Dimite el director de Frontex después de tres años de escándalos y devoluciones en caliente ilegales

Fabrice Leggeri estaba acorralado tras el informe que está ultimando la oficina europea de lucha contra el fraude sobre sus prácticas irregulares, en particular en Grecia.

Fabrice Leggeri, en Bruselas.
Fabrice Leggeri, en Bruselas.Virginia MayoAP

El director ejecutivo de la agencia de fronteras europeas (Frontex), el francés Fabrice Leggeri, ha presentado su renuncia este viernes antes el Consejo de Administración del organismo después de años de enormes polémicas, quejas del Parlamento Europeo, denuncias de irregularidades y de acoso laboral. La salida, que ha sido aceptada, se produce con la publicación de un extenso informe de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) sobre sus responsabilidades y comportamiento al frente de la agencia.

En la carta al presidente, remitida apenas horas después de una tensa reunión de los máximos responsables de la agencia con sede en Varsovia y que quiere que sea adjuntada a las actas de la misma, pues incluye su versión de los hechos, no reconoce ningún error o mala praxis, y se limita a decir que coge la puerta porque «parece que el mandato de Frontex por el que he sido elegido y renovado en junio de 2019 ha sido modificado de forma silenciosa pero efectiva». Según fuentes europeas, la salida será sin escarnio, sin un informe negativo, con indemnización y permitiendo que cobre las vacaciones atrasadas, hasta 61 días según solicita en la misiva.

Leggeri ha dirigido desde 2014 la Agencia Europea de Guardia de Fronteras y Costas. Durante un lustro mantuvieron, ambos, un perfil relativamente bajo, a pesar de la crisis política y migratoria. Y logró su renovación en 2019 sin demasiados problemas. Pero desde 2020, mientras el presupuesto se disparaba -hasta 800 millones de euros cada ejercicio hasta 2027, con el objetivo de desplegar hasta 10.000 funcionarios y se constituía en el primer cuerpo uniformado y armado de la UE, se acumulaban las crisis y denuncias. De miles de devoluciones en caliente ilegales en Grecia, de acoso laboral, de obstrucción a las investigaciones, de falta de transparencia.

En Bruselas, los eurodiputados llevaban años pidiendo la cabeza del francés, que se defendía, se justificaba y se aferraba a la silla: «Frontex ha cumplido, la agencia es creíble y por tanto mi gestión también», decía en una entrevista con este diario. A pesar de recibir la reprobación de la Eurocámara, cartas de los comisarios, quejas de la Defensora del Pueblo Europeo y toda una serie de denuncias de medios de comunicación, Legerri no ha titubeado. «Estoy haciendo un trabajo, uno que no es fácil, y es parte del mismo enfrentarse a momentos complicados. Pero hay un cambio enorme y para mí está claro que por razones políticas, y geopolíticas, no todo el mundo está satisfecho», añadía en esa entrevista.

Hasta estos meses, el apoyo político de los Estados y la falta de ganas de la Comisión Europea por cambiar el statu quo le han permitido resistir ante lo que era una situación imposible. Su gestión no contaba con la confianza de casi nadie, especialmente dentro de la casa, pero las capitales y parte de la Comisión no querían ni cambios ni sobre todo una enmienda a la totalidad del organismo, muy criticado pero cuya labor todos consideran esencial sobre todo en las fronteras exteriores, cuya seguridad es el pilar esencial ahora mismo en las cuestiones migratorias. Era evidente que la agencia estaba implicada en devoluciones en caliente en acuerdo con el Gobierno griego, pero Bruselas miraba sistemáticamente para otro lado.

La investigación de la OLAF, sin embargo, era difícil de ignorar. Hace unas semanas el Consejo Ejecutivo había dejado a Leggeri sin algunos poderes, previsiblemente para ir preparando la reacción ante las conclusiones de la oficina antifraude. Eso dejaba a Leggeri muy tocado. En cualquier otro caso hubiera sido suficiente para forzar su salida, pero él lleva tres años esquivando lo que muchos en Bruselas pensaban que sería la última bala. En marzo, de hecho, cuando la OLAF ya expuso en pequeños círculos sus principales averiguaciones, parte del Consejo había exigido la dimisión, explicando que alguien sobre el que pesaban esas acusaciones, y con tantos críticos, enemigos, detractores y denunciantes, no podía dedicar toda su atención a una labor vital, sobre todo teniendo en cuenta que acababa de empezar la invasión ucraniana, que estaban cruzando la frontera europea millones de refugiados y que Frontex tiene sede precisamente en Polonia.

«El problema de Frontex es estructural»

«La dimisión de Leggeri es una gran noticia, pero es necesario esclarecer de forma inmediata todos los motivos tras esta decisión. Por otra parte, la Comisión Europea debe asumir su responsabilidad con respecto a Leggeri y esta agencia. Reclamamos que se presente y se publique el informe de la OLAF para esclarecer lo que ha sucedido y se ponga fin a la opacidad de Frontex. El problema de Frontex no es sólo Fabrice Leggeri, el problema de Frontex es estructural. Por ello, su dimisión no es suficiente y necesitamos un cambio total en la política migratoria de la UE», ha celebrado la española Sira Rego, de IU, que desde diciembre de 2021 lleva reclamando la dimisión del galo desde el el Grupo de Escrutinio del Parlamento Europeo para reclamar el cumplimiento de los derechos humanos en las fronteras europeas.

Ayer mismo, una última investigación, usando bases de datos internas de la organización, identificaba casos concretos de devoluciones en caliente completamente ilegales, que se suman a las pruebas ya acumuladas durante muchos trimestres. Y que incluyen desde el gasto de millones de euros en fiestas desde 2015 al uso de drones en donde debería haber embarcaciones para el rescate de inmigrantes a la deriva, en el Egeo o en el Mediterráneo central, con la complicidad de los guardacostas libios.

En el informe de la OLAF aparecen identificados al menos tres miembros de la dirección de Frontex, acusados de infringir la normativa de la UE y para los que se recomienda medidas disciplinarias. Entre ellos el cesante y su jefe de gabinete, Thibauld de La Haye Jousselin, que ha sido responsabilizado también por muchos empleados de prácticas tóxicas en la gestión interna.