«Para poder respirar es fundamental el sentido del humor, que está conectado a la capacidad de disfrutar y entusiasmarse», comenta Bergoglio en el libro Dios es joven
Cada mañana, tras las laudes, Francisco recita una sencilla oración. Desde hace más de cuarenta años, el pontífice sigue esta misma rutina con el fin de conservar su alegría. Su secreto no es otro que un pequeño texto escrito por santo Tomás Moro: la oración del buen humor.
Como él mismo contó en el libro Dios es joven (2018), dos son las cualidades que deberían pedir los cristianos cada día a Dios, el entusiasmo y la alegría. «Para poder respirar es fundamental el sentido del humor, que está conectado a la capacidad de disfrutar y entusiasmarse. Tener sentido del humor ayuda también a estar de buen humor y, cuando estamos de buen humor, es más fácil convivir con los otros y con nosotros mismos», recoge esta edición, en forma de diálogo entre el Papa y el periodista Thomas Leoncini.
La oración del buen humor
y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar
lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante
el pecado, sino que encuentre el modo de poner
las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento,
las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no
permitas que sufra excesivamente por ese ser tan
dominante que se llama Yo.
Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría y
pueda comunicársela a los demás.
En enero de 2020, incluso le leyó esta oración al entonces presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien acudió a una audiencia privada en el Vaticano acompañado por su pareja, Fabiola Yáñez. Pero antes ya se sabía que este el secreto de su júbilo, porque se lo había confesado a los jesuitas irlandeses en su viaje apostólico a este país en agosto de 2018.
«¿Cómo hace para mantener su corazón alegre con todo lo que le sucede?», le preguntó al sacerdote John Callahan en aquel encuentro en la nunciatura de Dublín. A esto, Francisco respondió desvelando que recitaba cada día este texto. «Parece que el Señor me lo da. –dijo refiriéndose al buen humor–. Pero nosotros en general debemos tener este sentido».
La oración de Tomás Moro sigue teniendo su efecto en el Santo Padre, quien tras haber sido diagnosticado con una neumonía bilateral y tener que hacer reposo absoluto a sus 88 años, todavía guarda fuerzas para bromear. Este miércoles, 19 de febrero, cuando la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, fue a visitarle al policlínico Gemelli, el obispo de Roma le dijo: «Alguien rezó para que el Pontífice fuera al Paraíso, pero el Maestro de las Misas pensó que igual me dejaba aquí»; así lo ha recogido el diario italiano Corriere della Sera. La mandataria confirmó haberle encontrado «lúcido y receptivo» y conservando su «proverbial sentido del humor» que tanto le debe a Tomás Moro.