Luis del Val: “Me tiene desasosegado si podré seguir llamando al Cobarde Prófugo, Cobarde Prófugo»

Son las 9 y 20 minutos de la mañana y todavía no ha dimitido la presidente del Congreso de los Diputados, Doña Francina Armengol, ni se ha querellado contra la consejería de Sanidad, si es cierto que le ocultó los informes donde se advertía que las mascarillas eran una porquería, y, encima, le extendieron a la empresa vendedora de la porquería un certificado de idoneidad.

Pero a mí lo que me tiene desasosegado es si podré seguir llamando al Cobarde Prófugo, Cobarde Prófugo. Ya sé que esto parece tan simple como si pudiera seguir llamando tiburón al tiburón o cerdo al cerdo, pero es que yo no soy un ciudadano con privilegios, es decir no he achuchado ni estimulado acciones violentas, no he malversado dinero público, no he intentado altas traiciones con Rusia, y no pretendo ser presidente de la República de Calatayud y separarme de España, y, tampoco, me van a dedicar una amnistía a medida, como los trajes de antes.

Vamos, soy un ciudadano de segunda, como la mayoría de ustedes, tras la amnistía. Tampoco soy el boquirroto de Valladolid, que al novio de una presidente de Comunidad le llama amigo con derecho a roce. Se me ocurre a mí la grosería de llamar a Baltasar Garzón amigo con derecho a roce de doña María Dolores Delgado, y las feministas mancas -mancas del feminismo, si la víctima no es de izquierdas- me hubieran perseguido por las redes y, en estos momentos, me habrían puesto tanto machismo sobre mis espaldas, que incluso podría ir a los mercadillos a vender raciones de machismo.

Es cierto que al líder de Bildu le denomino secuestrador en excedencia, porque ha sido secuestrador y hace mucho tiempo que no secuestra a nadie. Alguna vez, influido por esa gran disfrazadora de encuestas, Yolanda Díaz, también le he definido como Secuestrador Fijo discontinuo, que ya sé que aumenta la sensación falsa de que hay muchos secuestradores trabajando, pero es difícil sustraerse a la tentación.

Y también es cierto que el Cobarde Prófugo es prófugo y cobarde, pero imagínate que gana las elecciones, y no sé, llamarle el Muy Honorable Cobarde Prófugo puede parecer una burla, y yo no me quiero burlar de nadie. A mí me gusta la realidad y no el disimulo. Unamuno decía que al que roba hay que decirle ladrón, y al que miente, mentiroso. Y, naturalmente, al cobarde, cobarde, y al prófugo, prófugo, pero al ser ciudadano de segunda desconfío bastante.