Muere el cineasta aragonés Carlos Saura a los 91 años

El director de cine Carlos Saura ha fallecido a los 91 años en Madrid como consecuencia de una insuficiencia respiratoria, según ha informado El País.

Saura iba a recibir un Goya de honor en la ceremonia de los Goya que se celebra mañana en Sevilla, por lo que se convierte así en un galardón póstumo. El director aragonés ha estrenado hace apenas una semana el documental sobre el origen de la pulsión artística Las paredes hablan.

Carlos Saura, nacido en Huesca en 1932, fue uno de los niños que vivió en sus carnes el drama de la Guerra Civil, lo que le llevo a numerosos cambios de residencia a medida que avanzaba el conflicto. Una vez finalizada la geurra, su familia volvió a Huesca para después instalarse en Madrid. En 1952 abandonó sus estudios de ingeniería, ingresó en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (Escuela Oficial de Cinematografía a partir de 1962) y comenzó algunos cursos de Periodismo. Frecuentó las tertulias del Café Central y del Café Gijón de Madrid junto a Mario Camus, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite o Ignacio Aldecoa.

Cineasta, guionista, fotógrafo y escritor español de culto con más de 50 películas a sus espaldas, Saura ha traspasado fronteras y ha sido reconocido con varios de los premios más importantes del cine.

Carlos Saura el director español con más galardones en el Festival de Cannes: Premio Especial del Jurado por La prima Angélica (1973) y Cría Cuervos (1975), Premio a Mejor Actor a Fernando Rey por Elisa, vida mía (1977), y dos premios técnicos por Carmen (1983) y Tango (1998). Recibió el Oso de Oro en la Berlinale por Deprisa, deprisa (1981) y Oso de Plata a Mejor Director por La Caza (1966) y Peppermint frappé (1968). Además, recibió el Premio Especial del Jurado en el Festival de San Sebastián por Mamá cumple cien años (1979), película por la que estuvo nominado al Oscar a la Mejor Película Extranjera.

El que será Goya de Honor 2023 ha sido galardonado con las prestigiosas Medalla de Oro de la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de España, la Orden de Artes y Letras de Francia, y la Gran Oficial de la Orden al Mérito de la República Italiana.

Obra de Carlos Saura

Después de dejar los estudios de ingeniería industrial, Saura ingresó en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid, donde se diplomó y comenzó a gestar su primera producción, Los golfos (1960), una crónica de la deriva de un grupo de jóvenes filmada al estilo de un documental y marcada por el neorrealismo italiano.

Sin embargo, fue La caza, producida en 1965 por Elías Querejeta, la que le llevó al éxito internacional, con una historia cruel que analizaba en tono alegórico las heridas causadas por la Guerra Civil a través de las relaciones que se dan entre varios personajes durante una partida de caza y que le reportó el premio a la mejor dirección en el Festival de Berlín.

Desde entonces, el joven Carlos Saura inició, de la mano de Querejeta, una serie de producciones que indagan sobre los efectos de la represión franquista como Peppermint Frappé (1967), La madriguera (1969), El jardín de las delicias (1970), Ana y los lobos (1972) y, en mayor medida, La prima Angélica (1973), una película cuyas imágenes simbólicas indignaron a los sectores más reaccionarios de la sociedad española.

Después llegaron Cría cuervos (1975) y Elisa, vida mía (1977), donde empieza a reflexionar sobre la interconexión de la música y la imagen, y Deprisa, deprisa, cine de quinquis al estilo de la época, que le llevó a hacerse con el Oso de Oro en Berlín.

Su primera experiencia con el musical fue Bodas de sangre (1981), con Antonio Gades, a la que siguieron Carmen (1983) y El amor brujo, una trilogía de imágenes fascinantes en la que consigue desarrollar un género musical genuino, alejado de los clichés de los musicales europeos y norteamericanos.

En el ínterin hacia su otra serie de musicales, el cineasta rodó El Dorado (1987), un ambicioso film sobre la figura de Lope de Aguirre; La noche oscura (1989), que evoca la prisión sufrida por San Juan de la Cruz; y Ay, Carmela, una de sus producciones más populares, que escribió junto a Rafael Azcona a partir de una obra teatral de José Sanchís Sinisterra.

A partir de 1991, Saura continuó con su reflexión sobre la imbricación del sonido y la música con Sevillanas (1991), Flamenco (1994) y Tango (1997), producciones a las que sumaría Goya en Burdeos (1999), una evocación de los últimos años del pintor aragonés; y Buñuel y la mesa del rey Salomón (2001), homenaje a quien consideraba uno de sus maestros en el cine.

El realizador aragonés volvió al musical en 2002 con el drama Salomé, a la que seguirían Iberia en 2005, un homenaje a Isaac Albéniz, y Fados (2007), una producción en la que ahonda en la luz como elemento dramático y donde el mobiliario y la decoración se reduce cada vez más.

Tras el análisis de la España profunda que se plasma en El séptimo día (2004), basada en un crimen real que dramatizó junto al novelista Ray Loriga, Saura filmó Io, Don Giovanni (2009), en la que se sirve de la genial ópera de Mozart para ahondar en la figura de quien fue su libretista en esta y otras dos obras, Jacopo da Ponte.

A pesar de rondar su edad ya los ochenta años, Carlos Saura continuó una incesante actividad tanto como cineasta como fotógrafo, guionista, novelista y escenógrafo para teatros de ópera.

A partir de estos años, el realizador se vinculó con proyectos promovidos en Aragón, como el rodaje del documental Sinfonía de Aragón, hecho con motivo de la Exposición Internacional, y Jota (2016), un musical sobre esta música del folclore aragonés en el que participó, entre otros, el coreógrafo y bailarín Miguel Ángel Berna.

Su última producción aragonesa es el cortometraje Francisco de Goya, los Fusilamientos del 3 de mayo (2021), una recreación del conocido cuadro del pintor universal.