Desde la primera vez que Pablo VI rompió con la inmovilidad del Vaticano, cada Pontífice lleva consigo el peso de una misión crucial: sanar viejas heridas, construir puentes de diálogo y, en cada encuentro, sembrar semillas de paz
El Papa Francisco ha cerrado uno de los viajes más extensos y significativos de su pontificado, que lo ha llevado por varios países del sudeste asiático y Oceanía. Esta gira ha sido especialmente notable, no solo por la gran distancia recorrida, sino también por el número de encuentros y gestos de solidaridad que ha tenido con las comunidades locales, especialmente con los más vulnerables.
Con más de 12 días fuera de Roma, este viaje ha superado en duración a otros importantes recorridos del Santo Padre, como el que realizó a Cuba y Estados Unidos en 2015, y se aproxima al récord de Juan Pablo II en Canadá, que duró 13 días. El Papa Francisco ha visitado cuatro países durante este viaje: Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur, todos lugares que ya habían recibido a otros Pontífices en el pasado.
En la recta final de su visita a Singapur, el último país de este extenso recorrido, el Papa ha tenido una agenda cargada de compromisos antes de regresar a Roma. Durante la madrugada de este viernes, 13 de septiembre, según el horario español, el Santo Padre ha comenzado su jornada con un encuentro privado con el obispo, sacerdotes y consagrados locales.
La Conferencia Episcopal de Malasia, Singapur y Brunei, creada en los años 60, reúne a los obispos de las tres archidiócesis y seis diócesis de Malasia, la archidiócesis de Singapur y el vicariato apostólico de Brunei. Actualmente, está presidida por el arzobispo Julian Leow de Kuala Lumpur, con el cardenal William Goh de Singapur como vicepresidente, y el arzobispo Richard Ng, Obispo de Miri, como Secretario General.
Uno de los momentos más destacados del día ha sido su visita al Hogar de Santa Teresa, una institución católica fundada en 1935 por las Hermanitas de los Pobres, dedicada al cuidado de los ancianos y enfermos. En este lugar, Francisco se ha encontrado con 100 miembros del personal, además de saludar al arzobispo emérito de Singapur y otros religiosos. En la capilla de la casa, el Papa ha impartido su bendición a los sacerdotes y residentes, dejando una placa conmemorativa antes de posar para una foto de grupo con el personal.
La jornada ha continuado con una visita al Catholic Junior College, fundado en 1975, donde se ha celebrado un encuentro interreligioso con jóvenes. El Papa ha sido recibido con una danza de unidad y esperanza protagonizada por jóvenes con discapacidades, y ha escuchado los testimonios de varios jóvenes, entre ellos un hindú, una sikh y una católica. En este espacio, el Papa ha compartido un mensaje de unidad y esperanza con estos jóvenes de diferentes confesiones religiosas y el acto ha concluido con una lectura de una llamada al compromiso por la unidad y la esperanza y momento de oración en silencio.
El obispo de Roma ha finalizado su estancia en Singapur con una ceremonia de despedida en el aeropuerto de Changi, marcando el cierre de un viaje que ha reafirmado la vocación universal de la Iglesia y el compromiso inquebrantable del Papa Francisco con los pueblos más lejanos y necesitados. En su regreso a Roma, Francisco llevará consigo los ecos de las periferias del mundo, renovando el espíritu misionero que ha caracterizado su ministerio.