Los trucos de una profesora para que tu hijo aprenda a leer, escribir y no se le atraganten las matemáticas

Cristina Álvarez Millán asegura que la etapa educativa de Primaria es vital para asentar los conocimientos

El método Farrer: la impactante petición de un profesor a sus alumnos adolescentes que no deja impasible a nadie

Todo es mucho más fácil de lo que uno piensa cuando lee el libro de Cristina Álvarez Millán ‘¡Ya vamos al cole!’ (Espasa). Los consejos y trucos que ofrece esta maestra para que los niños que cursan Educación Primaria aprendan y se diviertan son tan fáciles que muchas familias respirarán aliviadas al ver su vida no se complica de más.

¿Tu hijo no quiere leer? No te preocupes. Dile que el domingo vais a hacer tortitas y que lea la receta. ¿Se lía al escribir los números? Aprovecha a jugar con él y escribirlos en la arena del parque. ¿Le cuesta contar? Dile que cuente las chuches que tenéis en casa. ¿Comete muchas faltas? ¡Que escriba la lista de la compra contigo!

La autora, fundadora del canal educativo @unProfesor, ofrece respuestas y propuestas concretas que te ayudarán a gestionar mejor la educación de tus hijos y mejorar su rendimiento académico porque «la Educación Primaria. es que es una etapa crucial en la que se preparan para la llegada a la adolescencia y, a nivel académico, asientan las bases para que puedan seguir adecuadamente sus estudios en las etapas posteriores», asegura Álvarez.

-Acaba de empezar el curso. Hay niños que en Infantil ya han sido capaces de leer y sumar pero otros no… ‘Veremos qué tal Primaria’, piensan muchos padres, temerosos de que sus hijos no sean capaces de seguir el ritmo. ¿Es lógica esta preocupación?

No podemos olvidar que cada niño tiene su ritmo de aprendizaje y cada uno madura en su momento. Por tanto, lo primero que deben evitar las familias es hacer comparaciones: todos van a aprender a leer o escribir. En este contexto, puede haber niños que presenten dificultades de aprendizaje que habrá que afrontar pero, en líneas generales, conseguirán los objetivos. En ello tiene mucho que ver el acompañarles con amor y cariño, sin presiones.

Con el tema de la lectura, por ejemplo, pasa mucho eso de ‘todos saben leer pero mi hijo no’. Tranquilidad. El cerebro del niño se está desarrollando y hay que esperar hasta los 7 años, más o menos, a que estén preparados para afrontar este proceso. Quien lea antes de los 7 bien, pero el que no, entra dentro de la normalidad.

-Has hablado de las dificultades de aprendizaje. Los progenitores temen llegar tarde a su detección, a que el menor presente ciertas señales y no se le dé importancia… ¿Cómo saber que realmente es una dificultad o una cuestión madurativa?

Siempre hay que preguntar al maestro, estar en contacto con él… En muchas ocasiones, no se diagnostica la dificultad hasta los 8 o 9 años porque era madurativo. El maestro sabe lo que es normal y lo que no y cuando le menor lleva ya tiempo, se le deriva al psicólogo, logopeda o profesional que el niño necesite. Mi consejo es no preocuparse en exceso: jamás llegarás tarde si tú has estado siempre acompañando a tu hijo, has estado en contacto con el profesor, le has ayudado en todo lo posible… Sólo si no te preocupas, sí llegas tarde.

-En el libro hablas también de la autonomía. Sin embargo, las familias se quejan porque sus hijos no saben hacer solos los deberes. ¿Cómo se consigue esto?

Es una cuestión que hay que trabajar en casa desde bien pequeños, dándoles responsabilidades adecuadas a su edad: echar la ropa sucia a la lavadora, poner la mesa… Y, sobre todo, que tengan claros los límites y las normas que hay en casa porque les ayuda a saber hasta donde pueden llegar y eso les ayuda a ser independientes.

También es importante fomentar su autoconfianza, el decirles ‘puedes hacerlo aunque te equivoques’ porque tendemos a pensar que no son capaces y los padres acabamos haciéndoles todo. También hay que ayudarles poco a poco a que aprendan a tomar decisiones: ‘¿Prefieres ir al parque o nos quedamos en casa? ‘. Con preguntas sencillas, con dos opciones, pueden ir eligiendo e irán viendo que tienen poder de decisión.

Por tanto, no hay una edad concreta en la que los niños tengan que hacer solos los deberes… Sí es verdad que en el ciclo medio de Primaria, 8-9 años, pueden hacerlos, aunque reclamen ayuda puntual, pero también hay alumnos de 10 años que aún reclaman mucho a sus padres.

-Cristina, hemos hablado de leer pero una cosa es conseguir que los hijos lean y otra es que adquieran comprensión lectora, ¿no? Y narras en el libro una anécdota: preguntaste en una clase de 3º de Primaria si sus padres les seguían leyendo el cuento antes de irse a dormir y muy pocos levantaron la mano.

Sí. Por un lado, es muy importante que los hijos lean porque sólo se aprende a leer, leyendo. Pero es vital que haya en casa un ambiente de lectura porque si te limitas a obligarles, se bloquean. La lectoescritura es tediosa para ellos. Por tanto, ¿hay libros en casa?, ¿Ven a sus padres leer? A veces les pedimos cosas que nosotros no hacemos y si tú te pasas todo el día mirando el móvil…

Llevarles a las bibliotecas, por ejemplo, es algo muy sencillo y efectivo. Muchos niños ni las conocen y, cuando van, alucinan. Y puedes trabajar con ellos la autonomía cuando cogen un libro que han de devolver en dos semanas.

Por otro lado, reconozco que me da mucha pena que se deje de leer en familia por las noches. Mi hija mayor va a 4º de Primaria y es verdad que lee por sí sola muchas noches. Cuando empiezan a ser más mayores, no sólo nos tenemos que limitar a leerles un cuento. ¿Por qué no les explicamos un enigma o les contamos lo que nos ha pasado en el trabajo? Podemos practicar la comunicación de muchas maneras antes de que se vayan a dormir.

Y sí, claro que leer es una cosa y la comprensión lectora otra. En 1º y 2º de Primaria, los alumnos saben leer pero no entienden nada. Y eso hay que trabajarlo. ¿Cómo? Muy sencillo. Cuando ellos estén leyendo, dile, ‘estate atento que luego te voy a preguntar sobre lo que has leído’. Ya sea un cuento, una receta… Y, sin prisas ni agobiarles, dejarles que poco a poco lo vayan consiguiendo porque los niños que se bloquean, es difícil que vuelvan a leer.

-Otro tema importante que hablas en el libro: las faltas de ortografía. ¿Qué se puede hacer?

Cada vez escribimos todos peor, incluidos los adultos. En parte, viene dado por las pantallas porque usamos emoticonos, mucha abreviatura… En los colegios, nos hemos adaptado a las nuevas tecnologías y a los menores les resulta más fácil aprender a través de la pantalla pero escriben menos. Por tanto, en comparación con anteriores generaciones, cada vez escriben y leen menos y, además, escriben peor. ¡La ortografía nos entra por la vista! Por tanto, practiquemos con ellos en casa: que escriban la lista de la compra, las películas que más les gustan, etc.

-Vamos ahora con las matemáticas. ¿Qué sucede?

Como todo, hay algunos a los que se les da bien y otros mal. Para mi, la clave está en la ‘ansiedad matemática’, de la que hablo en el libro. Es decir, cuando el alumno se bloquea, no entiende nada, se cree incapaz… y se genera en el menor un bloqueo mental.

Para mi, es fundamental evitar todos los comentarios negativos que rodean a las matemáticas. En vez de decirle a tu hijo ‘no te preocupes, es que son muy difíciles’, dile, ‘son muy necesarias para la vida. Podrás hacer la compra y saber el cambio que te deben devolver’.

No hay que olvidar que la base de las matemáticas, es decir, sumar, restar, multiplicar y dividir, lo puede hacer todo el mundo.

-Explicas también cómo la relación familia y colegio es vital. ¿Ha cmabiado mucho esto con el paso de los años?

¡Es casi lo más importante! Las familias y los maestros han de estar siempre en sintonía para conseguir un buen rendimientos académico de los alumnos y mejor comportamiento. Si cada uno va por un lado, los menores piensan ‘da igual lo que me diga el profesor porque sé que mi padre no me va a decir nada’. Sin embargo, todos queremos lo mismo: que el niño esté feliz, trabaje, aprenda…. Y eso depende de ambas partes.

Es verdad que, años atrás, digamos que lo que decía el maestro, era indiscutible. Hoy en día, no es que estemos en el lado opuesto y con la mayor parte de las familias, trabajamos en sintonía, pero creo que los docentes hemos perdido cierta credibilidad. Siempre hay padres maravillosos pero de vez en cuanto hay quienes no te apoyan. Nosotros, como profesionales, nos podemos equivocar. Pero no se puede olvidar que siempre queremos lo mejor para nuestros alumnos.

-En tu libro también hay un espacio para las emociones y hablas de su importancia. Parece que se tienen más en cuenta en la etapa de Infantil y que, cuando pasan a Primaria, las dejamos más de lado…

Las emociones se tienen que trabajar porque influyen en nuestra manera de pensar, de comportarnos, en las relaciones sociales… Si hay algo que me ha gustado mucho en estos últimos años como profesional, es la formación que hemos ido recibiendo los maestros en este ámbito. Si educamos a los niños adecuadamente a saber gestionar sus emociones, sabrán expresar cómo se siempre y eso es fundamental en la vida. Incluso, en la adultez.

Trabajar las emociones en el día a día en el colegio es importante porque de esta manera gestionas las peleas en los patios, qué le pasa a un alumno que viene mal de casa por una discusión… Además de profesora, soy madre, y nos vendría muy bien a todos una escuela de familia que nos educara mejor en esto porque vamos aprendiendo a base de meter la pata cuando podríamos haberlo hecho mejor si antes nos hubieran enseñado.

Todos, niños y mayores, estamos hechos de emociones y trabajarlas es vital para el colegio, la pareja, en la construcción de las relaciones sociales…