomendaciones más habituales pasan por instalar mosquiteras, mantener cerradas puertas y ventanas y revisar la ropa y despensas, donde también pueden esconderse.
FUENTES MUNICIPALES RESTAN DRAMATISMO
Fuentes municipales restan dramatismo al fenómeno. Lo califican de «circunstancial y efímero», sin capacidad de daño ni necesidad de intervención específica. Las polillas, explican, no pican, no transmiten enfermedades y tienen una esperanza de vida muy breve, por lo que su presencia debería disminuir en pocos días, si las temperaturas se estabilizan.
Para mantenerlas a raya, los expertos aconsejan evitar el uso indiscriminado de insecticidas. “Un matamosquitos eléctrico puede ser suficiente si se cuelan en casa, afirman expertos. Aromas naturales como la lavanda, el alcanfor o la menta también ayudan a repelerlas, especialmente en armarios y cajones. Eso sí, si se detecta su presencia en alimentos, es preferible consultar con un profesional.