Los adolescentes de 12 a 16 años tienen menos probabilidades de tener un título universitario a futuro si sus padres están separados
«¿Por qué ese niño sabe leer y el mío no?». El estrés infundado de muchos padres con hijos en Primaria
La separación de los padres durante la niñez puede suponer un duro golpe psicológico. Los hijos con apenas cinco o seis años pueden tener que hacer frente a problemas de adultos, como experimentar miedo por su futuro, ver cómo su rutina se desmorona —cambiar de casa, de centro educativo, alejarse de sus amigos— o sufrir dificultades económicas. Este cóctel de problemas repercute en su desempeño académico, como lo han demostrado numerosos estudios a lo largo del tiempo. Ahora bien, en el aire siempre había una pregunta, ¿Hasta cuándo afecta? Bien, ahora ya se tiene una respuesta clara: hasta la etapa universitaria.
Una investigación española ha llegado a la conclusión que los hijos de padres divorciados tienen menos posibilidades de obtener un título universitario a la larga en comparación con aquellos cuyos progenitores que no han experimentado una separación. Así se indica en el estudio ‘Divorcio de los padres y logro educativo de los niños a largo plazo en España: heterogeneidad según la educación de los padres’ llevado a cabo por el departamento de Sociología de la Universidad de Valladolid, y publicado en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas. Sin embargo, no afecta a todos por igual.
Esta desventaja es más pronunciada cuando el divorcio ocurre en la primera infancia (0-5 años) o durante la adolescencia (12-16 años). Los autores creen que el proceso de separación de los padres puede tener efectos adversos porque en la infancia «se producen desarrollos emocionales, sociales y cognitivos fundamentales».
Por otro lado, recuerdan que la principal brecha en los resultados educativos se da en la transición de la educación primaria a la secundaria, «una etapa donde las exigencias educativas aumentan«, por lo que un evento disruptivo en la vida de un adolescente, como es el divorcio de los padres, «puede ser un factor relevante en la transición de los hijos a la educación postobligatoria», indican los investigadores.
Además, su investigación ha demostrado que la desventaja asociada a la separación es más pronunciada en los hijos de padres con un alto estatus socioeconómico. Esto se debe a que, tras la separación, los hijos de familias acomodadas pueden perder algunos de los recursos que contribuyen a su mejor posición en términos socioeconómicos. «Tienen más que perder en cuanto a condiciones de recursos sociales, económicas y culturales», apunta Manuel Mejías-Leiva, autor principal del estudio.
Por ejemplo, las madres con alto estatus socioeconómico que se divorcian parecen tener menos probabilidades de transferir sus ventajas educativas a su hijos que sus homólogas no divorciadas. Los investigadores explican que «tal vez se deba a la ‘doble carga’ en relación la presión laboral y las responsabilidades de crianza de las mujeres».
Sin embargo, es importante destacar que, a pesar de estas complicaciones, los hijos de padres con un alto nivel educativo continúan manteniendo una posición más favorable en comparación con sus padres de entornos socioeconómicos más bajos. La distribución es similar tanto si nos fijamos en la educación de ambos padres como si tenemos en cuenta la educación solo de la madre: el logro de estudios universitarios fue mucho mayor entre los niños de padres con un nivel educativo alto (72,2%), en comparación con los niños de padres con un nivel educativo bajo (21,3%).
A mayor nivel educativo, más divorcios
También hay que sumar que la proporción de divorcios en la muestra es más alta entre los padres con un nivel educativo alto. Alrededor del 10% de los niños con padres con educación universitaria se separaron, frente al 3,6% de los niños con padres de educación inferior. Todo apunta a que, cuando los padres tienen un mayor nivel educativo, optan más por separarse de su pareja si la relación no funciona.
A su vez, ocurre con mayor frecuencia con padres jóvenes. En los divorciados, la media de edad están alrededor de los 35 años, mientras que en las familias intactas se encuentra en los 38 años. En las primeras familias, también se da el caso que la presencia de hermanos es significativamente menor. En el 67% hay más de un hijo, en comparación del 90% en las familias donde los padres se mantienen casados.
Analizados padres desde 25 hasta 52 años
Los investigadores han estudiado un conjunto de padres nacidos entre 1965 y1992 -adultos que entre 2013 y 2017 tenían edades comprendidas entre 25 y 52 años-, lo que les ha permitido «evaluar el nivel educativo logrado por los participantes, asumiendo que ya finalizaron sus carreras educativas», comenta Mejías-Leiva. Para estudiar cohortes más jóvenes, se deben esperar algunos años para determinar si aquellos que vivieron un divorcio en su infancia tienen mejor o peor rendimiento educativo en la edad adulta. «Por ejemplo, quienes nacieron después del año 2000 aún podrían estar cursando estudios universitarios». Han optado por ese rango de edad en parte porque el CIS dejó de realizar la Encuesta Social General Española en el año 2017, por lo que, en estos momentos, no se pueden analizar conjuntos más recientes.
Por parte de los investigadores, quieren aclarar que no buscan «afirmar» una relación causal directa entre divorcio y logro educativo. «Nuestro análisis es puramente descriptivo y hay factores adicionales, no considerados por la limitación de los datos disponibles en España, que pueden influir en ambos eventos (por ejemplo, el conflicto entre los padres)», explica Mejías-Leiva.