Europa juega sobre seguro en la crisis de los cereales, pero el tercer mundo, no

NURSULTÁN, 14/06/2022.- Kazajistán, la mayor república de Asia Central y el principal productor de grano de la región, ha decidido prolongar las cuotas impuestas a las exportaciones de cereales en un intento de blindar el mercado nacional y el de sus vecinos, a los que destina gran parte sus suministros. Según Yevgueni Karabánov, analista de la "Unión del Grano de Kazajistán", varios factores influyeron en el aumento de los precios de trigo este año. En primer lugar, la subida se debe a la estrecha vinculación entre las monedas de Kazajistán y Rusia, que interactúan activamente en el marco de la Unión Económica Euroasiática, formada por seis economías del espacio postsoviético. EFE/Yevgueni Karabánov *****SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO) *****

En la campiña sevillana, las cosechadoras continúan trillando el trigo, en una campaña que ya está muy avanzada. El de esta provincia es el primer trigo que llegará a los mercados mundiales, a un mercado ávido por hacer acopio de grano ante la falta de stocks, lo que ha revalorizado, a precio de oro, este alimento tan humilde y durante años despreciado frente a otra agricultura considerada de más valor.

Pero en la era digital, el estallido de una guerra y sus consecuencias en una economía globalizada, ha vuelto a poner de manifiesto que la supervivencia depende de algo tan básico como el acceso a los cereales, al pan. El alimento más modesto y también el mejor estabilizador social.

«Si no alimentamos a la población, alimentamos el conflicto», señala un estudio de la empresa de seguros Allianz Trade, que alerta de que once países, especialmente de África, Asia y Oriente Medio, presentan «un riesgo elevado de tensiones sociales» por la imposibilidad de comprar cereales a los precios actuales.

La ONU ya ha expresado su preocupación ante la carestía de los alimentos y que esto desemboque en una crisis alimentaria. Sin embargo, parece que no hay solución, al menos a corto plazo.

«España puede permitirse el lujo de pagar más por el cereal, pero hay otros muchos países que no están en esta situación privilegiada»

«Esta nueva era de precios altos en los cereales se mantendrá mientras dure la guerra en Ucrania», afirma Luigi Vascello, socio fundador de la empresa sevillana Northstar Brokerage, dedicada a tomar el pulso al mercado internacional de las materias primas. En este sentido, afina más y explica que «durante los próximos meses de junio, julio y agosto, el mercado se va a mantener muy firme, en los mismos términos de precios, y a partir de septiembre es posible que haya algún pico, al alza o a la baja, según entre en juego la cosecha de cereal de Canadá, el primer exportador mundial de trigo duro». En el mismo sentido se pronuncia el secretario general de la Asociación del Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (ACCOE), José Manuel Álvarez, que asegura que «hay condicionantes para pensar que los precios van a continuar en esta espiral alcista y la situación es cada vez más preocupante».

Factores decisivos

En este sentido, explica que esta carestía de los cereales está provocada por diversos factores y que sus orígenes son anteriores al estallido de la guerra en Ucrania, aunque el conflicto ha acentuado el problema, tensionando sobremanera el mercado. «Llevamos dos años con el mercado muy convulso, con un consumo disparado tras aumentar China sus necesidades».

A esto se suma que «los principales países productores no han tenido su mejor cosecha, debido a problemas de sequía (como es el caso de Francia e Italia en el ámbito europeo), estimándose una caída de la producción mundial del 4-5%». Para colmo, «el estallido de la guerra en Ucrania ha provocado la irrupción en los flujos de comercio globales».

De hecho, según cálculos de la FAO, casi el 30% de las zonas de cultivo de Ucrania no podrán cosecharse este año por culpa de la guerra. Y luego está el problema con Rusia, pues hay muchos puertos donde los barcos rusos no son bienvenidos, teniendo en cuenta que Rusia exporta incluso más trigo (representa el 18% en el comercio mundial de este cereal) que la propia Ucrania (9%).

Además, la falta de fertilizantes y su consiguiente encarecimiento (Rusia es también el principal productor de fertilizantes del mundo), está mermando a su vez las cosechas agrícolas. Todo esto ha provocado «que haya muy poco cereal en el mercado y muchas ganas por comprar, por lo cual, el precio se ha disparado».

Rusia y Ucrania suponen el 30% del mercado de cereales del mundo

De hecho, el trigo duro (destinado a la elaboración de pastas) se ha encarecido un 91% respecto a julio de 2021, y el trigo blando (con el que se elaboran las harinas) un 74%, el maíz un 41% y la cebada un 75% respecto al mismo periodo.

«Hay países que pueden permitirse el lujo de pagar más por ese cereal, en general, los países occidentales (caso de España), pero hay otros muchos que no están en esta situación tan privilegiada».

Medio centenar de países en el mundo obtienen gran parte de su suministro agrícola de las potencias actualmente en guerra. De hecho, entre Rusia y Ucrania copan el 20% de las ventas mundiales de maíz y entre el 25-30% de las exportaciones de trigo y de cebada.

Egipto o Turquía dependen hasta en un 70% de las importaciones del cereal ruso-ucraniano, por lo que están en una situación especialmente vulnerable. No en vano, cada egipcio consume 180 kilos de trigo cada año, mientras que la media mundial es de 80 kilos, siendo el país del Nilo el primer importador mundial de este cereal.

El riesgo de un posible desabastecimiento de alimentos por la carestía de las materias primas agrícolas podría encender la llama y provocar nuevos estallidos sociales. Ya ocurrió en 2010, en la llamada Primavera Árabe. Entonces, los precios de los alimentos habían aumentado en un 50%, un nivel inferior al registrado actualmente en el trigo.

Y es que no hay que olvidar que Rusia y Ucrania suponen el 30% del mercado de cereales del mundo, de ahí que se les considere el granero de Europa (sus agricultores pueden recolectar de dos a tres cosechas al año) y que las consecuencias de esta guerra sean también alimentarias.

Cambio de tendencia

Los escasos rendimientos en el campo en grandes países productores, sumados al bloqueo por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, y las políticas proteccionistas de India (el segundo mayor productor de trigo, que ha decidido restringir las exportaciones para asegurar su consumo interno), han provocado que «por primera vez en muchos años haya una perspectiva de reducción de la cosecha de granos a nivel mundial, pues la tendencia hasta ahora había sido de una subida anual», apunta José Manuel Álvarez.

En la campaña 2021-2022, la Unión Europea (a la que integran distintos países), considerada como un solo bloque, fue el mayor productor de trigo del mundo. En concreto, produjo aproximadamente 139 millones de toneladas de este cereal. No obstante, por países, China (137 millones de toneladas) y la India (109,5 millones de toneladas) encabezaron el ranking, seguidas por Rusia (75,5 millones de toneladas) y Estados Unidos (45 millones de toneladas).

España, como país productor, no es significativo, ya que aporta aproximadamente el 1% de la cosecha mundial de trigo

España, como país productor, no es significativo en el comercio mundial de los cereales, pues aporta aproximadamente el 1% de la cosecha mundial. No obstante, «somos el primer productor de piensos con base de cereal de Europa. Y, sin embargo, somos muy deficitarios», lamenta el secretario general de ACCOE.

De hecho, «tenemos un consumo de entre 36 y 38 millones de toneladas anuales de cereal y nuestra producción en 2020, que fue récord histórico, alcanzó los 26 millones de toneladas», apunta. La cosecha media nacional está en torno «a los 20 millones de toneladas», pero este año, debido a la sequía, «es muy posible que no alcancemos esa oferta».

Para el bróker Luigi Vascello «España se verá obligada a importar esta campaña 18 millones de toneladas de todos los cereales» y para ello «acudirá a la Unión Europea, a países como Francia, Bulgaria o Rumanía, principalmente». Por tanto, «la política proteccionista de países como India no afectaría directamente al mercado español, ya que el grano indio no va a parar a España, pero sí que tensiona en mayor medida la ya difícil situación del mercado. Si hay retenciones de cereales, la oferta se reduce todavía más y los precios tiran al alza, lo que sí que nos acabaría afectando a los españoles», señala. El 75% del cereal que necesitamos se destina a la elaboración de piensos para alimentación animal y el resto sería para consumo humano.

En la fabricación de esos piensos se necesita trigo (que tendremos que comprar a Europa) y maíz. «Nuestro suministro de maíz depende en alternancia de Ucrania y Brasil», señala el dirigente de la asociación de los comerciantes de cereales. «La primera parte de la campaña cerealista, que va desde julio a diciembre, la importamos de Brasil». Luego, «desde enero hasta julio veníamos comprando maíz a Ucrania».

No obstante, «Ucrania se quedó fuera de juego en marzo, al entrar en guerra, por lo que se cortó el flujo y quedó mucho maíz por llegar. Hemos suplido esa falta comprando a Estados Unidos, pero al venir desde más lejos, el precio ha sido mucho mayor». En cualquier caso, pese a los altos precios actuales, desde ACCOE se descarta que en España vaya a haber desabastecimiento de cereal. ¿Qué podría frenar esta espiral alcista en las materias primas agrícolas? Para la asociación ACCOE la solución sería «que se encontrase una vía para dar salida al grano que tiene Ucrania y que pudiera llegar al mercado, lo que tendría un efecto inmediato en los precios», aunque esta opción resulta «poco probable, al menos a corto plazo».

¿Soluciones?

Y es que «aunque la guerra se terminase hoy mismo, desminar los puertos y reparar las instalaciones afectadas para poder cargar de nuevo los buques y fletarlos llevaría, siendo muy optimistas, un plazo entre cuatro y cinco meses», afirma José Manuel Álvarez. El directivo de ACCOE ve «prácticamente imposible» que el grano ucraniano pueda salir por vía terrestre, ya que «no hay infraestructura suficiente para el traslado por carretera o ferrocarril, pues sólo podría salir por esta vía cantidades testimoniales. La salida natural del cereal es el Mar Negro», apostilla. A esto se suma la incertidumbre ante la disponibilidad real de cereal que pueda tener Ucrania, ya que Rusia está bombardeando los silos y saqueando almacenes y graneros.

Para el bróker Luigi Vascello la situación es «irremediable» para este año 2022, que será recordado «como el más convulso en el mercado de los cereales». A la espera de que la guerra se acabe «cuanto antes», la solución por la que apuesta es « pensar ya en la próxima campaña», intentando hacer una buena siembra en el mes de diciembre, con vistas a «poder recuperar los stocks si el clima acompaña y tener mercancías en 2023 para satisfacer al mercado. Solo así los precios de los alimentos volverán a niveles aceptables, tanto para el agricultor como para el consumidor».