Efectos colaterales del retraso de la maternidad: Madres en menopausia con hijos adolescentes

Estas dos etapas vitales no son patologías sino transiciones naturales, pero con cambios, advierte la experta

«Somos la primera generación de mujeres menopáusicas con hijos adolescentes»

Cada vez es más común que mujeres sobre los cincuenta años estén atravesando los cambios característicos de la edad a la vez que sus hijos pasan los propios de su adolescencia.

Esta combinación, que puede ser complicada, requiere un extra de manejo emocional para sobrellevar la convivencia de las hormonas en distintas etapas vitales bajo un mismo techo.

Estos son los consejos que Rocío Sánchez López, profesora del Máster en Intervención Psicológica en Niños y Adolescentes de UNIR, ofrece para abordar esta situación.

¿Somos la primera generación en la que se da esta situación, debido al retraso de la maternidad en España?

Si efectivamente, es España y otros países desarrollados, el retraso en la maternidad, ha hecho que esta situación sea más frecuente en la actualidad. La edad a la que se tiene el primer hijo, ha ido aumentando en las últimas décadas y actualmente está alrededor de los 32 años de edad. Esto implica que muchas mujeres alcanzarán la menopausia cuando sus hijos estén la plena adolescencia, lo que unirá por tanto, cambios y transiciones en dos miembros de la familia a la vez.

Nadie piensa en esta situación cuando tiene un hijo tarde…

Efectivamente, el retraso de la maternidad es uno de los factores que une ambas etapas en el hogar. Sin embargo, al tener hijos más tarde, las personas no suelen anticipar los cambios fisiológicos que se van a dar años después, sino que suelen enfocarse en la estabilidad y madurez que desean ofrecer a sus hijos en el momento de tenerlos. La menopausia y la adolescencia no son patologías, sino transiciones naturales, pero con cambios. Por tanto, no siempre se considera un problema hasta que ambas etapas ocurren a la vez y dependerá de cada caso en particular, si hay patologías asociadas y cómo a nivel personal se estén viviendo los cambios.

Entonces, cuando llega la adolescencia, se junta con la menopausia de la madre, y sus circunstancias… ¿Qué consejos daría a la mujer en esta situación?

La evidencia sugiere que el bienestar físico y emocional puede mejorar con autocuidado. Cuando la mujer conoce los cambios físicos y emociones que puede sentir, puede atenderse a sí misma con mayor comprensión. Mantener una buena rutina de sueño, alimentación y ejercicio físico contribuyen a mejorar el estado de ánimo. Expresar estos cambios en la familia, también ayuda a normalizar esta etapa de transición, permitiendo que en casa los propios hijos y pareja conozcan y puedan acompañar en momentos de mayor estrés o sensibilidad.

 ¿Es lo mismo la relación madre/hijo adolescente que madre/hija adolescente? ¿Hay alguna más complicada por naturaleza que otra?

No necesariamente. Los estudios muestran que las relaciones familiares dependen más de factores individuales y del propio contexto como la comunicación, respeto y la comprensión que hay en la familia, más que del género de los hijos. La clave está en cómo cada familia gestiona los cambios y las transiciones en cada etapa del desarrollo. La cercanía o distanciamiento suele estar más relacionada con la calidad de los vínculos existentes que se tiene con los hijos.

 ¿Van a ser todas las relaciones complicadas? El adolescente. ¿está en situación de entender esta circunstancia o etapa de la madre, mientras se encuentra en su propia cruzada vital?

No todas las relaciones deben ser complicadas. Hay un mito generalizado de que la adolescencia, es por naturaleza, una etapa «en crisis constante», pero esta percepción está sobredimensionada. Aunque es cierto, que la adolescencia implica una etapa de autoafirmación y exploración individual, muchos adolescentes navegan por esta etapa del ciclo vital con ajustes leves o moderados y no presentan problemas emocionales o comportamentales significativos. Si se les guía con claridad y se les comunica las situaciones de forma adecuada son capaces de comprender las circunstancias familiares. No obstante, esta empatía y comprensión, es algo que debe trabajarse desde pequeños.

¿Cómo podemos afrontar de manera óptima esta posible ‘guerra de hormonas’ en casa?

Para afrontar esta situación de la manera óptima, sería útil ver esta situación como una oportunidad de apoyo mutuo. Trabajar la comunicación, expresar cómo está cada miembro es importante para que haya comprensión de los cambios que se pueden estar sufriendo. Igualmente, a nivel individual, aportaría que cada miembro tenga su propio espacio para practicar el autocuidado, deportes, hobbies y apoyo social externo, a la vez que se cultivan espacios de convivencia distendidos en casa que sean relajados y libres de conflicto alguno. Los miembros de una familia deben sentir que están «a gusto» en su propia casa. Y se una tarea de todos, fundamentalmente de los cuidadores principales, que el hogar se convierta en «refugio» para vivir las propias crisis emocionales.

¿Cuánto más explique la mujer el momento que atraviesa, mejor?

Explicar brevemente al adolescente lo que se está viviendo, le pueden ayudar a entender mejor ciertas reacciones de su madre. La transparencia siempre es positiva, pero en equilibrio, esto quiere decir, que no podemos cargar al adolescente con preocupaciones que no le corresponden por edad y que tampoco va a saber gestionar. Tampoco ayudaría a la propia mujer vivir la situación desde la retroalimentación de esta, es decir, desde una continua expresión de los síntomas porque la estarían enfocando a revivir el malestar continuamente.

¿Algún consejo final para vivir esta etapa más pacíficamente en el hogar?

La palabra aceptación cobra aquí un gran significado. Cuando somos capaces de aceptar ambas etapas como naturales, la adolescencia como una de las etapas del propio ciclo vital y la menopausia como una transición o crisis dentro de la etapa adulta, no luchamos contra esos cambios vitales, le damos la bienvenida y los transitamos con acompañamiento y respeto hacia nuestros propios cambios y los cambios del otro. Buscar apoyo externo, como redes de apoyo entre amigas ó grupos de madres, en el caso de la mujer, también puede proporcionar alivio y perspectivas nuevas, al igual que los grupos de amigos tan importantes en la adolescencia.